Desarrollo Sostenible

Paul Collier (economista): “Necesitamos esperanzas realistas, no soluciones alucinantes”

El profesor de Economía y Políticas Públicas de la Universidad de Oxford, Paul Collier ha visitado España para presentar su último libro "Rezagados: una nueva economía para lugares olvidados" (Debate) en la Fundación Rafael del Pino

Paul Collier es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Oxford
Paul Collier es profesor de Economía y Políticas Públicas en la Universidad de Oxfordfoto cedida por el autor

Ex director del Grupo de Investigación sobre Desarrollo del Banco Mundial y autor habitual de The New York Times y Financial Times, ofrece en su nuevo libro una visión pragmática para aquellos lugares olvidados por la economía. Una hoja de ruta hecha de esperanzas creíbles, liderazgo ético y objetivos comunes. ¿Y si el verdadero motor del progreso fuera la capacidad de cooperar y construir un propósito común?

¿Quiénes son ahora mismo los rezagados de la economía mundial?

Los encontramos prácticamente en todos los países del mundo. Hay países que han logrado evitar grandes grupos de personas “rezagadas” como Dinamarca; un caso sorprendente porque no tiene recursos naturales y tiene una gran densidad de población y, sin embargo, siempre está entre los primeros países en cualquier tipo de indicador de felicidad, igualdad, oportunidades en la vida, etc. Pero, quitando lo que yo llamo los “mil millones de más abajo”, que son los países del fondo, donde todo el mundo es pobre, el grupo más interesante de estudiar son las comunidades pobres en los países ricos. Si un país es próspero como EE UU, ¿por qué hay tanta desigualdad? ¿por qué no pasa como en Dinamarca y se comparte mejor la prosperidad? La respuesta es que en Estados Unidos la democracia no está funcionando bien.

¿Y en Europa está funcionando la democracia?

Hay grandes variaciones. Un ejemplo que me gusta es el de la primera ministra de Dinamarca; una líder capaz de hacerse responsable de sus fracasos. Cuando llegó la crisis del COVID, fue a la tele y dijo: “no sabemos mucho nada de esto, solo que se contagia”, y pidió a los daneses proteger a sus vecinos. Cerró las escuelas durante dos semanas explicando que luego los niños regresarían al colegio y se contagiarían. “El COVID va a propagarse”, dijo. Sin embargo, pidió por favor que los chicos no fueran a ver a los abuelos, porque para este grupo de personas el Covid podía ser fatal. ¿Sabes qué país tuvo la menor tasa de muertes por COVID? Dinamarca. Y ¿qué país fue el que menos sufrió económicamente? Dinamarca. Esta mujer hizo una labor excelente, pero cometió un gravísimo error. Mandó acabar con los visones, porque los datos científicos indicaban el inicio de la crisis que los animales pequeños con pelo propagaban el COVID. Esta decisión produjo una devastación económica brutal en la región de Jutlandia. Pero volvió a salir por la tele y asumió personalmente la responsabilidad de la mala decisión. En las nueva elecciones ganó por mayoría abrumadora por haber sido honesta y haber asumido la responsabilidad. Eso, desde mi punto de vista, hace que un dirigente sea excelente ¿Veo eso entre los políticos británicos o entre los españoles? No en ambos casos.

Falta responsabilidad y sobra corrupción...

Efectivamente

También falta cohesión social. Usted menciona mucho que tener objetivos comunes ayuda mucho a los “rezagados”.

Te voy a poner otro ejemplo. Mi región natal, South Yorkshire, a principios del siglo XX estaba especializada en la producción de acero. En ese momento, los sindicatos y las empresas más importantes de la industria se reunieron y acordaron financiar una nueva universidad, la Universidad de Sheffield. Los trabajadores debían aportar una semana de salario mientras que la firma más importante de acero se comprometió a poner una libra por cada una de las que ponían los trabajadores. Lo hicieron, porque vieron que en el futuro los puestos de trabajo iban a depender de la formación. Ellos no tenían formación ninguna, pero sí querían que sus hijos y sus nietos tuvieran esa posibilidad. Fue una alianza entre trabajadores y empresas en pos de un objetivo común. Y fue un objetivo muy inteligente.

¿Y ahora hay algún movimiento de este tipo que usted esté observando?

En España hay un ejemplo relativamente reciente, el de la empresa Mondragón. Pero podemos encontrar casos como este en lo que yo llamo lugares de éxito, como en los países nórdicos, donde se les da muy bien reunirse y trabajar en colaboración. También por ejemplo, en África hay un movimiento de jóvenes que dice que ya no se identifica con las tribus, sino con los jóvenes del continente. También veo movimientos de personas mayores. En el caso de los jóvenes, porque su futuro es algo que tienen en su mente constantemente y en los mayores, porque están preocupados por sus hijos y sus nietos Esos son los grupos que creo que tienen la mayor posibilidad de promover un cambio en las regiones que están rezagadas.

