Opinión
Imágenes eternas
Uno de los mayores peligros del móvil es la posibilidad de dejar al descubierto la intimidad de una persona sin su consentimiento
Tener un teléfono móvil es tener el universo a mano. Poder convertirse en la persona más lista tras consultar cualquier dato en nuestra pantalla o viajar al otro lado del planeta a golpe de click. Es una maravilla que seres humanos de otros tiempos no llegaron a disfrutar, pero también incluye peligros espantosos. Uno de ellos es no vivir la vida por grabarla; pero el mayor, el más aterrador es, sin duda, la posibilidad de exponer la vida de otros a los demás, dejar al descubierto su intimidad y causarles un daño irreparable. Y pasa de manera recurrente.
El último y flagrante episodio es el de los cuatro futbolistas investigados, tres de la cantera del Madrid y uno del Castilla, que presuntamente difundieron un vídeo en el que uno de ellos mantiene relaciones consentidas con una menor. Un consentimiento para las relaciones, pero no para que nadie grabara ese vídeo y menos para que lo difundiera. La Guardia Civil analiza ahora después de haber llamado a los investigados para declarar, tras ser denunciados por la madre de la menor, a cuántas personas pudo llegar ese vídeo.
Las penas a las que se enfrentan, unos por difundir el vídeo y otro por haberlo grabado, podrían ser de hasta cinco años por la difusión y captación del vídeo y verse agravadas por ser consideradas tenencia y distribución de pornografía infantil. No sé en qué quedará esté caso, pero espero que la ley sea implacable y blinde con una condena ejemplar esa privacidad que puede vulnerarse tan fácilmente, sacando el móvil del bolsillo y grabando cualquier cosa con él. Un milagro muy corriente, que supone una condena eterna para el grabado, porque ya se sabe que nada es eterno salvo las imágenes que corren por las redes.
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