
Entrevista
"Una investigación desafía paradigmas sobre los efectos de la nicotina"
Fredik Nyström, profesor experto en Medicina Interna y Endocrinología, asegura que la UE debe reevaluar sus estrategias para luchar contra el tabaco y tener en cuenta el ejemplo de Suecia

El profesor Fredrik Nyström, experto en Medicina Interna y Endocrinología de la Universidad de Linköping, Suecia, compartió datos de su trabajo de investigación, realizado a lo largo de tres décadas. Se ha centrado en áreas como la obesidad, la regulación del apetito, la insulina, el colesterol, la hipertensión, la arteriosclerosis, el metabolismo, la diabetes y los efectos de la nicotina en el cuerpo. Según explica, el éxito de Suecia en la lucha contra el tabaquismo se debe a una política de reducción de daños donde se promueve la sustitución del tabaco combustible por formas alternativas de nicotina.
Profesor Nyström, ¿qué motivó su extensa investigación sobre los efectos de la nicotina?
Durante mis 30 años de experiencia clínica, observé que había una gran confusión entre los efectos del humo del tabaco y los de la nicotina en sí misma. Muchos profesionales dentro del sector de la salud hacían esta asociación incorrecta, lo que nos llevó a cuestionar los verdaderos impactos aislados de la nicotina en el cuerpo.
¿Cómo se estructuró el estudio?
Realizamos 56 experimentos de laboratorio con estudiantes de medicina voluntarios. Probamos cuatro condiciones diferentes: snus con nicotina, snus sin nicotina como placebo, vino tinto con alcohol y vino tinto sin alcohol. Esto nos permitió aislar los efectos específicos de nicotina y alcohol.
¿Qué fue lo más sorprendente de los resultados?Que el único efecto significativo observado fue un leve aumento de 6 milímetros de mercurio en la presión arterial tras consumir snus con nicotina, comparable al efecto del café.
¿Cómo se comparan estos resultados con las percepciones previas sobre la nicotina?Los resultados desafían muchas percepciones anteriores. Por ejemplo, encontramos que los usuarios regulares de snus tienden a tener una presión arterial ligeramente más baja que los no usuarios, lo que contradice muchas de las creencias sobre los efectos de la nicotina a nivel cardiovascular.
¿Qué implicaciones podrían tener estos resultados en las políticas de salud pública?
Los datos sugieren que debemos reevaluar nuestras estrategias para reducir el daño asociado al tabaco. Para los fumadores que no pueden o no quieren dejar la nicotina, las alternativas sin humo podrían representar una buena opción.
¿Cómo equilibrar estos resultados con la preocupación por el uso de nicotina en jóvenes?Es un equilibrio delicado. Aunque los datos sugieren que la nicotina podría ser menos perjudicial de lo que se pensaba, sigue siendo una sustancia adictiva. No queremos que estos resultados se interpreten como un incentivo para el consumo de nicotina.
¿Cómo deberían interpretar estos resultados los profesionales de la salud?Es importante mantener una perspectiva equilibrada. Estos resultados no significan que la nicotina sea segura, pero sugieren que debemos diferenciar mejor entre los riesgos del tabaquismo y los de la nicotina en sí misma, lo que podría ayudar a desarrollar estrategias más efectivas para dejar de fumar.
¿Cuál es la situación del consumo de tabaco en Suecia en comparación con otros países de la Unión Europea (UE)?Suecia tiene la tasa de tabaquismo más baja de la UE: solo el 5% de la población fuma diariamente, en comparación con un promedio europeo del 23%. En 1995, Suecia tenía tasas similares a otros países de Europa (alrededor del 25%). El caso sueco es único porque, mientras el consumo de tabaco fumado ha disminuido drásticamente, muchos suecos han cambiado al snus, que es legal en Suecia pero prohibido en otros países de la UE. Aproximadamente el 20% de los hombres suecos usan snus regularmente, mientras que solo el 1% de las mujeres lo hace.
