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¿Lavas los platos a mano? El error que comete casi todo el mundo y que no los desinfecta del todo
Aunque parezca una tarea simple, lavar los platos a mano esconde errores frecuentes que pueden dejar tus utensilios menos limpios de lo que imaginas

Para aquel que no tiene lavavajillas, la escena se repite a diario: después de comer, alguien abre el grifo, llena el fregadero con agua jabonosa y comienza a fregar platos, vasos y cubiertos. El gesto es tan rutinario que rara vez se cuestiona si realmente es eficaz. Sin embargo, los expertos advierten que lo que muchos consideran “limpieza” no siempre garantiza la eliminación de bacterias ni la desinfección completa de la vajilla.
Lo que a primera vista parece un hábito higiénico puede esconder un error común. De hecho, un lavado rápido con agua tibia y detergente no suele ser suficiente para garantizar la seguridad alimentaria.
¿Qué se debe tener en cuenta a la hora de lavar los platos a mano?
Uno de los fallos más frecuentes al lavar a mano es usar agua demasiado fría o apenas tibia. Según la Agencia de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), para que el detergente actúe con todo su potencial y se eliminen microorganismos es necesario superar los 60 °C. En la práctica, la mayoría de los hogares no llegan a esas temperaturas porque resultan incómodas para las manos.
¿La consecuencia? Las bacterias presentes en restos de comida, como E. coli o Salmonella, pueden sobrevivir en la superficie de los utensilios. Además, el agua poco caliente no disuelve con eficacia la grasa, lo que obliga a frotar más y aún así deja residuos invisibles.
El contraste es evidente si se compara con un lavavajillas automático: estos electrodomésticos alcanzan temperaturas superiores a 65 °C, lo que garantiza una desinfección mucho más eficaz.
No todos los detergentes son iguales
El jabón que se elige también marca la diferencia. Para platos con exceso de grasa, como sartenes o cazuelas, se recomiendan productos con agentes desengrasantes potentes. Para el uso cotidiano, los expertos aconsejan detergentes con acción antibacteriana, capaces de reforzar la limpieza cuando el agua no es lo suficientemente caliente.
Sin embargo, el error más habitual es pensar que “más cantidad de detergente equivale a más limpieza”. En realidad, un exceso de jabón puede dejar restos químicos si no se enjuaga bien, lo que además de afectar al sabor de la comida resulta poco saludable.
Secar bien: un paso que muchos olvidan
El lavado no termina al aclarar. Los platos húmedos expuestos al aire o apilados sin cuidado pueden convertirse en un imán para polvo, moho y bacterias. Según estudios de la National Sanitation Foundation (NSF), los paños de cocina y las tablas de cortar están entre los objetos más contaminados de una casa, por lo que descuidar el secado multiplica los riesgos.
La recomendación es clara: dejar escurrir los platos boca abajo sobre una superficie limpia o secarlos con un paño exclusivo para la vajilla, lavándolo con frecuencia.
Por otro lado, si hay un utensilio de cocina bajo sospecha, ese es la esponja. Utilizada a diario, húmeda casi todo el tiempo y en contacto con restos de comida, se convierte en un caldo de cultivo para los gérmenes. Investigaciones publicadas en Scientific Reports llegaron a contabilizar hasta 45.000 millones de bacterias en una sola esponja usada.
Para reducir riesgos, los expertos aconsejan desinfectarla de forma regular, bien sumergiéndola en vinagre, introduciéndola en el microondas durante unos segundos o directamente sustituyéndola cada dos o tres semanas. Como alternativa, los cepillos de cerdas duras o las herramientas específicas para vajilla acumulan menos bacterias y duran más.
Consejos prácticos para un lavado eficaz
Lavar bien no tiene por qué ser más complicado, solo requiere cambiar algunos hábitos:
- Retira los restos grandes de comida antes de empezar.
- Empieza con los utensilios menos sucios (vasos y cubiertos) y deja las ollas y sartenes para el final.
- Frota y aclara sin prisas: la eficacia depende del tiempo de contacto con el detergente.
- Si has tenido invitados o preparaste alimentos de riesgo (como pollo crudo), utiliza desinfectantes específicos para la vajilla.
Lavar los platos parece una tarea sencilla, pero hacerlo de manera incorrecta puede comprometer la higiene en la cocina y, en última instancia, la salud de quienes viven en casa. Si no se alcanzan temperaturas adecuadas o se descuida el secado, el riesgo de que microorganismos sobrevivan en la vajilla es más alto de lo que se suele pensar.
Con pequeños cambios en la rutina: usar detergentes adecuados, controlar la temperatura del agua, renovar la esponja y secar correctamente; es posible transformar un gesto cotidiano en un hábito realmente seguro. Al fin y al cabo, en la cocina, la higiene no es un detalle menor: es la primera línea de defensa frente a posibles intoxicaciones alimentarias.
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