Reportaje

Envejecimiento activo e inclusión social

La Comunidad de Madrid y la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad apuestan por las personas mayores para guiar visitas en museos dirigidas a colectivos vulnerables

Reportaje de voluntarios culturales mayores de Ceate en el Museo Naval de Madrid. Ceate tiene como objetivo que las personas mayores, convenientemente preparadas, puedan enseñar de forma voluntaria y altruista los Museos y el Patrimonio Histórico-Artístico español a niños y jóvenes estudiantes, y a grupos de adultos y jubilados que requieran este servicio.
Asunción junto a Judith, Jesús y Yassir en el Museo Naval de MadridAlberto R Roldán

Fomentar la participación social de las personas mayores y acercar la cultura española a colectivos vulnerables. Estas dos ideas se han juntado cuando la Comunidad de Madrid y la Confederación Española de Aulas de la Tercera Edad (Ceate) se unieron para poner en marcha un programa que funciona desde octubre de 2024 y que deja unas cifras positivas. Hasta el pasado mes de marzo se habían realizado más de 4.000 visitas a diferentes museos y espacios culturales, estando guiadas por personas mayores y dirigidas a colectivos como usuarios de los Centros de Participación e Integración de Inmigrantes (CEPI); residencias y centros de día; y entidades que incluyen a personas con discapacidad, mujeres con dificultades o menores.

Según explicaron recientemente desde la Comunidad, este proyecto «fomenta la integración social y cultural», y lo hace desde «la experiencia y dedicación» con la que cuentan «los voluntarios culturales de Ceate». Estas personas, por su edad y vivencias, se alzan como buenos candidatos para acercar la cultura y la historia de España a colectivos vulnerables. Colectivos que, tal vez, tengan pocas oportunidades para conocer el país en el que viven y disfrutar de sus espacios.

La consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales de la comunidad madrileña, Ana Dávila, visitó hace un mes el Museo Naval, uno de los espacios que participa en esta iniciativa. Allí señaló que gracias al convenio firmado con Ceate «se consigue una fusión de culturas muy especial, una unión entre generaciones única, y se apuesta por que la cultura sea más accesible». Además, destacó que «se refuerza el papel activo de las personas mayores, evitando su soledad y apostando por su envejecimiento saludable».

En ese mismo Museo Naval están hoy Judith, Jesús y Yassir. Los tres son usuarios de distintos CEPI y han venido a que María Asunción les guíe por el «mundo marino» que explica la historia del mundo exterior. Los Centros de Participación e Integración de Inmigrantes tienen entre sus objetivos prioritarios la prestación de un servicio para la integración e inclusión social. Allí, a Yassir le han ayudado a aprender el idioma, y charlando con LA RAZÓN en una de las salas del Museo Naval, usa expresiones que invitan a felicitarle por tal manejo del castellano; a Jesús, que vino desde Venezuela con su mujer, se le escapa una sonrisa cuando dice que «estar en el CEPI es estar como en casa».

Tanto ellos como Judith están acostumbrados a visitar museos y espacios culturales, una de las actividades que más valoran. Ahora, a esa experiencia se le suma una guía, una mujer experimentada con un conocimiento infinito y una pasión que otorga cierta teatralización a la visita. O lo que es lo mismo, más diversión.

Judith, que es de Colombia y lleva dos años y tres meses en España, incide en que «es importante conocer la historia de todos los lugares, independientemente de si ahora hay cosas que parezcan malas o buenas». El papel de Asunción lo tacha de «excelente», y explica que «te cautiva, se mete dentro de lo que ocurrió y consigue que, de alguna manera, lo revivas». Pero Judith no es solo usuaria, sino también voluntaria en el CEPI de Chamartín. Conoció estos centros por internet y tras dos años de experiencia se reafirma en lo especialmente gratificante que puede ser el voluntariado. «Muchas veces crees que solo estás ayudando a la otra persona, pero también te ayudas a ti. Colaboras contigo misma, te sientes útil y feliz. Es recíproco. Todos los que hacemos voluntariado hacemos una labor muy bonita, y supongo que así lo sentirán quienes guían estas visitas», dice.