¿Qué impacto ha tenido esto en las tasas de enfermedades relacionadas con el tabaco?Suecia tiene las tasas más bajas de cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares relacionadas con el tabaco en Europa. La tasa de mortalidad por cáncer de pulmón entre los hombres suecos es menos de la mitad del promedio europeo: 26 por cada 100.000 habitantes en Suecia, frente a 57 por cada 100.000 en la UE.
¿Qué explica estas diferencias significativas?
Lo que llamamos la «experiencia sueca» demuestra que cuando las personas tienen acceso a alternativas de nicotina menos dañinas, como el snus, o las bolsas de nicotina, tienden a abandonar el tabaco de combustión. En 2023, solo el 5% de los suecos menores de 30 años fumaba, en comparación con tasas del 20-30% en países como Francia y Alemania.
¿Sabemos si existe información sobre el impacto económico de este cambio?
Los costes sanitarios relacionados con el tabaquismo en Suecia son significativamente más bajos que en otros países. En 2022, el sistema de salud sueco gastó aproximadamente el 0.8% del PIB en enfermedades relacionadas con el tabaquismo, en comparación con un promedio del 2.5% en la UE.
¿Cómo ha reaccionado la Unión Europea al modelo sueco?
Existe un intenso debate. Algunos países, como Dinamarca y Noruega, han comenzado a considerar enfoques similares, pero la mayoría mantiene la prohibición del snus.
¿Se han observado cambios generacionales en los patrones de consumo?
Sí, muy significativos. Entre los suecos nacidos después de 2000, menos del 3% son fumadores regulares, la tasa más baja de cualquier grupo de edad en Europa, mientras países como Francia y España registran tasas del 15-20%.
A pesar de estos resultados positivos, existe una fuerte resistencia que quiere ilegalizar el snus y restringir las bolsas de nicotina en la UE.
¿A qué se debe esto?
El debate es complejo y tiene múltiples dimensiones. Los opositores a la legalización presentan preocupaciones legítimas en varios frentes. En salud pública, preocupa el riesgo de cáncer oral y pancreático, aunque significativamente más bajos que los del tabaco fumado. También hay problemas relacionados con la dependencia de la nicotina y la salud oral, especialmente la recesión gingival. A nivel regulatorio, los críticos señalan la dificultad de establecer y hacer cumplir normas de calidad uniformes en toda la UE. También existe preocupación por la posible aparición de un mercado negro y por los desafíos para estandarizar el empaquetado y las advertencias sanitarias.
¿Cómo evalúa usted tales contraargumentos?
Si bien todas estas preocupaciones merecen una consideración seria, los datos epidemiológicos de Suecia son difíciles de ignorar. Tenemos evidencia clara de que una política de reducción de daños, que incluya el acceso a alternativas menos dañinas, puede suponer mejoras significativas en la salud pública. El reto está en encontrar un equilibrio entre estas preocupaciones legítimas y el potencial beneficio que existe.
¿Afectan estas «resistencias» a la investigación en este área?
Las controversias en torno al snus han dificultado la realización de investigaciones objetivas sobre sus efectos. Muchos investigadores dudan en estudiar alternativas al tabaco fumado por temor a ser vistos como promotores de estos productos. Esto crea una brecha significativa en nuestra comprensión científica.
¿Esta brecha significativa afecta a políticas de salud pública?
Tiene múltiples impactos. En primer lugar, muchas decisiones políticas se toman sin una base científica sólida, a menudo basadas más en una precaución excesiva que en evidencia. Por ejemplo, mientras que tenemos décadas de datos de Suecia que muestran resultados positivos, faltan estudios comparativos detallados en otros contextos culturales y socioeconómicos. La falta de investigación lleva a políticas restrictivas, lo que a su vez dificulta la realización de nuevos estudios. Por ejemplo, en países donde el snus está prohibido, es prácticamente imposible realizar estudios poblacionales sobre sus efectos, lo que perpetúa la falta de datos que podrían informar mejor a las políticas públicas.
