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Entrevista
Letrado del Consejo de Estado en activo desde 1998, Jesús Avezuela está al frente de la Fundación Pablo VI. Creada por el cardenal Herrera Oria, esta plataforma de la Iglesia española promueve el diálogo con la cultura, la política y la sociedad. O lo que es lo mismo, abandera la Doctrina Social de la Iglesia que sembró León XIII y ahora busca poner en primer plano el Papa Prevost.
Ha habido quinielas sobre los nombres del Papa y sobre el tiempo de duración del cónclave. Se hablaba de Iglesia dividida. Sin embargo, este nombramiento ha roto todas las previsiones. ¿Ha querido la Iglesia enviar un mensaje en el propio cónclave?
El cónclave ha tenido una breve duración de apenas 24 horas, lo que prueba que fue muy acertado prolongar algún día más las congregaciones generales anteriores para que los cardenales tuvieran la oportunidad de conocerse mejor y hablar entre ellos. Y también denota que desde el mismo cónclave se ha pretendido irradiar un mensaje de unidad. En términos de número, el cónclave no era fácil: se integraban más de 70 nacionalidades, probablemente el más internacional; con un alto número de cardenales, 133. Obtener dos tercios de los votos, esto es, 89 papeletas con el mismo nombre, era tarea ardua. Por eso, insisto en ese mensaje de unidad que se ha querido transmitir con la elección de un Papa integrador.
Un Papa agustino, misionero, norteamericano, de doble nacionalidad y con una visión global de la Iglesia. ¿Qué puede aportar ese perfil?
Es un perfil en sintonía con la vocación universal de la Iglesia. Tanto por su propio itinerario biográfico (norteamericano de nacimiento, peruano de adopción y europeo de ascendencia familiar), como por su dimensión misionera y los puestos ocupados (prior general de los agustinos y responsable en el Dicasterio del nombramiento de obispos) que han contribuido a acrecentar esa visión universal.
Se habla de una línea continuista. ¿Qué cambios, no obstante, augura?
El Papa de cada momento de la historia es un eslabón más de la cadena. No debemos olvidar que León XIV no sustituye al Papa Francisco, sino que es el sucesor de Pedro. Todos los pontificados suponen un cambio, pero es un cambio en continuidad. No hay rupturas traumáticas. Son cambios que se producen de acuerdo con los signos de los tiempos.
El hecho de que haya elegido el nombre de León XIV, ¿qué significado tiene?
Hay un paralelismo con el Papa anterior que llevó su nombre, León XIII. Éste fue un Papa del último cuarto de siglo XIX y principios del XX que coincidió con la revolución industrial y las revueltas obreras y sociales; fue el Papa de Rerum Novarum y la Doctrina Social de la Iglesia. Actualmente, vivimos otra gran revolución, la tecnológica, que está generando un gran impacto también en el trabajo y en la sociedad, que necesariamente llevará a una actualización de la DSI.
La Iglesia es más que diplomacia, pero el Papa es también un referente moral en el mundo ¿cómo puede ayudar este Papa a limar las relaciones con EE UU, entre otros?
La Iglesia es la diplomacia más antigua del mundo y sabe muy bien cómo activar los resortes diplomáticos en cada momento. Nos encontramos en un mundo poco amigable, y la Iglesia tiene un protagonismo esencial, también desde ese plano más de la diplomacia que permita atenuar y aliviar esa hostilidad que está aflorando con determinados líderes. El presidente de EE UU Donald Trump, que ha sido uno de los primeros en enorgullecerse de la nacionalidad norteamericana del Papa, ha sido también uno de los primeros que ha solicitado ser recibido por él. En sí mismo, esto ya es un paso importante y puede considerarse de alguna manera un primer efecto favorable diplomático.
En un mundo que se dice descreído o alejado de la religión, la Iglesia ha sido estos días más que nunca el centro de atención. ¿Forma parte de la era mediática que vivimos o es síntoma de algo más?
Vivimos, por un lado, en una sociedad muy mediática y eso explica en parte la expectación mediática que se ha generado, tanto en el funeral del Papa Francisco como en el cónclave. Pero no sólo eso. En un mundo de absoluta inmediatez y de velocidad vertiginosa, está llamando mucho la atención el respeto que la Iglesia tiene por la historia, por los ritos, que transmiten una imperturbabilidad y serenidad que atrapa. También hay que destacar el propio carisma del Papa Francisco, que produjo una profunda atracción también en aquellos que no tienen una sensibilidad religiosa por la forma en la que abordó determinadas cuestiones. Y, en cuarto lugar, y no por ello menos importante, hay una clara sed espiritual. En este sentido, quiero destacar la delicadeza con la que, en general, los medios de comunicación han abordado este tema. Hay que agradecerlo.
Francisco abrió nuevas líneas en el ámbito de la Doctrina Social de la Iglesia: ecología y tecnología, etc. Hoy, uno de los grandes problemas es el trabajo. ¿Podría ser este Papa el de las encíclicas sobre el trabajo y la inteligencia artificial?
La Doctrina Social de la Iglesia está abierta a los nuevos planteamientos que surgen en las relaciones sociales o económicas y es bien visible que estamos en un momento de absoluto cambio, de lenguajes y temáticas nuevas, como la Inteligencia Artificial y las transformaciones del trabajo, con impacto en la educación o en las relaciones sociales, entre otras. Estoy seguro que todo ello será bien tenido en cuenta por el Papa León XIV que tiene una extraordinaria formación, como agustino que es, y personifica en sí mismo el diálogo entre Ciencias y Humanidades.
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