Opinión
Sin armario
Más de 30.000 personas se alojaron en 2024 en centros de atención a personas sin hogar

Luisa, una mujer que vivía en la calle y que participó durante años en el teatro de “Caídos del Cielo”, me confesó que no se podía vivir sin armario. Sin techo sí, que ella a eso se había acostumbrado, pero que lo de no tener dónde guardar tus cosas sin que te las quiten, es insoportable. Años después de mucho tormento, un hermano bueno se la llevó al pueblo donde él vivía. Luisa, alejada de la tentación, del frío apegado su cuerpecito, del miedo a los malhechores y de la falta de armario, se recuperó de sus adicciones y comenzó a experimentar lo que es ser una persona “normal”. Alguien que va por la calle y mira, alguien al que miran sin temor ni asco, alguien que tiene la llave de un portal. Luisa se compró un móvil y no lo perdió, se apuntó en redes y comenzó a ver cómo se fotografiaban los otros en Instagram. Un día me envió un mensaje: “Hola, aquí estoy, con mi hermano, no pongo fotos porque todavía no me han puesto los implantes y estoy muy fea, pero cuando me los pongan, me haré un retrato guay y lo colgaré. Estoy muy bien, aunque no me reconocerías. Ahora soy formal, casi aburrida, no sé si podría seguir siendo tan buena actriz como tú decías. Pero no me quejo, sobre todo porque tengo un gato que se sube a mi cama por las noches y un armario todo para mí. Por fin tengo un armario, Paloma”.
La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística, nos dio datos sobre las personas sin hogar. Más de 30.000, apuntaban, se alojaron en 2024 en centros de atención para ellos, un 55,7% más que en 2022, lo que representó una ocupación de los centros del 85%. No cuentan, claro, a los que pernoctan en garajes, trasteros, habitaciones míseras o la puta calle. Mezclan a migrantes, mujeres maltratadas, personas con trastornos mentales… Seres en diferentes circunstancias que tendrían que ser acogidos de diferentes maneras. Eso sí, seres todos sin armario.