La opinión de Antonio Pelayo
Malintencionadas filtraciones
Los grupos que se oponen al Papa han descubierto una nueva estrategia para deteriorar la imagen y el magisterio del pontífice.
Los grupos que se oponen a este Papa, que no son pocos, en realidad son muchos menos que los que respetan, obedecen y quieren a Francisco. Sin embargo, han descubierto una nueva estrategia para deteriorar la imagen y el magisterio del pontífice.
La táctica es siempre la misma: «descubrir» unas palabras o unas frases que el Santo Padre haya pronunciado en su habitual lenguaje coloquial y en reuniones a puerta cerrada, con el fin de sacarlas fuera de contexto, y lanzarlas sin más a la opinión pública para que generen la correspondiente polémica, ruido y contaminación.
Recientemente hemos tenido dos casos: el primero y más escandaloso fue el del «mariconeo» reinante en algunos seminarios, un apunte que dejó caer ante los obispos italianos. El segundo y más reciente se refiere a lo que Bergoglio dijo a un grupo de jóvenes sacerdotes romanos afirmando que «los cotilleos son cosa de mujeres». A difundir este «hallazgo» ha contribuido el sitio web «Silere non possum» (No puedo callar), especializado desde que nació en atacar cuanto hace y dice el Papa argentino
Para hacer frente al eco que tuvo el primero de los casos expuestos, el Vaticano respondió que «el Papa no ha pretendido nunca ofender o expresarse con términos homófobos y presenta sus escusas a cuantos se hayan sentido ofendidos por el uso de un término referido por otros». En la segunda ocasión no ha creído oportuno hacer comentario alguno, siendo sobradamente conocidos el respeto y el cariño con los que Bergoglio ha siempre tratado a las mujeres.
No hay mayor preocupación en la Santa Sede ante estos fenómenos que se descalifican por sí solos. Tal vez no estaría de más controlar qué, cuándo y a quién dirige sus palabras Francisco cuando habla.
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