Francia

Javier Ares, la radio le pisa los talones al Tour

Javier Ares (izda.), acompañado de su equipo habitual de «Radioestadio»
Javier Ares (izda.), acompañado de su equipo habitual de «Radioestadio»larazon

El periodista narra en Onda Cero la carrera ciclista desde la carretera.

Desde el 4 de julio Javier Ares y su equipo de «Radioestadio» se han subido a su bicicleta radiofónica y narran en primera persona y etapa tras etapa todo lo que acontece en el Tour de Francia 2015. Pero, como el periodista asegura, «en esta competición no son sólo bicicletas» y, por ejemplo, en la quinta etapa, entre Arranz y Amiens Métropole, aprovechó la coyuntura para visitar la famosa catedral gótica. Así disfruta de su trabajo en Onda Cero y hace partícipes a los oyentes: «Hace mucho tiempo que el ciclismo es también una actividad turística. A los seguidores les estás haciendo compañía y quizá en 30 kilómetros de carrera no ocurre nada, así hay que salirse de narrar este deporte ‘‘entre vallas’’, o sea sólo la carrera, y contar cusiosidades de cada zona, del paisaje, de la gastronomía...».

Empatía con el oyente

Esta manera de hacer radio ya es característica propia de este profesional, que lleva vinculado al programa 13 años, y que ha visto recompensado su esfuerzo con más de 700.000 oyentes los fines de semana y aún sigue ganando más, según el último Estudio General de Medios. «Va en mi carácter», asegura Ares, que considera este trato al radioyente como «un compromiso y una obligación en los que todas las experiencias que puedas contar aportan algo porque ellos están siendo partícipes del deporte contigo. Y en Francia hay que hablar de esos castillos y los viñedos...». En su haber profesional ha tenido que lidiar con varios deportes diferentes, y esa misma variedad hace difícil cambiar de registro cada vez: «Cada deporte es diferente, he narrado rugby, fútbol y baloncesto, que me apasiona. Hay que tener en cuenta cada idiosincrasia; por ejemplo, mi devoción por el ciclismo viene porque el escenario es descomunal, cosa que no pasa en un partido de fútbol, que es en un recinto». Su compromiso con su trabajo y su amplia experiencia en el medio le han ido enseñando los trucos para mantener la atención de la gente. «La radio necesita una evolución permanente acorde con los tiempos, los gustos y formación del oyente. Tengo siempre presente que es un servicio público en el que hacer compañía a tus oyentes es lo más importante y, además, es gratis. Con magacines tan amplios es necesaria la empatía con ellos, merced a un ritmo alto y una variación constante de temas. En este mundo cualquier cosa se agota en tres minutos, por lo que no se puede monopolizar la emisión sobre un solo tema». Ares considera la radio como «un cajón de sastre» en el que existe la particularidad de que «al minuto te aburre y al siguiente te entretiene». Siempre será partidario de tratar a sus seguidores como personas inteligentes que necesitan diversión. Por eso considera la gestión de los programas de Onda Cero como ejemplar, porque ,«aunque siempre se puede hacer más, estamos en una cadena que no privilegia al deporte por encima de otros temas». El presentador también valora positivamente las nuevas incorporaciones: «Alsina me parece un aire renovador y un profesional, al igual que Lucas. Son de los mayores talentos que tiene este medio». Y matiza: «En Onda Cero, el deporte tiene personalidad propia».

Más una yincana que un deporte

Para Ares, «este año la carrera francesa es la más apasionante de los últimos 30 años, quizá de la edad moderna, desde Eddy Merckx. Porque en la línea de salida hay cuatro grandes corredores que luchan por la clasificación general». Pero estos días no hemos visto más que caídas en cada etapa, que además afectan a líderes de equipos: «Es un recorrido en el que resulta muy difícil evitarlas porque hay mucho aire, lluvia, al lado del mar, cerca del Canal de la Mancha. La existencia de este viento hace que muchos quieran estar delante y eso provoca las caídas». El periodista también explica que el ciclismo se ha ido complicando con las etapas urbanas, ya que «las ciudades son trampas con tantas rotondas. Las etapas son casi yincanas».