¿Hay consecuencias prácticas de esta situación?
Sí, y muy concretas. Los profesionales de la salud a menudo carecen de orientación clara sobre cómo aconsejar a los pacientes que quieren dejar de fumar. La falta de investigación también afecta al desarrollo de protocolos de tratamiento y a la formación de un consenso médico sobre las alternativas al tabaco tradicional.
¿Cómo podemos superar este estancamiento?
Necesitamos un cambio en la forma en que abordamos la investigación sobre la reducción de daños en el tabaquismo. Primero, separando claramente la investigación científica de las posiciones políticas sobre el control del tabaco. Segundo, desarrollando protocolos de investigación que puedan evaluar tanto beneficios como riesgos de los diferentes enfoques. Y tercero, estableciendo colaboraciones internacionales para estudiar experiencias exitosas.
¿Tendría esto implicaciones más allá del debate sobre el snus?
Definitivamente. Esta situación ilustra un desafío más amplio en salud pública: cómo equilibrar la precaución con la innovación. El mismo patrón se repite en debates sobre otras estrategias de reducción de daños, como los programas de intercambio de agujas o las terapias de sustitución. La falta de una investigación adecuada a menudo lleva a una polarización innecesaria y retrasa que se implementen políticas muy beneficiosas.
¿Existen ejemplos positivos de políticas de control del tabaco basadas en evidencia?
Sí, varios. Nueva Zelanda ofrece un ejemplo interesante reciente. Basado en una amplia investigación, implementaron un enfoque gradual que combina restricciones al tabaco tradicional con acceso regulado a alternativas menos dañinas. Los datos preliminares muestran reducciones significativas en el consumo de tabaco, especialmente entre los jóvenes. Reino Unido también ha adoptado un enfoque pragmático basado en evidencia. Sus políticas reconocen una jerarquía de riesgos entre los diferentes productos de nicotina y adaptan la regulación en consecuencia. Esto ha dado lugar a una de las mayores caídas en las tasas de tabaquismo en Europa, después de Suecia.
¿Cómo se comparan estas políticas con la experiencia sueca?
Suecia sigue siendo única por tener datos a largo plazo, más de 30 años. Pero lo interesante es que donde otras jurisdicciones han adoptado elementos del enfoque sueco, los resultados han sido consistentemente positivos.
¿Cuáles son los obstáculos para una adopción más amplia de políticas basadas en evidencia?
El mayor desafío sigue siendo la resistencia institucional al cambio. Incluso con evidencia sólida, muchos prefieren mantener enfoques tradicionales. También está el desafío de comunicar eficazmente la evidencia científica compleja a los responsables de políticas y al público en general.
¿Cómo se puede mejorar esta comunicación?
La comunicación eficaz de la evidencia científica requiere un enfoque multicanal. Para los profesionales de la salud, nos centramos en datos epidemiológicos detallados. Para el público en general, utilizamos comparaciones prácticas y visualizaciones de datos. Para los responsables de la formulación de políticas, enfatizamos los análisis de coste-beneficio y el impacto en la población. Pronto publicaré un libro («Ease the burden off your shoulders», disponible en Amazon) sobre divulgación científica para que más personas entiendan mejor qué hace el uso de nicotina, alcohol, comida, café... al cuerpo y a la salud. La intención es educar sobre la investigación existente de manera científicamente correcta.
¿Cómo involucrar a la comunidad científica en este proceso y qué mensaje le mandaría?
Necesitamos fomentar y capacitar a los científicos para la comunicación pública. En Suecia incluimos formación en comunicación científica en los programas de posgrado en salud pública. También hay que reconocer y premiar a los científicos que se dedican a la difusión científica de calidad. Y les diría que la ciencia siempre debe estar abierta a cuestionar los paradigmas establecidos. Nuestra investigación muestra la importancia de separar hechos de suposiciones, y de basar nuestras políticas de salud en evidencia sólida, no en conceptos preconcebidos.
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