Misiones

Ignacio Doñoro, un sacerdote dedicado a salvar en Perú a niños en extrema pobreza

Promociona en estos días dos de sus libros, “El fuego de María” y “El secreto es Jesús”, con los que recauda fondos para el Hogar Nazaret, con seis centros en la amazonía

El páter Ignacio María Doñoro, que está al frente del Hogar Nazaret
El páter Ignacio María Doñoro, que está al frente del Hogar Nazaretjmz

Pidió la excedencia temporal como capellán castrense (ha alcanzado el empleo de comandante) para dedicarse a lo que entiende que Dios le ha destinado: sacar adelante a los niños en situación de extrema pobreza. El Hogar Nazaret, que dirige, sin más “apoyos que la providencia”, tiene seis centros en Perú y necesita urgentemente 200.000 euros con los que construir unos pabellones para albergar a los nuevos niños y adolescentes que llegan hasta la institución. Su proyecto de futuro, crear una universidad en la zona, todo un reto que este misionero vasco y profundamente español, seguro que logrará. Hablar con él te lleva a volver a creer en la grandeza del ser humano.

Ha escrito dos libros, “El Fuego de María” y “El secreto es Jesús”, de la editorial Nueva Eva, que figuran entre los más vendidos, para recaudar fondos con los que financiar su misión. La vida del padre Ignacio María Doñoro (Bilbao, 1964) es tan apasionante como importante la labor que realiza en plena selva amazónica. Está solo desde el punto de vista económico a diferencia de los misioneros que pertenecen a órdenes religiosas, por lo que tiene que agudizar el ingenio con el fin de recaudar fondos con los que pagar los 20.000 euros mensuales de gastos que generan los seis centros del Hogar Nazaret que, de momento, alberga a 300 niños y adolescentes. “Llegan en una situación límite, proveniente de la extraordinaria pobreza en la que viven o los problemas sicológicos que generan situaciones familiares. En nuestros centros, no somos les damos de comer cinco veces al día, les impartimos enseñanza, sino que, en el plazo de un año, se convierten en seres llenos de alegría y lo que es más importante, en líderes. Ahora, por Navidades, vuelven (estudiamos caso por caso por si es posible) a sus hogares para que allí transmitan esa alegría y esperanza de vida”, manifiesta el sacerdote a LA RAZÓN. Ha estado unos días en España para promocionar sus libros, someterse a tratamiento de las secuelas que tiene tras la paliza que le propinaron los narcos y, sobre todo, para dar testimonio de que “jamás soñé con ser tan feliz con la labor que Jesús me ha encomendado”.

Hasta llegar a crear el Hogar Nazaret, el páter Ignacio ha estado en varios países en labor misionera: El Salvador, donde se hizo pasar por traficante de órganos para salvar a un niño, después a otro y tantos más; Marruecos; Colombia, Mozambique y, ahora, en Perú.

Su labor sacerdotal la inició en 1996, como párroco en la diócesis de Cuenca, tras lo cual ingresó en el Servicio de Asistencia Religiosa de las Fuerzas Armadas como capellán capitán. Entre otros destinos, ha estado en el cuartel de Inchaurrondo, sede de la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa, por el que muestra una gran admiración. Y ha participado en misiones especiales de ayuda humanitaria internacional con el Ejército, que le llevaron a Bosnia y a Kosovo. Y fue precisamente en uno de estas misiones donde se produjo el hecho que le decantó de forma definitiva hacia la dedicación de salvar a los niños más desfavorecidos.

