Un nuevo Papa

León XIV arrasó con más de cien votos en el cónclave

Prevost fue elegido Papa en tiempo récord con una mayoría transversal

Retrato papal de León XIV
Primer retrato papal de León XIVVatican News

Una victoria incontestable. Y en tiempo récord. El cónclave largo que algunos auguraban hasta hace unos días se fue al traste. Se profetizó un tiempo de encierro extenso en la Capilla Sixtina como fruto de una supuesta fractura letal dentro de la Iglesia con un «lobby» de bloqueo ultraconservador más que significativo. A eso se uniría la dispersión del voto púrpura, en tanto que ocho de cada diez cardenales eran novatos y no se conocían. Sin embargo, tan solo cuatro votaciones fueron más que suficientes para entregar la Sede de Pedro al norteamericano Robert Prevost.

Según han comentado a LA RAZÓN fuentes eclesiales, ya en la tercera votación, esto es, el pasado jueves por la mañana, el cardenal agustino habría estado muy cerca de alcanzar los 89 sufragios, esto es, la mayoría de dos tercios exigida para ser nombrado Papa. Así pues, la primera votación de la tarde, que se inició poco después de la cuatro, los respaldos se multiplicaron hacia el todavía prefecto del Dicasterio para los Obispos.

Ningún otro candidato podía hacerle sombra. No había alternativa. Y parece ser que tampoco se planteó opción sólida alguna ya desde la primera votación de sondeo en la Sixtina, que tuvo lugar en la tarde del miércoles.

De uno y otro lado

De esta forma, Prevost, sin necesidad de haber hecho campaña, se habría topado con una mayoría transversal de votantes, entre los que se incluirían grupos tan determinantes como los pastores de Latinoamérica y España, gran parte de los norteamericanos, una nutrida representación de los curiales no italianos, así como el de los cardenales pertenecientes a congregaciones religiosas, llegados de los cinco continentes.

Reflejo de los avales que tendría Prevost desde el arranque es el hecho de que su primera alocución como Obispo de Roma en la logia de las bendiciones fuera un texto elaborado y extenso. Sería prácticamente imposible escribirlo en esa hora y diez minutos que transcurrieron desde el recuento definitivo a su salida a la plaza. León XIV solo habría podido redactar el discurso entre el almuerzo, en torno a las doce y media de la mañana y el rato de descanso posterior, si no antes.

Lo cierto es que tal fue el convencimiento de los cardenales que todavía estaban indecisos el jueves por la mañana y que habían optado hasta entonces por otros nombres, que en la cuarta votación, León XIV arrasó.

«Es un excelente Papa y obtuvo mucho más de cien votos». Lo afirmó ayer a mediodía el cardenal de Madagascar, Désiré Tsarahazana, arzobispo metropolitano de Toamasina. El purpurado rompió parte del secreto absoluto que prometió al salir del primer encuentro del nuevo Papa en el Aula Nueva del Sínodo con el Colegio Cardenalicio después de su designación.

Fue precisamente en ese mismo auditorio vaticano donde hace tan solo unos días, en una de las sesiones de las llamadas congregaciones generales, Prevost compartió unas reflexiones que podrían estar detrás de la rotundidad a la hora de lograr un apoyo tan relevante. «Fue técnicamente impecable», señala uno de los asistentes a estas reuniones donde se analizó el presente y futuro de la Iglesia y del mundo.

De esta manera, Prevost logró convertirse en Papa en la cuarta votación, al igual que Benedicto XVI. Con una diferencia. Si en el caso de Joseph Ratzinger se le daba por favorito desde que falleció Juan Pablo II, el purpurado norteamericano sí se encontraba entre los más respaldados por los cardenales, pero ignorado por la mayor parte de la opinión pública, especialmente por los medios italianos. La figura del cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, opacó de tal manera que no se esperaba margen para otras alternativas. Y, menos aún cuando la fumata blanca se dejó ver por la tarde. El humo parecía anunciar el retorno del Papado a Italia, pero no fue así.

Ayer precisamente rompió su silencio Parolin. Y lo hizo a través de un escrito que remitió al «Il Giornale di Vicenza», en el que reconoce que la experiencia que vivió en la Sixtina fue «fuerte y apasionante». En el texto, el secretario de Estado de la Santa Sede comparte su «alegría» porque «en tan poco tiempo» la Iglesia haya encontrado un pastor a la vez que visibiliza su respaldo inequívoco al nuevo Sucesor de Pedro elegido: «Estamos cerca de él con nuestro afecto, nuestra obediencia y nuestras oraciones».

Sin desvelar ningún detalle del proceso electoral, destaca que a la designación de Prevost le siguió «un aplauso muy largo y caluroso». «Lo que más me impresionó de él fue la serenidad que brillaba en su rostro en momentos tan intensos y, en cierto sentido, ‘dramáticos’, porque cambian por completo la vida de un hombre», subrayó.

De la misma manera, relata que «nunca perdió su dulce sonrisa», a pesar de «los numerosos y nada sencillos problemas que la Iglesia debe afrontar hoy». «El nuevo Papa es muy consciente de los problemas del mundo actual», remarca el cardenal Parolin en su escrito.

Además, desvela que su relación con el nuevo Papa arrancó «al inicio de mi servicio como Secretario de Estado para un tema espinoso concerniente a la Iglesia en Perú, donde era obispo de la diócesis de Chiclayo». «Luego tuve la oportunidad de colaborar directamente con él en los últimos dos años, después de que el Papa Francisco lo llamara a Roma y lo pusiera a cargo del Dicasterio para los Obispos», detalla. De esta etapa curial, destaca su «conocimiento de las situaciones y de las personas , la calma en la argumentación, el equilibrio en la propuesta de soluciones, el respeto, la atención y el amor hacia todos».

Con más naturalidad se ha expresado otros de los papables italianos, el arzobispo de Bolonia, Matteo Zuppi. «¿Muchos esperaban que fuera Papa? Yo nunca lo esperé. Primero, el Bolonia debe ganar la liga, empecemos por la Copa Italia», bromeó el purpurado al ser preguntado por un grupo de periodistas. De la misma manera, calificó como «buena» la elección de León XIV.