Medio Ambiente
Bruselas obliga a reducir al 90% el CO2 para 2040
El Ejecutivo comunitario habla de gases efecto invernadero y retira la mención al sector agrario, en plenas protestas en la UE
La Comisión Europea sigue decidida a hacer de la lucha contra el cambio climático uno de los ejes principales de su programa político. Bruselas quiere que los Ventisiete se conviertan en un ejemplo para el mundo y que en el año 2050 se alcance la neutralidad climática.
Esto significa desembarazarse casi completamente de los combustibles fósiles y que las emisiones de gases de efecto invernadero que se emitan a la atmósfera puedan ser contrarrestadas por mecanismos de absorción y captura de carbono.
Para conseguir esta meta, los Veintisiete se comprometieron a reducir el 55% de las emisiones para 2030 comparado con los niveles de 1990 y este martes el Ejecutivo comunitario ha anunciado que en el año 2040 la cifra debe ser del 90%. De momento, se trata de una comunicación que pretende dar predictiblidad a gobiernos, inversores y ciudadanos y que se traducirá en una propuesta detallada legislativa de cara a la próxima legislatura que comenzarás tras las próximas elecciones europeas del mes de junio.
La Comisión Europea es consciente de que pisa terreno minado, ya que la revolución verde de Bruselas choca contra ciertos colectivos que ven amenazado su modo de vida. Tras las protestas agrícolas que están sacudiendo a los países europeos del norte a sur del continente, la Comisión Europea ha decidido retirar del documento final la exigencia de un recorte del 30% de las emisiones para la actividad agrícola respecto a los niveles de 2015. Una cifra que sí aparecía en borradores filtrados anteriormente. En la propuesta final tampoco aparecen alusiones a los hábitos alimentarios y la necesidad de rebajar el consumo de carne, ante el peligro también de poner de uñas al sector ganadero europeo.
Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina en el mes de junio, Bruselas teme que la creciente brecha ente el campo y la ciudad de alas a los partidos de índole euroescéptica que pueden acabar canalizando este descontento y de ahí la necesidad de dulcificar el lenguaje. «Con políticas eficaces que recompensen las buenas prácticas hay margen para reducir más rápidamente las emisiones del sector y aumentar la absorción de carbono en la tierra, los suelos y los bosques», reza el texto presentado este martes, sin números que puedan caldear aún más el ambiente.
A pesar de que aún no nos encontramos ante un texto legislativo detallado, Bruselas sí que da cifras cuando se refiere a otros sectores. En cuanto a la energía, el propósito reside en que, en el año 2040, el consumo de combustibles fósiles haya descendido hasta el 80% comparado con los niveles 2021 y que el carbón sea ya una fuente energética del pasado. En cuanto a las emisiones del transporte – tanto de personas como de mercancías– Bruselas quiere que reduzcan también un 80%.
Con este documento, Bruselas quiere ir sentando las bases de futuras inversiones. Según las estimaciones del Ejecutivo comunitario, en esta segunda fase de la transición energética será necesario invertir un 1,5% adicional del PIB cada año si se compara con los niveles de la década de 2011 a 2020. Si nos referimos a la energía, excluyendo el transporte, esto significa 660.000 millones de euros adicionales anuales en el periodo 2031-2050.
En el transporte, esta cifra asciende a 870.000 millones de euros. El Ejecutivo comunitario pretende que la mayoría de las inversiones provengan del sector privado, pero reconoce que también habrá que recurrir a las arcas públicas. Los ingresos obtenidos con el sistema europeo de comercio de emisiones también contribuirán a pagar parte de la factura de las transición energética.
Nunca llueve a gusto de todos. Por eso, para las organizaciones medioambientales estos requisitos son demasiado tímidos. Según Pedro Zorrilla Miras, responsable de la campaña de Greenpeace contra el cambio climático: «La ausencia de un plan para el abandono de los combustibles fósiles, e incluso de las subvenciones, no sólo retrasa la acción climática que necesitamos urgentemente, sino que acabará perjudicando más a la gente. Esto tiene tanto sentido como pretender prevenir el cáncer de pulmón sin dejar de fumar. Según el propio estudio de impacto de la Comisión Europea y el informe del Consejo Científico de la UE, la Unión Europea debe perseguir un objetivo de reducción de emisiones más ambicioso, con emisiones netas cero en 2040, si queremos evitar los peores efectos del cambio climático».
«Esto es un maratón, no un esprint final», ha asegurado el comisario de Acción para el clima, Wopke Hoekstra, durante la rueda de prensa en la que ha habido constantes apelaciones a la necesidad de comenzar un diálogo con todos los sectores de la sociedad y a «no dejar a nadie atrás». Esta legislatura ha estado caracterizada por las tensiones en la votación sobre los ecosistemas europeos, la denominada Ley de restauración de la naturaleza, y el veto in extremis de Alemania sobre la prohibición de los motores de combustión en el año 2035.
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