Josep Borrell

España, ¿a la hora de Berlín o a la de Londres?

La Comisión Europea planteará la abolición de esta práctica mientras el Ejecutivo de Sánchez estudia revertir la decisión de Franco de adecuar el horario a Alemania

El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su encuentro con el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado. EFE/ J.J. Guillén
El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su encuentro con el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado. EFE/ J.J. Guillénlarazon

La Comisión Europea planteará la abolición de esta práctica mientras el Ejecutivo de Sánchez estudia revertir la decisión de Franco de adecuar el horario a Alemania.

La rutina de cambiar las manecillas del reloj en verano e invierno podría llegar a su fin. Tras una consulta pública, el Ejecutivo comunitario está dispuesto a tomar cartas en el asunto y proponer la abolición de esta práctica. Ha sido el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean Claude Juncker, el que lo anunció ayer en la cadena de televisión alemana «ZDF». La propuesta legislativa detallada, que deberá ser debatida por los gobiernos y el Parlamento Europeo, llegará en unas semanas. La comisaria de Transportes, Violeta Vulc, vaticina que para alcanzar un acuerdo será necesario esperar al menos hasta 2020. De momento, nada ha cambiado; el próximo 28 de octubre a las tres de la mañana serán las dos.

Mejor tarde que nunca. «El horario de verano eterno va a llegar. La gente lo quiere y es lo que haremos», aseguró ayer Juncker. Aunque en el territorio comunitario persisten tres husos diferentes, una directiva del año 1996 regula que todos los Estados deben retrasar sus relojes una hora el último domingo de octubre y adelantarlos el último de marzo. Una práctica que cuenta con la oposición de países septentrionales como Finlandia y Lituania, que pidieron a la CE que terminara con esta costumbre. Una resolución de la Eurocámara ya se mostró en contra del cambio horario y la CE ha constatado que el ahorro energético –la razón esgrimida cuando esta práctica comenzó en las guerras mundiales y durante la crisis del petróleo en los 70– es irrisorio.

Puede que el debate tan sólo haya comenzado. Aunque las palabras de Juncker sobre la necesidad de mantener el horario de verano los doce meses son unívocas, el equipo del presidente de la CE se vio obligado después a matizar sus palabras. Los husos horarios continúan siendo competencia nacional y los países europeos seguirían teniendo libertad para decidir si se quedan con el horario de verano o con el de invierno.

¿Qué va a pasar en España? El Ejecutivo que preside Pedro Sánchez aún no ha decidido siquiera por qué huso horario se regirán nuestros relojes en el futuro, pero no cierra la puerta a ninguna posibilidad. En una comparecencia en Costa Rica, el presidente del Gobierno anunció la creación de un comité de expertos para evaluar si el país regresa al que le corresponde por situación geográfica o se queda en el que está instalado desde tiempos de Franco: «Es un asunto importante que necesita un análisis serio y riguroso y un gran consenso». En concreto, fue en 1940 cuando se optó por modificar el horario para adaptarlo al de Alemania.

Antes, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, indicó que el Estado está «bastante de acuerdo» con la eliminación de los cambios horarios. «No observamos que haya tantas ventajas», subrayó, y añadió que el reto de mejorar la conciliación laboral, un asunto muy unido al debate de los husos horarios, es una cuestión «muy interesante» que «está en la agenda del Gobierno», pero aún no han tomado ninguna decisión al respecto y de hecho no entró en detalles sobre si sería más adecuado el horario de verano o invierno. Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, se mostró partidario de adaptar los relojes españoles: «Quizás España tiene que estar en otro huso» más acorde a su posición geográfica. Es decir, al horario GMT, el que tiene ahora Reino Unido y que se asemeja más al de invierno.

Antes de poner el cascabel al gato, Bruselas decidió hacer una encuesta no vinculante entre los ciudadanos. La participación fue arrolladora: más de 4,6 millones entre particulares y empresas. El resultado no deja lugar a dudas: el 84% no quiere seguir cambiando la hora y el 76% considera esta práctica «muy negativa» o «negativa». Tres cuartas partes son alemanes –casi el cuatro por ciento del total del país– seguidos por austriacos (2.94%) y luxemburgueses (1,78%). En el caso español, sólo opinó el 0.19%, que optó de manera masiva por la supresión de esta práctica (93%). Sólo los chipriotas y los griegos se decantaron por seguir cambiando las manecillas del reloj.

Donde parece que no habrá oposición es en la Eurocámara, que ya votó a favor de eliminarlo en febrero de este año en una resolución que en ese momento no era vinculante. El texto fue aprobado por 384 votos a favor, 153 en contra y 12 abstenciones y en él se urgía a la CE a investigar las repercusiones del cambio horario y revisar la directiva. A pesar de esto, el dictamen aprobado por el Parlamento reconocía que no existen investigaciones concluyentes sobre las «repercusiones negativas».