Entrevista
Jordi Nomen: «Hay adolescentes que se sienten excluidos del feminismo»
En su nuevo libro, el docente trata de reforzar los vínculos entre jóvenes y adultos y romper con los mitos que rodean a la Generación Z: «Menos porno y más educación sexual»
Lleva más de treinta años sentándose frente a adolescentes cada día en el aula. Los conoce como la palma de su mano y se lanzó a escribir el libro «Cómo hablar con un adolescente y que te escuche» (Arpa) para romper con los mitos injustamente asociados a las generaciones púberes que rebosan «pavo» e incoherencia, la pauta definitoria de esta etapa de la vida. Es más, en sus clases de Filosofía que imparte en la escuela Sadako de Barcelona, este profesor traslada al más puro estilo «Merlí» dilemas éticos para confrontarles con la vida haciendo uso todas las herramientas posibles. También tecnológicas, aunque estas, «con prudencia», dice.
¿Cuáles serán las secuelas emocionales de los adolescentes actuales y su adicción a la tecnología, especialmente, a las redes sociales?
La tecnología es uno de los factores que, en los jóvenes, contribuye a la ansiedad y la depresión que algunos padecen. La presión que ejercen las redes sociales sobre ellos es brutal. Viven para el «like» y si este no llega, su autoestima sufre una barbaridad. Las redes sociales seguirán ahí y requiere educar en su uso. Cuando publican algo con la intención de recibir determinados comentarios y estos no llegan, o no lo hacen de la manera esperada, no saben gestionarlo. A esto hay que sumar el maltrato que se puede sufrir a través de estas plataformas. Antes era un acoso que podía producirse en la escuela o en la calle, ahora es un maltrato 24 horas.
¿Cómo afecta su consumo excesivo de redes a la concentración y exigencia de inmediatez?
Están acostumbrados a una descarga de dopamina inmediata, todo lo contrario a lo que se necesita para la concentración. Sus lecturas son diagonales, de ahí que su comprensión lectora se resienta. Por todo ello es necesario encontrar espacios de desconexión digital, como debe ocurrir en clase, donde se imponga el diálogo y vean que también pueden hallar placer hablando con los demás.
Uno de cada 10 adolescentes sufre algún episodio de depresión antes de cumplir los 19 años y el suicidio es la segunda causa de muerte de los jóvenes españoles. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?
No hay un único factor que contribuya a esta tendencia, pero también es cierto que estamos creando generaciones de cristal que no toleran la frustración en absoluto. No les estamos enseñando a frustrarse y es necesario. Si no se aprende a gestionar la incertidumbre y la frustración aparecen luego problemas. Si les quitamos todos los obstáculos para que no fracasen llega un momento en que no saben cómo abordar ningún problema, se convierten en personas profundamente débiles y desprotegidas ante la vida. Si a esto le sumas que están en un momento de cambios, de imprevisión, de angustia por la velocidad a la que se producen las modificaciones, surgen estos episodios de depresión y autolisis. Parte de la solución pasa por darles más responsabilidad y aparecerá el sufrimiento, pero este es parte de la vida y hay que enseñar a gestionarlo.
¿Un adolescente es maduro para pedir un cambio de registro de género o comenzar un proceso de transición?
Los adolescentes están en el proceso de construcción de la identidad tanto real como digital. Yo creo que esta edad no es la apropiada para proceder a una toma de decisión como el cambio de identidad de género. Creo que hay que esperar. Lo importante es no manifestar rechazo hacia esa persona, porque si no lo perdemos. Hay que realizar una labor de acompañamiento y entendimiento, pero no dar pasos en una transición y menos si son irreversibles. Cada uno va a su ritmo en la búsqueda de la identidad y los adultos debemos estar a su lado para que no se cierren sobre sí mismos. Hay que escucharles y evitar que se precipiten en determinadas decisiones en este sentido. Lo que hay que dar libertad es para que se manifiesten como sientan.
El 50% de los jóvenes consume porno, el 25% lo hace antes de los 12 y el 30% lo utiliza como única fuente de información sobre sexo. ¿Cuáles serán las consecuencias?
Que tendrán un concepto de la sexualidad distorsionado. Interiorizan lo que ven en el porno y les conduce a prácticas de placer inmediatas, y complejos físicos y de conducta, así como de autoestima. El porno destroza muchas cosas y provoca muchísimos problemas en los adolescentes. No debe ser su referencia sexual.
¿Deberían ponerse barreras para evitar un acceso de los menores a contenidos pornográficos?
La regulación la veo naturalmente muy bien, pero siendo sinceros los adolescentes de hoy se saltan las regulaciones con gran facilidad. Poniendo dificultades no vamos a evitar que entren en algunos sitios. Creo que más allá de la prohibición de acceso a determinados contenidos está la educación sexual. que debe partir de casa y de la escuela desde edades muy tempranas. No basta con quitarles el problema de delante, debemos enseñarles a hacer un consumo responsable y a comprender la sexualidad. Si esto no se habla, los adolescentes acudirán al porno.
El 40% de los jóvenes afirma no utilizar preservativo...
Esto es también muy preocupante. Yo cuando hablo con ellos en clase reconocen que no lo usan porque les da vergüenza ir a comprarlo. Quizá deberíamos hablar más con ellos para conocer el origen de sus problemas. En este caso se solucionaría poniendo máquinas de preservativos en vez de que tengan que ir a la farmacia o al supermercado. También hay otros motivos, como, una vez más, el consumo de porno, donde no se utiliza preservativo. Aquellos que tienen como única referencia el porno no querrán utilizarlo en sus relaciones sexuales.
En su libro habla también del machismo entre los más jóvenes. ¿No son generaciones más igualitarias y menos patriarcales?
Depende de la educación que hayan recibido tanto en su entorno familiar como en la escuela. Sin embargo, también creo que el feminismo debe vender un mensaje de igualdad, porque eso es en definitiva el feminismo. Si en lugar de trasladar ese mensaje lo único que se dice es que hay que luchar por la mujer, pero no se incorpora en esta lucha al hombre, suele ocurrir que los adolescentes se sienten rechazados. Creo que se explica mal lo que implica ser feminista. No hay que hablar de un predominio de la mujer. En clase veo cómo los chicos, particularmente, entienden el movimiento feminista como un ataque hacia ellos. La clave está en centrarse en la promoción de igualdad entre ambos sexos y que sean conscientes de ello. No se puede excluir la figura del hombre en la lucha feminista.
¿De ahí el aumento del machismo juvenil?
Está claro que si te sientes excluido de algo vas a reaccionar contra ello. En este caso, la consecuencia es un mayor conservadurismo entre los jóvenes.
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