Jesús, que lleva seis años en España, comenta que «uno anda siempre solo por ahí», y que por eso, cuando su esposa conoció el CEPI de Villaverde Bajo, se animó a ir. «Es maravilloso. Es como volver a estar en mi casa», reconoce. Todos los viernes coge el tren en Alcalá de Henares, donde vive, y llega hasta Villaverde Bajo. Dice que se tarda «un poco»: más de hora y media; pero que merece la pena y que «iría todos los días». Hace un par de semanas visitó el Museo de Ciencias Naturales, y también el Reina Sofía. «Me llamaron para decirme que se hacía hoy esta actividad y aquí estoy. También me han comentado que están intentando llevarnos al Museo del Prado. Ojalá se pueda», comenta optimista este nuevo amante de los museos, que anima a cualquier persona, «mayor o joven», a venir. Al Naval y a cualquier otro. «Hay muchos buenos», afirma.

Jesús destaca de Asunción su conocimiento en la materia y aprovecha para reivindicar la labor de los mayores: «Es importante que nos den nuestro papel, que colaboremos o seamos usuarios de los CEPI. Que nos juntemos y hagamos cosas». La conversación adquiere un tono más emocional cuando cuenta que un compañero del centro «está pasando un mal momento porque falleció su esposa. Se siente triste, pero cuando viene allí, está acompañado. Está mejor». Según su experiencia, «estas cosas y estas actividades, como las visitas a los museos, son especiales para nosotros».

Yassir, que llegó hace dos años desde Marruecos, es compañero de Jesús en el CEPI de Villaverde Bajo, e igual de apasionado por los museos. Recuerda que antes de venir a España no tuvo «ninguna oportunidad para conocer nada de la cultura de aquí», pero gracias a lo que se hace en el CEPI, «ahora sabe muchas cosas de personajes famosos, de lugares históricos y de costumbres». Asegura que les ayudan a integrarse «con mucha amabilidad» y que se siente muy agradecido de poder hacer actividades como esta.

Reportaje de voluntarios culturales mayores de Ceate en el Museo Naval de Madrid. Ceate tiene como objetivo que las personas mayores, convenientemente preparadas, puedan enseñar de forma voluntaria y altruista los Museos y el Patrimonio Histórico-Artístico español a niños y jóvenes estudiantes, y a grupos de adultos y jubilados que requieran este servicio.
Reportaje de voluntarios culturales mayores de Ceate en el Museo Naval de Madrid. Ceate tiene como objetivo que las personas mayores, convenientemente preparadas, puedan enseñar de forma voluntaria y altruista los Museos y el Patrimonio Histórico-Artístico español a niños y jóvenes estudiantes, y a grupos de adultos y jubilados que requieran este servicio.Alberto R Roldán

El Museo Naval era una de las tareas pendientes de este hombre, y verlo de la mano de Asunción le ha encantado. «¡Es un mar de conocimiento! Sabe cómo explicarte las historias, cómo llevarte a esa época. Creo que nadie mejor que una persona mayor podría hablar de la historia de un país. Son los más indicados porque son la relación entre el pasado y el futuro».

Pero, ¿quién es Asunción? María Asunción Sordo Sánchez es voluntaria cultural de Ceate y lleva nueve años «de pasión» guiando visitas en el Museo Naval: «El mejor museo naval del mundo. Y no porque lo diga yo, porque lo dicen los hechos, y los hechos son tozudos», cuenta mientras recorre las salas de lo que parece, realmente, su casa. Esta mujer, licenciada en Derecho, formó parte de la primera promoción de mujeres inspectoras en «el Cuerpo Superior de Policía, que era como se llamaba antes». En 1979 las mujeres no podían ingresar en las Fuerzas Armadas, pero a ella lo que realmente le habría gustado es ser militar. Una espinita que, de cierta manera, salda ahora con ser guía en este museo.

