20 años del asesinato

Prescribe el caso de Déborah Fernández con su exnovio como único investigado

La jueza que lleva la investigación del crimen descartó el miércoles imputar a un vecino de Vigo cuyo ADN era compatible con un pelo encontrado sobre el cadáver de la chica

Déborah Fernández
Déborah FernándezLa RazónCedida por la familia

La familia de Déborah Fernández sabía que este momento iba a llegar y, aunque las cosas a nivel judicial no es que pinten muy bien, lo cierto es que siempre temieron un escenario peor. Durante 19 años desde que ocurrió el crimen de la joven de Vigo, cuyo cadáver fue encontrado en una cuneta diez días después de su desaparición el 30 de abril de 2002, sufrieron la desidia de todo aquel que ponía una mano en el caso: investigadores de la Policía Nacional, fiscales y todos los jueces de instrucción que fueron pasando por el juzgado nº2 de Tui (Pontevedra). En todo este tiempo nadie fue imputado por el asesinato y por eso, cuando el pasado mes de febrero la jueza citó como investigado al principal sospechoso desde el principio, su exnovio Pablo, la familia pudo respirar algo aliviada: esa imputación paraba el reloj de la prescripción. Eso sí, desde hoy nadie más puede ser imputado y todas las pruebas que soliciten desde ahora las partes deben ir encaminadas a demostrar la culpabilidad solo de esta persona.

La familia y los abogados que han investigado el caso, capitaneados por Ramón Pérez Amoedo, siempre han pensado que alguien ayudó al autor de los hechos a ocultar o transportar el cuerpo de Déborah hasta el lugar donde fue descubierto pero son realistas en que ya ha sido todo un logro conseguir a imputación de Pablo. Lo lograron tras un informe elaborado por los criminólogos Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás, donde solicitaban la práctica de nuevas pruebas y la repetición de viejas. La Audiencia de Pontevedra estimó el recurso y ordenó al Juzgado de Tui la práctica de esas diligencias.

Así, desde el pasado mes de febrero, por este juzgado han pasado más testigos que en los últimos 20 años. También han llegado informes periciales que demuestran que el disco duro del ordenador de la chica fue manipulado. No lo dice alguien cualquiera. Son los mismos expertos que analizaron el móvil de Diana Quer y han concluido no solo que está borrado, sino que lo hizo alguien tan experto (algo muy raro en aquellos años) que no pueden siquiera aproximar cuando se realizó esa manipulación. Un dispositivo que fue recogido en 2006 de la casa de la chica sin orden judicial y que, en teoría, permaneció en dependencias policiales todo este tiempo. Pero esta es solo una de las decenas de irregularidades que envuelven este caso plagado de negliencias o extremos inexplicables, como por qué nadie solicitó a Telefónica un informe con las llamadas entrantes y salientes de Pablo (no está incorporado a la causa) o no se preguntó por qué en el listado de Déborah aparecían 28 números en blanco. Nadie preguntó por ello.

La declaración del investigado el pasado 11 de marzo no fue lo que la familia esperaba (solo respondió a fiscal y jueza y nadie repreguntó ante las imprecisiones), pero lo que ha centrado la investigación de las últimas semanas, han sido las pruebas de ADN. Se han tomado muestras a una treintena de vecinos para cotejarlo con las evidencias encontradas en la escena, ya que de la exhumación de la chica no se pudieron extraer marcadores genéticos, dado el tiempo transcurrido. Y entre estas muestras de ADN pareció que iba a saltar la sorpresa cuando llegó el informe de que el pelo encontrado sobre el cadáver de la chica “no era excluyente” con un vecino de Vigo. Esta persona siempre había estado en el punto de mira de los investigadores privados porque en su día declaró que aquella tarde había visto una furgoneta con unas piernas por fuera en la zona de Coruxo, cerca de la playa del Vao. Este tipo tiene un bar cerca de donde vivía en exnovio de Déborah y siempre se comentó en la zona que ahí paraban la “gente bien” de Vigo a coger cocaína. La Policía le tomó declaración hace unas semanas y la muestra de un pelo para poder cotejarlo mejor. Ese informe de Toxicología con los resultados es donde explica que no se le puede relacionar con los hechos y, por tanto, la jueza emite un auto el miércoles donde descarta su imputación por este motivo. Así, el caso prescribirá hoy para cualquier persona que no sea Pablo, su exnovio, y ahora todas las pruebas están centradas en él.

20 años de misterio

Déborah desapareció el 30 de abril de 2002 en Vigo (Pontevedra). Aquel día contó en su clase de diseño gráfico que iba a la peluquería para depilarse porque quería «ponerse guapa». Iba a quedar con alguien. Su novio Pablo, que había estado varios meses en Argentina por viaje de trabajo (su familia se dedica a la pesca del langostino), había regresado y, aunque la relación se había deteriorado en ese tiempo ella tenía intención de hablar las cosas.

Aquella noche ella quedó con alguien pero nadie supo a ciencia cierta con quien. Varios detalles apuntan a que se vio con Pablo pero nunca más la volvieron a ver y su cuerpo sin vida fue encontrado diez días después en una cuneta cerca de O Rosal. La escena del hallazgo había sido simulada.

El ADN falso

Estaba desnudo, posiblemente lavado y no llevaba ahí diez días sino que fue trasladado. La escena estaba llena de señuelos, como el semen que fue colocado en la vagina de la chica para desviar la investigación policial. Por eso, aunque en su día ya se practicaron varias pruebas de ADN, se estaban cotejando, en realidad, con una muestra falsa colocada allí con ese fin.