Educación
Ayudar a un camarero a limpiar la mesa parece un gesto amable, pero los psicólogos ven algo mucho más profundo
Los gestos y acciones que realizamos de forma rutinaria pueden mostrar rasgos genuinos de nuestra personalidad
Para conocer realmente a una persona no siempre basta con largas conversaciones sobre su vida. Muchas veces, su forma de actuar puede ser mucho más reveladora que sus palabras. Al fin y al cabo, el discurso lo elegimos conscientemente, pero los gestos y acciones que realizamos de forma rutinaria pueden mostrar rasgos genuinos de nuestra personalidad.
Esto se observa con especial claridad al analizar cómo alguien trata a una tercera persona, sobre todo si esa persona está en una posición de servicio, como un camarero en un restaurante o un limpiador.
Un gesto que pasa desapercibido para la mayoría
En un restaurante o cafetería, es habitual que, al finalizar un plato, alguien en la mesa acerque o apile los platos antes de que llegue el camarero. Esta acción, casi automática y muchas veces inconsciente, es más que un signo de buena educación.
El psicólogo Francisco Tabernero explica que “este simple gesto de ayudar al camarero significa varias cosas, más allá de la cortesía”. Puede ser una pista reveladora sobre rasgos de empatía, altruismo o incluso ansiedad social.
La empatía como motor de la acción
Tabernero señala que ayudar de forma espontánea y desinteresada es una manifestación de comportamiento prosocial: acciones voluntarias que benefician a otros sin esperar recompensa. Este tipo de conducta refleja empatía, humildad y responsabilidad social, cualidades que muchas veces no se evidencian en una conversación casual.
Los estudios apuntan a que este hábito puede tener origen tanto en la educación recibida como en una comprensión activa del esfuerzo que realizan los demás.
El lado menos visible: ansiedad y necesidad de aprobación
No siempre este gesto responde al altruismo puro. Según Tabernero, en ocasiones puede revelar déficit en asertividad y una fuerte necesidad de agradar o evitar la crítica. “A veces prevalece el miedo a ser evaluado negativamente, más que el deseo real de ayudar”, afirma.
Esta actitud se enmarca en la llamada asertividad pasiva, donde la persona busca constantemente la aprobación de su entorno.
Una habilidad muy valorada en el ámbito laboral
Más allá de la psicología individual, este tipo de comportamientos tienen un gran peso en el entorno profesional. La proactividad para ayudar, incluso en tareas que no son propias, es una soft skill cada vez más apreciada por las empresas.
Un metaestudio publicado en el Journal of Applied Psychology analizó datos de más de 9.800 empleados y concluyó que quienes muestran conductas prosociales mejoran la productividad y la cohesión en los equipos de trabajo.
Asimismo, un estudio de Harvard Business School reveló que los equipos con más miembros colaborativos lograron un 16% más de productividad y un 12% más de cohesión interna.
No siempre es cuestión de altruismo
Por último, el psicólogo recuerda que este comportamiento también puede estar vinculado a un rasgo de personalidad: la inquietud o impaciencia, que lleva a algunas personas a querer que todo a su alrededor esté organizado de inmediato, sin que exista una intención altruista consciente.