Asunción había tenido sus primeros contactos con el voluntariado en una residencia de mayores en Pozuelo de Alarcón (Madrid), a la que acudió durante cuatro años. Sin embargo, cuando falleció su madre, lo dejó porque «no podía transmitir alegría si no la sentía yo». No obstante, algo se activó nuevamente cuando fue a realizar una visita al Palacio de Fernán Núñez (Madrid), y el guía dijo que era voluntario. «Le pregunté qué hacer para poder guiar visitas en ese tipo de edificios, y entonces me habló de Ceate», narra. No obstante, había un problema: «Dijo que no me dejarían porque era muy joven y había que tener más de 60 años». Pero esta exinspectora de Policía estaba bastante acostumbrada a romper «costumbres», así que fue a la sede de Ceate igual. Allí hizo un curso para habilitarse como guía y tras unos meses llegó a donde siempre había querido estar, a su museo favorito, del que ya no ha salido... Y no saldrá, «hasta que Dios me lo permita, tenga capacidad de concentración y pueda estudiar». Dice que esto le ha aportado y le aporta un sinfín de conocimientos, «porque entré sin tener ni idea de barcos», y al verla pasear por las instalaciones y comentar cada detalle, es indudable que ahora, algo, sabe; asegura también que le aporta seguridad, confianza, «a nivel mental y físico»; que le permite participar en proyectos tan positivos como éste; e insiste en que lo mejor es seguir conociendo «nuevas personas, historias, oportunidades. Y salir de casa y ponerte guapa», sentencia antes de aclarar que nunca dice su edad.

El Museo Naval era una de las tareas pendientes de este hombre, y verlo de la mano de Asunción le ha encantado. «¡Es un mar de conocimiento! Sabe cómo explicarte las historias, cómo llevarte a esa época. Creo que nadie mejor que una persona mayor podría hablar de la historia de un país. Son los más indicados porque son la relación entre el pasado y el futuro».

Pero, ¿quién es Asunción? María Asunción Sordo Sánchez es voluntaria cultural de Ceate y lleva nueve años «de pasión» guiando visitas en el Museo Naval: «El mejor museo naval del mundo. Y no porque lo diga yo, porque lo dicen los hechos, y los hechos son tozudos», cuenta mientras recorre las salas de lo que parece, realmente, su casa. Esta mujer, licenciada en Derecho, formó parte de la primera promoción de mujeres inspectoras en «el Cuerpo Superior de Policía, que era como se llamaba antes». En 1979 las mujeres no podían ingresar en las Fuerzas Armadas, pero a ella lo que realmente le habría gustado es ser militar. Una espinita que, de cierta manera, salda ahora con ser guía en este museo.

Asunción había tenido sus primeros contactos con el voluntariado en una residencia de mayores en Pozuelo de Alarcón (Madrid), a la que acudió durante cuatro años. Sin embargo, cuando falleció su madre, lo dejó porque «no podía transmitir alegría si no la sentía yo». No obstante, algo se activó nuevamente cuando fue a realizar una visita al Palacio de Fernán Núñez (Madrid), y el guía dijo que era voluntario. «Le pregunté qué hacer para poder guiar visitas en ese tipo de edificios, y entonces me habló de Ceate», narra. No obstante, había un problema: «Dijo que no me dejarían porque era muy joven y había que tener más de 60 años». Pero esta exinspectora de Policía estaba bastante acostumbrada a romper «costumbres», así que fue a la sede de Ceate igual. Allí hizo un curso para habilitarse como guía y tras unos meses llegó a donde siempre había querido estar, a su museo favorito, del que ya no ha salido... Y no saldrá, «hasta que Dios me lo permita, tenga capacidad de concentración y pueda estudiar». Dice que esto le ha aportado y le aporta un sinfín de conocimientos, «porque entré sin tener ni idea de barcos», y al verla pasear por las instalaciones y comentar cada detalle, es indudable que ahora, algo, sabe; asegura también que le aporta seguridad, confianza, «a nivel mental y físico»; que le permite participar en proyectos tan positivos como éste; e insiste en que lo mejor es seguir conociendo «nuevas personas, historias, oportunidades. Y salir de casa y ponerte guapa», sentencia antes de aclarar que nunca dice su edad.