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Religión

Francisco alertó de «intrigas mafiosas» en el caso Torreciudad

El obispo de Barbastro dice contar con el aval del Papa fallecido sobre el conflicto con el Opus Dei

Torreciudad Opus Dei Efe

El obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, se planta ante el Vaticano. No está dispuesto a «aceptar lo que no puedo aceptar», por muchas «presiones» que reciba. Así lo expresó ayer en la catedral de la ciudad, durante la misa que cerraba las fiestas de la Virgen del Pueyo. El pastor rompía el silencio mantenido sobre el conflicto abierto entre el Opus Dei y la Diócesis aragonesa sobre la gestión del santuario de Torreciudad, enclave vinculado al carisma de san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Fue en 2020 cuando la Prelatura se dirigió al Obispado con una petición de novación contractual sobre el centro de peregrinaciones sobre un acuerdo inicial firmado en 1962. Se inició un diálogo que acabaría dinamitándose hasta tal punto el 9 de octubre de 2024, el Papa Francisco designó al decano del Tribunal de la Rota, Alejandro Arellano, como comisario pontificio plenipotenciario para mediar y buscar una solución. Un año después, más allá de resolverse el entuerto, según lo manifestado ayer por el obispo, se complica.

Sin detallar cuál podría ser la propuesta final que estaría barajando Roma, Pérez Pueyo reivindicó en su homilía «la dignidad de nuestro pueblo», que definió como «humilde y pequeño», pero «con una dignidad gigante y una fidelidad inquebrantable». En este empeño, desveló que en todo este proceso habría contado con el aval del fallecido Pontífice.

De hecho, el obispo desveló ante sus vecinos algunos de los mensajes de apoyo de Jorge Mario Bergoglio. «Ángel, no cedás», le escribió Francisco en 2023, mientras que en una carta del 13 de octubre del año pasado, cinco días después de nombrar al comisario, le advirtió de «las intrigas mafiosas que están en curso» sobre Torreciudad.

Junto a estos «scoop» lanzados desde el altar, Pérez Pueyo explicitó ayer uno de los motivos de enfrentamiento con la Prelatura. Se trata de la devolución de la talla de Nuestra Señora de los Ángeles, conocida como la Virgen de Torreciudad, del macrotemplo erigido por el Opus Dei hace medio siglo a su ermita original. «Durante más de mil años ha estado en manos de nuestro pueblo, que la ha querido, tocado, besado y protegido incluso a costa de la propia vida durante la guerra», explicaba en la misa.

A la par, argumentaba que no se trata de una «petición baladí», sino que también se respeta el emplazamiento original en Fátima o Lourdes. En relación a este asunto, Pérez Pueyo también reveló el respaldo manifiesto de Francisco en una audiencia hace justo un año: «Ángel, ¿bajaron ya la Virgen?».

Sin embargo, no es la talla la única preocupación de la Diócesis de Barbastro-Monzón. Las diferencias con la Prelatura se concentrarían en el estatus que debe tener el enclave y en la transparencia económica. Desde el Opus Dei se dejó caer que detrás de esta disputa se encontrarían discrepancias sobre el montante anual que se paga al Obispado por la cesión del espacio. Este argumento lo desmontó el propio obispo el pasado julio cuando propuso públicamente que el Vaticano tomara las riendas de Torreciudad, convirtiéndolo en santuario internacional. De esta manera, la Diócesis renunciaría a recibir compensación monetaria alguna, a la par que lanzaba un aviso a Roma sobre la gestión financiera del lugar, algo que niegan desde el Opus Dei.

Este órdago veraniego junto al plante de ayer responden además a un clima de desconfianza del obispo, después de que en junio se filtrara un borrador de resolución planteado por el comisario cuando se encontraban en plena negociación.

Quienes conocen a Pérez Pueyo comparten que es consciente del peaje a pagar por externalizar el conflicto, que podría traducirse en un traslado o en defenestrarle. «Acatará, pero no firmará», aseguran en su entorno sobre un acuerdo que dañe «a nuestro pueblo».

Eso sí, descartan una dimisión del pastor, como se ha llegado a insinuar. No en vano, su actitud iría acorde con la reflexión que compartió ayer: «Gustosamente vengo luchando hasta la extenuación en defensa de nuestro pueblo, de su dignidad, de su devoción y religiosidad popular, sin importarme ningún sacrificio».