ONG Nadiesolo
"Tras el ictus me quedé solo, ahora tengo un grupo de amigos"
José Sánchez es visitado desde hace seis años por cuatro voluntarios con los que "paseo, charlo y nos reímos de todo"
A los 60 años, José Sánchez sufrió el 3 de mayo de 2016, dos días antes de su 61 cumpleaños, un ictus en su casa de Valdezarza, un barrio del oeste de Madrid, "mientras estaba planchando": "Me cambió la vida no de un día para otro, de una hora para otra". Tras una vida cómoda y tranquila como empleado de banca, llamó rápidamente a su hermano: "Me llevó al centro de salud, me dijeron que fuese rápidamente al hospital y pasé cinco días en la UCI de la Fundación Jiménez Díaz. Celebré mi cumpleaños en la UCI y logré salir".
José, soltero y con su hermano, su suegra y su sobrino viviendo en Aluche, empezó una nueva vida en la que la falta de movilidad le condujo a la soledad no deseada, un sufrimiento silencioso que afecta al 13,4% de la población española: "Pasé de tomar algo todas las semanas con amigos del barrio a estar casi todo el tiempo en casa sin hablar con nadie». Por suerte, «unos meses más tarde una vecina me habló de la ONG Nadiesolo": "Les llamé y tres días después vino a verme Pepe", contaba a LA RAZÓN este martes en una cafetería cercana a la Residencia Santa Hortensia en la que vive desde hace casi un año tras una caída que le envió a la silla de ruedas.
Pepe Jiménez, de 80 años, es el coordinador del grupo formado por Pepe y otros tres voluntarios que le visitan desde hace 6 años, primero en su casa de Valdezarza y desde julio del año pasado en esta residencia en Parque de las Avenidas donde, pese a que José vive con cerca de 100 personas, "no se puede hacer nada más que salir al jardín": "Me llevo bien con todos, pero es muy aburrido. Soy el más joven y, aunque puedo salir solo a la calle, no me dejan por seguridad", explica mientras desayuna churros y porras con Antonio Castillo, ingeniero de Caminos jubilado de 74 años y voluntario de Nadiesolo desde hace más de 10 años.
"Este me llama viejo porque es más joven que yo", bromea Antonio. José le replica sonriente: "Nunca te he llamado viejo". Antonio sigue con la coña y vuelve a hacer reír a José: "No pasa nada, dice que soy un anciano memorable". Poco después, comienzan a hablar en serio sobre su amistad que les une desde la primera visita a la casa de José en marzo de 2017. "José se convirtió en uno más del grupo", cuenta Antonio. "Me acompañan Pepe, Antonio, José Luis y Federico. Suelen venir todos los miércoles por la mañana y los jueves por la tarde", añade José antes de salir de la cafetería para dar un paseo por un parque cercano en el que la sombra es la mejor aliada para continuar esta charla distendida. José Luis García, 85 años, y Federico Martínez, "el jovencito" de 45 años, completan este grupo de amigos al que José se unió "porque desde el principio charlo con ellos, paseo y nos reímos de todo".
"Hemos tenido años muy buenos porque antes José podía moverse más, dábamos paseos largos para ir a la compra, hacíamos excursiones a la sierra... luego se cayó y perdió mucha movilidad", recuerda Antonio antes de insistir a José que "tienes que ir al médico para volver a caminar". "Voy a llamarle", le tranquiliza José, quién no tiene Whatsapp y apenas habla con nadie por teléfono. "Así me gusta, ese es ahora el gran objetivo", celebra Antonio, uno de los más de 2.000 voluntarios de la ONG Nadiesolo que acompañó en 2022 a más de 40.000 personas que sienten soledad no deseada.
Hace más de 10 años, Antonio comenzó como voluntario después de prejubilarse: "Un día en el Colegio de Caminos un antiguo profesor me habló de Nadiesolo, me incorporé y hasta hoy", recuerda satisfecho de dar su tiempo a personas como José que necesitan, simplemente, alguien con quién charlar.
Isabel Antúnez, directora de Nadiesolo, explica que en 1995 "un grupo de unas 25 personas deciden en Madrid que tenemos que dedicarnos a las personas que sufren emocionalmente porque están solas": "Empiezan a detectar que es un mal que es muy grande. Estamos muy acostumbrados a ver organizaciones y movimientos que son súper importantes que atienden cosas de primera necesidad de las personas para que tengan cobijo, comida, ropa... pero a veces se nos podía olvidar la parte emocional y espiritual", reflexiona Antúnez sobre el nacimiento de esta ONG en un tiempo en que la salud mental no estaba entre los principales temas de la agenda política ni mediática. "Pedimos a los voluntarios un mínimo de dos horas a la semana y empatía con los usuarios, nada más. Trabajamos principalmente en la Comunidad de Madrid. Si llega un caso de fuera de Madrid, les derivamos a otras asociaciones", detalla Antúnez. En nuestro país, el 12,2% de los mayores entre 65 y 74 años y el 21,9% de los jóvenes sufren soledad no deseada o aislamiento involuntario, apunta un estudio pionero publicado en abril del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada de la Fundación ONCE.
Además de insistirle para que "vaya al traumatólogo", Antonio ha hecho a José esta semana la declaración de la renta: "Le robo poco", comenta haciendo reír a José una vez más. Antonio y su grupo de amigos también han "adoptado" a un joven treintañero con problemas de movilidad que vive con su madre "muy mayor y muy menudita". Además de cantar en un coro, Antonio también acompaña a mayores en una residencia: "Tengo experiencia porque mis suegros estuvieron en una residencia muchos años. Creo que tengo buena entrada con los usuarios. Me sentía cómodo y ellos creo que se sentían cómodos conmigo", explica con una voz grave y sosegada.
A pesar de su aburrida estancia en la residencia, José entiende que su hermano, su cuñada y su sobrino "no tienen tiempo de venir a verme": "Desde que estoy en la residencia no han venido a visitarme". Antúnez detalla que los más de 20.000 voluntarios de Nadiesolo acompañan a "1.200 personas en más de 20 residencias": "En domicilios acompañamos a más de 700 usuarios, estamos junto a 160 personas con discapacidad, la mitad de ellos menores, con los programas de voluntariado para el ocio". La directora de Nadiesolo subraya que "organizamos salidas de decenas de usuarios y voluntarios dos sábados al mes". Después de que "el verano pasado los hospitales y las residencias volvieran a permitirnos acompañar a pacientes y ancianos, este año llegaremos a acompañar a unas 70.000 personas, cifras prepandemia": "No se trata de hacer números, sino de acompañar a quienes lo necesitan. Un voluntario de hospital acompaña a varios pacientes. Muchos de ellos sólo necesitan acompañamiento durante su ingreso y después ya no nos necesitan. Vuelven a su vida con amigos y familiares".
Tras más de seis años de amistad, Antonio ha aprendido de José "su capacidad de aceptar su situación": "Nunca le he oído una queja. Luego nos indignamos porque está frío el café". José agradece a Antonio, Pepe, José Luis y Federico "las anécdotas que me cuentan y que son unos cachondos".
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