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Polémica

Fármacos. Mitos, realidades y controversias

Los estudios meramente observacionales sobre el paracetamol y el autismo no han determinado ningún vínculo de causa directa

Cajas de este medicamento ANDY RAINEFE

Las cifras señalan que cerca de un 1% de la población del planeta tiene trastorno del espectro autista o TEA. Al hablar de un trastorno estamos refiriéndonos a una gran y diversa serie de síntomas y grados cuya causa es muy compleja y no puede reducirse a un medicamento. Aunque sabemos que la genética juega un papel principal, la idea de que la exposición a ciertos medicamentos o sustancias químicas pueda aumentar el riesgo de TEA ha generado intensos debates, a menudo impulsados por información errónea.

La controversia más conocida es la que vincula las vacunas con el TEA. Esta hipótesis se basa principalmente en la preocupación histórica por el timmersal –un conservante a base de mercurio que se usaba en algunas vacunas, hoy casi totalmente retirado– y un estudio de 1998 que fue posteriormente retractado y desacreditado por fraude.

Desde entonces, numerosos estudios a gran escala en todo el mundo han concluido de manera consistente que no existe un vínculo causal entre las vacunas en general, incluyendo las que contenían timmersal, y el desarrollo del TEA.

A pesar de ello, en algunos casos, sí existe un posible vínculo con algunos fármacos. La Confederación Autismo España señala que «la información disponible en la actualidad no permite establecer una vinculación causal directa de la toma del valporato y la presencia de TEA, aunque sí su consideración como un factor de riesgo para trastornos del neurodesarrollo». Es decir, que podría incidir, que no es lo mismo que causar.

Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), básicamente los antidepresivos comunes (como la fluoxetina, sertralina, etc.), también están en el centro del debate. En este sentido, los estudios han arrojado resultados contradictorios. Algunos sugieren un leve aumento en el riesgo de TEA cuando la madre los toma durante el embarazo, mientras que otros no encuentran ninguna asociación cuando se controlan factores clave. La evidencia no es clara por lo tanto y a eso contribuye un importante factor. La depresión materna no tratada en sí misma es un factor de riesgo conocido para problemas en el desarrollo del bebé. Por lo tanto, es muy difícil separar el efecto del medicamento del efecto de la condición subyacente. ¿Es el ISRS o es la depresión?

Y esto es importante ya que muchas investigaciones científicas se centran en medicamentos de uso común durante el embarazo. El objetivo es centrarse en las etapas de desarrollo neuronal del feto.

Es crucial entender que el autismo es el resultado de la compleja interacción de múltiples factores genéticos y ambientales. Si bien es vital identificar y mitigar los riesgos ambientales conocidos, la ciencia respalda que ningún medicamento único es la «causa» del autismo en la inmensa mayoría de los casos.

¿Por qué se sospecha del paracetamol? La realidad es que la sospecha no surge del paracetamol en sí mismo, sino de su uso durante periodos críticos del desarrollo cerebral. Algunos estudios observacionales sugieren que el uso frecuente o prolongado de paracetamol por parte de la madre durante el embarazo podría estar asociado con un leve aumento en el riesgo de que el niño o la niña presente posteriormente síntomas del espectro autista (TEA) o de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).

Al mismo tiempo, el uso en las etapas iniciales de la vida también se ha estudiado para intentar encontrar una relación. Pero no se ha determinado ningún vínculo.

La hipótesis biológica propuesta es que el paracetamol, al actuar sobre el sistema endocannabinoide –importante en el desarrollo neuronal– podría, en circunstancias muy específicas, alterar este desarrollo. Es decir, condicionalmente y en casos muy específicos, lo que indica que podría haber una puerta genética o ambiental (o ambas) que el paracetamol abriera… si se administra en ciertos casos, en determinadas etapas del desarrollo.

A estos condicionantes hay que sumarles las limitaciones de los estudios que señalan la relación. Y aquí es donde debemos ser muy cautos. La gran mayoría de los estudios que encuentran una asociación son estudios de carácter observacional. Esto significa que no prueban causalidad, solo observan una correlación (dos cosas que ocurren juntas), pero no pueden demostrar que una cause la otra.

También hay que señalar lo que se conoce como factores de confusión o, en pocas palabras, la dificultad para descartar otras explicaciones. Por ejemplo, la razón por la que la madre tomaba paracetamol (una fiebre alta, una infección, un dolor crónico) podría ser la verdadera causa del posible efecto en el neurodesarrollo, y no el medicamento en sí. Una infección viral con fiebre alta durante el embarazo es, por sí misma, un factor de riesgo.

En este marco, el consenso científico actual, que incluye organizaciones como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) y varias sociedades de ginecología, señala que el paracetamol sigue siendo el analgésico y antipirético de elección considerado más seguro para usar durante el embarazo y la infancia cuando es necesario.

La razón es simple: la fiebre alta y el dolor intenso no tratados durante el embarazo suponen un riesgo mucho mayor y demostrado para el feto que el potencial y aún no confirmado riesgo del paracetamol. Dicho esto, es importante no propiciar el pánico o la desinformación y acudir siempre a fuentes fiables. Que alguien conocido señale una relación entre fármacos y un trastorno con causas muy complejas –tanto que la ciencia lleva décadas estudiando y no logra determinar el origen o los orígenes– no hace que esa relación exista. Por lo tanto, la recomendación es siempre contar con indicaciones del pediatra, ginecólogo o médico de cabecera. No automedicarse –lo que incluye «dosis altas de autoinformación en internet»– y evitar el uso rutinario o prolongado sin una supervisión médica clara.

Así, como en ciencia y en salud, la recomendación es la prudencia. El paracetamol es un medicamento seguro cuando se usa correctamente, pero como con cualquier sustancia, su uso debe ser justificado y moderado, especialmente en periodos sensibles como el embarazo y la primera infancia.