Religión
León XIV y Francisco: el maridaje para renovar el fichaje de obispos
Dos meses después de su elección, Prevost mantiene los criterios para nombrar prelados que compartía cuando era el prefecto del ramo
Este viernes a mediodía la Santa Sede comunicaba el traslado del obispo de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué, a Málaga. Aunque oficialmente no se le considera un arzobispado en el sentido tradicional de la palabra, la realidad es que el prelado oscense pastoreará el quinto territorio eclesiástico más populoso de España, solo por detrás de Madrid, Valencia, Barcelona y Sevilla, además de ser una de las regiones más pujantes, no solo en piedad popular, sino también como motor social y económico.
Así pues, la designación de este canonista de 57 años puede considerarse no solo un ascenso, sino una apuesta en toda regla de León XIV, que comienza ya a dibujar el perfil de los líderes que dirigirán el presente y futuro de la Iglesia. Junto a Satué, el Papa agustino ya ha firmado en España la entrega de otra mitra y otro báculo, en este caso, al sacerdote catalán Daniel Palau, que estará al frente de Lleida, que aúna su experiencia a pie de parroquia con un reconocimiento a su labor docente, en tanto que ha sido vicedecano de la Facultad de Teología de Cataluña y vicerrector del Ateneo de Sant Paciá.
«Los dos son hombres que han sabido traducir a la realidad de hoy el Concilio Vaticano II y que han aterrizado en sus respectivas áreas de trabajo la sinodalidad promovida por Francisco y que León XIV ha asumido como propia», explica alguien que conoce de primera mano a Satué y Palau. El Papa corroboraba el perfil que busca en su meditación jubilar de este pasado miércoles, cuando esbozó que busca obispos que sean hombres de vida teologal, fe, esperanza, caridad pastoral, prudencia y pobreza evangélica.
Lo cierto es que, camino de los dos meses de Pontificado, hay quien ha buscado jugar al juego de las diferencias entre Robert Prevost y Jorge Mario Bergoglio, hasta el punto de contraponerlos, incluido en su criterio para designar obispos. «Claro que León XIV tiene su impronta, pero desde que Francisco nombró prefecto del Dicasterio para los Obispos, la sintonía entre ellos era real y palpable, ambos tienen claro que buscan esos pastores ‘con olor a oveja’ y abiertos ‘a los signos de los tiempos’», explican desde Roma a LA RAZÓN, para ratificar no solo que hay continuidad, sino refuerzo de una línea pastoral que no parece frenarse ni dar un giro.
Así, instan a no fijarse solo en España, sino en otras latitudes, como el nombramiento de Shane Mackinlay como arzobispo de Brisbane, la tercera ciudad más grande de Australia, uno de los redactores del documento final del Sínodo, partidario del diaconado femenino y de la acogida al colectivo LGTBI a través de las bendiciones que propició Francisco en el documento «Fiducia Supplicans».
En cualquier caso, tanto los fichajes actuales como los firmados durante los primeros días de pontificado contarían con el doble aval de Francisco y León XIV. Después de que las ternas presentadas por los nuncios de los diferentes países llegan a Roma, el «casting» se somete a estudio en la llamada «fábrica de los obispos» que presidía el entonces cardenal Prevost. Con el dictamen elaborado por el equipo internacional de asesores, el actual Papa presentaba al Papa fallecido el correspondiente informe de cada uno de los candidatos, si bien en algún caso esa terna se devolvía al origen por considerar que la propuesta no era idónea. Esta decisión se habría producido en más de una ocasión –y de dos– en el caso español, hasta tal punto que se llegó a crear una comisión informal de obispos para asesorar al ya ex embajador vaticano, Bernardito Auza, por sus erradas sugerencias. «Fue una tutela excepcional que no debería adoptarse a futuro, pero que ha sido más que necesaria hasta ahora», deja caer un eclesiástico consultado por este diario.
«Cada sábado Francisco y Prevost se reunían para ir reconfigurando la Iglesia universal, con especial interés en el Episcopado español», comparten desde el Vaticano. De ahí, que esta fuente consultada por LA RAZÓN tire por tierra los rumores lanzados en estas semanas de que un posible diálogo reciente entre Auza y León XIV le habría abierto los ojos sobre el panorama eclesial español. «El Papa actual sabe perfectamente qué pasa y cómo actuó el nuncio, porque lo ha sufrido», remarcan. Además, con la designación de Palau y Satué, al paso también se tambalearía la tesis expuesta en algunas sacristías patrias que sostenían un frenazo en seco de cualquier proceso de selección hasta la llegada de un nuevo nuncio.
Así pues, no se para el engranaje en España, pero tampoco en Roma. Hasta que designe prefecto, León XIV sigue asumiendo en la práctica esta tarea, trabajando mano a mano con el secretario del departamento y encargado de todo este engranaje desde 2013, el arzobispo brasileño Ilson de Jesús Montanari. Así pues, uno y otro estarían ahora manejando expedientes que abrió Bergoglio, pero que no culminó. O lo que es lo mismo, son ternas que Prevost podría modificar o tumbar en caso de que hubiera cambiado el retrato robot de los obispos de esta nueva era. A priori, no parece ser así.
En esta casuística entrarían Satué y Málaga. Desde la Santa Sede, certifican que la apuesta para pastorear Costa del Sol llega con el respaldo sin fisuras de León XIV, Montanari y el equipo asesor, del que forman parte los cardenales españoles Juan José Omella y José Cobo, amén del propio Satué, que no puede participar en esta deliberación. La balanza se habría inclinado hacia él frente a los otros candidatos sin margen de dudas por su «impecable hoja de servicios» en Teruel, según exponen los sacerdotes de la zona. A esto se unirían otros encargos paralelos que le hizo Francisco y que habrían sido puestos en valor por su sucesor. Por un lado, le nombró comisario pontificio para volver a juzgar un caso de abusos sucedido en el colegio Gaztelueta, un centro vinculado al Opus Dei. Si bien la justicia civil condenó al docente denunciado, la Iglesia lo exoneró con una sentencia polémica. Tras el proceso llevado a cabo por el nuevo obispo de Málaga, dio por probados los hechos y dictaminó que se trataba de «una causa grave que justifica la expulsión de la Prelatura».
Por otro lado, designó a Satué delegado pontificio del Instituto del Verbo Encarnado, un movimiento fundado hace cuatro décadas con 3.000 religiosos distribuidos en 45 países, que acumula en su seno abusos sexuales, de poder y conciencia. Hoy la investigación continúa abierta, y sigue en sus manos.