Alcoholismo
«Nada asegura más la sobriedad que el trabajo intensivo con otro alcohólico»
Alcohólicos Anónimos celebró ayer su 88 aniversario poniendo en valor su fórmula de éxito
A menudo, subestimamos el poder de contar con alguien que nos escuche activamente cuando necesitamos compartir nuestras cargas y liberar el peso que llevamos sobre nuestros hombros. Sin embargo, esa persona puede llegar a brindar un apoyo emocional invaluable. Puede ayudar a iluminar el camino de aquellas personas que atraviesan momentos de devastadoras dificultades en su vida. Es el caso de quienes han descubierto y admitido que el alcohol es un elemento que destruye sus vidas. Para ellos, tomar la decisión de comenzar una vida abstemia es un duro reto que no se supera, exclusivamente, con fuerza de voluntad o sentido común. «Estamos hablando de una enfermedad que provoca un deseo irrefrenable por el alcohol en los momentos más inoportunos y aun cuando existen poderosas razones e incentivos para no beber», comenta Carlos, miembro de Alcohólicos Anónimos desde hace 17 años.
Esta patología afecta de manera física, mental y emocional anulando la voluntad de no beber. Pero la enfermedad del alcoholismo no solo incide al que la padece. «Afecta a todas las personas que rodean al enfermo como no lo hace ningún otro padecimiento humano. Con él, viene la aniquilación de todas las cosas que valen la pena en la vida; involucra a todas aquellas vidas que están relacionadas en alguna forma con la del paciente, acarrea mal entendimiento, resentimiento feroz, inseguridad económica, vidas torcidas de niños que no son culpables, esposas, esposos y otros parientes apesadumbrados, amigos y patrones descontentos. Cualquiera puede aumentar la lista», lamenta el portavoz de Alcohólicos Anónimos.
El alcoholismo es progresivo. «Una vez cruzada la línea que separa al bebedor excesivo del bebedor alcohólico compulsivo, nunca habrá una vuelta al beber normal o social», aseguran desde Alcohólicos Anónimos. Y no tiene cura. Sin embargo, puede «detenerse».
A ello se dedica Alcohólicos Anónimos, una conocida comunidad que ayer celebró su 88 aniversario y que se enorgullece de haber encontrado la «solución» que ayuda a dejar de beber. «No hay nada que asegure más la sobriedad que el trabajo intensivo con otro alcohólico. Esta herramienta nos mantiene alerta sobre lo astuta, despiadada y desconcertante que es nuestra enfermedad y al mismo tiempo nos transmite un sentimiento de utilidad y felicidad porque vemos cómo nuestro pasado, nuestra experiencia experiencia puede servir de ayuda a otra persona», indica Carlos.
Así, los miembros asisten a reuniones con regularidad para estar en contacto con otras personas y para aprender cómo aplicar el Programa de Recuperación en sus vidas. En estas reuniones, los miembros explican, de modo general, general, cómo eran, lo que les ocurrió y cómo son ahora, tras haber dado ciertos pasos en la aplicación del Programa de Recuperación. «En los grupos compartimos experiencias, fortaleza y esperanzas. Esto se desarrolla en un contexto colectivo, pues la persona se recupera con y junto a otras personas, entre iguales, constituyéndose en una alternativa al contexto social en el que se ha desarrollado el problema del alcoholismo, mostrando la importancia del colectivo frente al individuo y la fuerza de las relaciones tú a tú. Se siente el apoyo del Grupo en la comprensión, sin juzgar las debilidades o los errores», resume el portavoz.
A través de esta fórmula se consigue que, en los momentos de adversidad, el paciente encuentre consuelo y empatía. Pero también le inspiran a ver más allá de sus propios límites y le motivan a seguir adelante luchando con valor y determinación ante el imponente desafío que tiene por delante.
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