Según relata, hay tres personas y momentos que marcan la creación del Hogar Nazaret. “La llamada a Roma por parte del cardenal Rober Sarah que me encomendó esta misión. Era como si lo estuviera haciendo el Papa. Y las órdenes de la Iglesia no se discuten, se cumplen; cuando estuve en Kosovo, visitó al destacamento español la entonces ministra de Defensa, Carmen Chacón, que anunció la retirada de las tropas. Era un momento muy tenso y ella me llamó a un aparte. Me habló de su vida consciente de que padecía una enfermedad que le podía llevar a la muerte, como ocurrió y yo le comenté la ilusión que tenía por desarrollar una labor misionera, pero quería llegar al empleo de coronel para poder retirarme con una paga mayor que aportar a esa vocación. “Te equivocas, me dijo; pide una excedencia, los sueños no pueden esperar, hay que hacerlos ya”. Y lo tercero fue, tras mi paso por Mozambique para ayudar a niños que habían nacido con sida, cuando estaba oficiando misa en el Arzobispado Castrense, de la calle Sacramento de Madrid. Me pregunté entonces ¿pero qué estoy haciendo con mi vida?: me lo ha ordenado el Papa, me lo ha aconsejado la ministra de Defensa y no dudé un momento en emprender este camino. Dios así lo quiere y yo soy un enamorado de Dios. No soy un superhombre. Se viven momentos durísimos en Perú. Jesús era el más pobre entre los pobres. Los niños llegan en una situación de extrema pobreza, destruidos física y psicológicamente, con raquitismo, algunos padecen leishmaniosis , una enfermedad parecida a la lepra, y se encuentran con un trocito de cielo en la Tierra. La gente nos quiere. Son conscientes, como se dice allí, que mañana te puede pasar a ti y que pueden contar con nuestro Hogar”.

El libro “El fuego de María”, que va por su cuarta edición con un gran éxito de venta, lo escribió en Perú durante la pandemia de Covid. “Pensé que iba a morir porque los que me rodeaban fallecían. Sentía que no podía respirar. Y decidí contar la historia del Hogar Nazaret como testimonio de mi vida y para que sirviera de guía a los que siguieran con la misión”.

“Se trata, como indicamos en nuestra página web hogarnazaret.es, en la que se pueden realizar aportaciones económicas, de una obra de misericordia de la Iglesia que intenta restituir a los niños más pobres de entre los pobres los derechos que les han sido vulnerados: el derecho a la identidad, el derecho a la salud, el derecho a la familia, el derecho a sentirse especiales y el derecho a ser amados, entre otros. En el Hogar Nazaret, los niños son aceptados tal y como son: irrepetibles, imprescindibles, únicos. Gracias a eso, no se sienten juzgados, lo que les permite desarrollar habilidades sociales y de comunicación. Los niños no son el futuro, sino el presente lleno de futuro. No buscamos que sean felices en un futuro, sino ahora. Hoy”.

Actualmente, el Hogar Nazaret está compuesto por seis centros, dos destinados a niños y chicos adolescentes en la población de Carhuapoma; dos para niñas y chicas adolescentes en el municipio de Bellavista; una escuela de fútbol, patrocinada por el Real Madrid, en Carhuapoma, y el último, que está en construcción, se encuentra en José Pardo.

El páter Ignacio se siente orgulloso de lo que se ha hecho hasta ahora, pero es consciente de lo que aún queda por realizar hasta llegar a ser autosuficientes para lo que se ha embarcado en la adquisición de terrenos en los que ubicar explotaciones agrícolas. Algunos ya están en funcionamiento, incluso con maquinaria que se ha recibido de donaciones, y otros en proyecto. De ahí la importancia de las ayudas económicas que puedan realizar los ciudadanos y la adquisición de sus libros.

Aunque no tiene detrás ninguna orden religiosa que le respalde económicamente, como sucede en otras misiones, lo cierto es que, como ha ocurrido hace poco, se producen hechos que demuestran cómo la labor del Hogar Nazaret atrae a otras personas. La Orden de Malta organiza todos los años un voluntariado para que aquellos que lo deseen acudan durante un mes a Perú, En una de las últimas, iba Rut Balbás, una cántabra farmacéutica de Palencia que ha decidido incorporarse de pleno al proyecto y ha puesto en venta su farmacia. Se ocupará de la dirección de los centros femeninos de la institución, ya que uno de los retos del Hogar Nazaret es proporcionar una buena educación a las mujeres, que en la mayoría de las comunidades indígenas apenas logran obtener los niveles básicos de instrucción primaria, quedando excluidas del sistema educativo.

“Luchamos contra la trata de mujeres, niñas y niños; luchamos también contra las múltiples violaciones de los derechos humanos a través de la compra-venta, extorsión, explotación y el sometimiento a condiciones de vida infrahumanas. Y nos enfrentamos a la malnutrición, el nulo acceso a servicios de salud, la violencia física y psíquica, los abortos forzados y en muchos casos, a muertes impunes a manos de organizaciones y mafias que se lucran con la explotación de las personas”, se subraya como idea-fuerza de esta obra misional.