El miércoles 4 de junio a últimas horas de la tarde la agencia rusa de noticias Interfax anunciaba que el presidente de la Federación Rusa Vladimir Putin había mantenido una conversación telefónica con el Papa León XIV. Poco más tarde el portavoz vaticano, Matteo Bruni, confirmaba la noticia con un comunicado.

Es la primera vez que ambas personalidades han entablado una conversación sobre los temas más urgentes de la actualidad, más en concreto sobre la guerra que opone a Rusia y Ucrania. Putin había hablado previamente con Donald Trump, pero el presidente ruso, al que el Papa Francisco había recibido en audiencia en tres ocasiones (2013, 2015 y 2019), sólo se había hecho presente con un telegrama de felicitación al recién elegido Pontífice norteamericano.

Esta vez Putin ha agradecido al Papa su disponibilidad para resolver la crisis ruso-ucraniana y ha confirmado su interés de solucionarla “por medios políticos y diplomáticos”, no dejando de acusar a Kiev de provocar una escalada del conflicto con métodos terroristas.

“El Papa –afirmaba el comunicado de la Santa Sede- ha hecho un llamamiento para que Rusia haga un gesto que favorezca la paz y ha subrayado la importancia del diálogo para realizar contactos positivos entre las partes y buscar soluciones al conflicto. También se ha insistido en la urgencia de solucionar la muy grave situación humanitaria favoreciendo el intercambio de prisioneros y la vuelta a su casa de los miles de niños ucranianos deportados a Rusia”. De esta última cuestión se había ocupado el cardenal Matteo Zuppi en sus dos viajes a Moscú en 2023 y 2024, siendo recibido esta última vez por el Ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov.

En ningún caso se ha tratado del ofrecimiento hecho en su día por Prevost de alojar en el Vaticano a las delegaciones de ambos países que ya fue rechazado por Rusia. Pero, como ha declarado el cardenal Parolin, “lo importante no es dónde se celebran las negociaciones sino que éstas tengan lugar”.