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Un nuevo Papa

León XIV: un Papa "made in USA"

El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, con 69 años, fue elegido ayer por la tarde el nuevo Sucesor de Pedro

Así serán las primeras 24 horas del Papa León XIV: del 'Habemus papam' a su primera Misa AP

Los 1.400 millones de católicos, y de alguna manera toda la humanidad, estrenan Papa. León XIV es ya el Sucesor de Pedro número 267 desde ayer a las seis y diez de la tarde. El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez logró el respaldo del Colegio Cardenalicio en la n la tarde del jueves 8 de mayo de 2025. Se resuelve así la incógnita surgida desde que el pasado 21 de abril falleciera Francisco a los 88 años por un ictus. Con 69 años y nacido en Chicago, era uno de los candidatos que ya partía como favorito antes de que los purpurados ingresaran en la Capilla Sixtina. Perteneciente a Orden de San Agustín, este religioso ha sido durante diez años el superior general de esta congregación religiosa que hoy por hoy es una «multinacional» católica de referencia, en tanto que están presente en medio centenar de países con más de 2.800 miembros con presencia en todos los ámbitos sociales, desde colegios a parroquias.

Según ha podido confirmar LA RAZÓN, su intervención en las llamadas congregaciones generales, esa asamblea preparatoria para el cónclave que se ha celebrado en estas últimas semanas, habría sido «técnicamente impecable» por respaldar la reforma emprendida por el primer Pontífice latinoamericano de la historia. Eso sí, se expresó «con la prudencia y timidez que le caracterizan». De hecho, según estas mismas fuentes, este mismo domingo, cuando su nombre corría por los mentideros vaticanos como favorito, decidió mantenerse al margen dedicando la tarde a jugar al tenis. Preguntado este colaborador cercano a Prevost por si podría ser considerado un Papa «trumpista», contestó: «Ni por asomo».

Su espíritu reformista le llevó a ser víctima esta última semana de «fake news» que le vinculaban con el encubrimiento de un presunto caso de abusos durante su etapa episcopal en Perú. Unas acusaciones tachadas de montaje precisamente por haber respaldado a Francisco en su lucha por destapar la corrupción en el Sodalicio de Vida Cristiana, un movimiento ultracatólico peruano disuelto hace apenas unos meses.

El nuevo Pontífice toma las riendas de la Iglesia católica con un perfil que aúna la experiencia pastoral con una gestión aplaudida en los encargos que ha ido asumiendo a lo largo de su ministerio. Y no solo al frente de los agustinos. Después de terminar su mandato en 2013 y dedicarse a la formación de futuros religiosos en su ciudad de origen, Francisco puso la mirada en él para nombrarle obispo de Chiclayo, una diócesis periférica y pobre de Perú, en 2015. El Papa argentino nunca le quitó el ojo de encima y en 2023 le fichaba para formar parte de su equipo más estrecho de colaboradores. Le nombraba prefecto del Dicasterio para los Obispos. Conocida como la «Fábrica de los obispos», desde entonces para Jorge Mario Bergoglio ha sido un apoyo imprescindible en el centro de operaciones de referencia que le ha permitido renovar a los prelados de todo el planeta para conformar una red de pastores «con olor a oveja».

Es precisamente su cargo como prefecto el que le ha permitido mantener una relación directa con dos de los cardenales electores españoles presentes en el cónclave: los arzobispo de Madrid y Barcelona, José Cobo y Juan José Omella. Ambos son miembros de pleno derecho de este departamento.

Con estas credenciales se presentaba ayer ante el mundo León XXIV, un nombre que evoca a Raffaele Luigi Pecci, el Papa italiano de finales del siglo XIX que apuntaló la Doctrina Social de la Iglesia, esto es, todo el magisterio referente a los derechos de los trabajadores en plena revolución industrial. Con Jorge Bergoglio, al que conoció en Buenos Aires, compartía su visión sobre los pobres y los migrantes. Era «un hombre que quería vivir el Evangelio con autenticidad, con coherencia», ha subrayado el cardenal agustino de Francisco, y entre sus enseñanzas más preciadas ha destacado su deseo de «una Iglesia pobre, que camina con los pobres, que sirve a los pobres».

Prevost se asomó a la logia central para pronunciar su primera bendición «Urbi e orbi» en torno a las siete y media de la tarde, más de una hora después de la fumata.

Visiblemente emocionado, recuperó para su primera aparición la muceta roja y el roquete de Benedicto XVI que su inmediato predecesor obvió.

La meticulosidad en su trabajo que destacan quienes le conocen, unida a su timidez, se hizo visible en un primer discurso que tenía escrito. Con un llamamiento a la paz constante, hizo suyas muchas de las expresiones propias del que fuera su jefe, como el llamamiento a acoger a «todos» sin exclusiones, la urgencia de «construir puentes con el diálogo con el encuentro», o la necesidad de «caminar juntos» como referencia implícita a la sinodalidad bergogliana. «Gracias Papa Francisco», dijo Prevost. Y añadió: «Dios que nos ama a todos e incondicionalmente. Aún mantenemos en nuestros oídos, esa voz débil, pero siempre valiente del Papa Francisco bendiciendo en Roma», dijo. Con la mirada puesta en la tierra donde fue misionero, quiso hablar en español pidiendo «una paz desarmante, humilde y perseverante que viene de Dios».

De esta manera se pone fin al encierro de los 133 cardenales en el Estado más pequeño del mundo. En esta ocasión sí se cumple el dicho de que aquel que entra Papa en el cónclave, sale cardenal. Y es que Prevost se impuso al hasta ahora secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal italiano Pietro Parolin.

León XIV cenó anoche con los cardenales electores en la Casa Santa Marta, hoy celebrará misa con los purpurados en la Capilla Sixtina y el domingo rezará el Regina Coeli desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.