Usted afirma que eso de que el mercado se regulará solo, no funciona.

Es un error sí. El camino por delante tiene que ser más pragmático. Tenemos ante nosotros importantes incertidumbres y la solución ante la incertidumbre es aprender rápidamente a través de experimentos prácticos. No necesitamos que nadie nos guíe con ideologías o a través de una gran teoría sobre el mercado, porque el mercado no siempre tiene razón. Acordémonos de las crisis financieras de 2008: fue producto de las fuerzas del mercado. No podemos permitirnos que las ideologías nos guíen en esta travesía.

En España hablamos siempre de la España vaciada, de la falta de oportunidades en la zona rural, ¿ve pragmatismo en la política?

En España necesitamos un proceso que combine dos cosas. Por un lado, devolver a las regiones dinero y competencias, sí; pero, al mismo tiempo, que haya una redistribución fiscal automática de las regiones que hayan sido más prósperas a las más pobres. Una redistribución fiscal automática entre regiones sin ideologías políticas de por medio. Dinero transferido desde las regiones más prósperas a las más pobres, competencias, pero nada de independencia. Lo que necesitamos es realismo, esperanzas realistas.

¿Es optimista con respecto a si estamos tiempo de reconducir una desigualdad creciente?

Yo nunca tengo visiones optimistas o pesimistas; lo que trato es de ser realista. Y lo que más se necesita es una esperanza creíble porque, si no ofrecemos esperanza, algún Maverick del mundo (algo así como incoformista, innovador) la ofrecerá. Siempre va a haber Mavericks que van a ofrecer esperanzas alucinantes y poco creíbles, pero la mayor parte de la gente siempre va a votar en contra de la desesperanza. Cuando digo creíble, quiero decir que tiene que ser realizable desde un punto de vista económico, estar fundada en principios económicos reales, sensatos y, además, basada en ejemplos prácticos. Es decir, esto se ha utilizado aquí y ha funcionado. Y tiene que ser viable desde un punto de vista político. Esa esperanza creíble tiene que diferenciarse suficientemente de esa esperanza no creíble que ofrecen esos Mavericks.

Con respecto a probar cosas, ¿es eso lo que hace Milei?

Argentina ha estado en una espiral descendente desde hace 120 años y, en esos años de fracasos, los argentinos han culpado a todo el mundo salvo a sí mismos. Han culpado a Estados Unidos, se ha culpado a las empresas y las empresas a los trabajadores... también al gobierno. ¿Tiene acaso Milei razón? No lo sabemos, porque tampoco tiene una trayectoria en el gobierno muy larga, pero sí sabemos que los peronistas durante mucho tiempo cometieron graves errores y ahora tienen que replantearse las cosas. Eso de replantearse las cosas es muy necesario y saludable. Ahora es MIlei quien tiene la pelota en su patio. No sé qué va a hacer, pero sí sé lo que debería hacer. Debería hacer algo que sus oponentes no se esperan en absoluto: pedir algunos sacrificios modestos a su propia base, la comunidad empresarial. Esos ingresos serían suficiente para apoyar a algunos grupos que merecen ayuda. Pero para poder llegar más allá de su propia base, tendría que salir de ese típico juego de culpabilizarse los unos a los otros y crear la posibilidad de cooperación más allá de su propio partido. No parece, pero ¿quién sabe?

Con respecto al cambio climático ¿cómo estamos? ¿nos creemos eso del objetivo común?

En primer lugar, no hay ningún gobierno democrático que pueda comprometerse más allá de su mandato. Si quiere tener una estrategia que vaya más allá, tiene que forjar alianzas con otros partidos políticos. Y es lo que necesitamos ver, además de que haya más cooperación. Mi ejemplo favorito no está relacionado con el cambio climático, sino con el canciller Kohl en Alemania, en 1992. Su reto era ayudar a la recuperación de Alemania Oriental y sabía que tal recuperación iba a llevar tiempo más allá de su mandato. Lo que hizo fue crear una alianza política con los socialdemócratas para ayudar a que sus conciudadanos de Alemania Oriental se modernizaran e implantó una tasa de solidaridad a los ciudadanos de Alemania Occidental. Esta política se mantuvo durante 30 años y se obtuvieron 70.000 millones de euros anuales. Funcionó. No plenamente, pero funcionó. En 1992, la productividad laboral de Alemania Oriental era una quinta de la de Alemania Occidental. Ahora es el 85%. Yo creo que esta política fue todo un éxito. El error fue dejar de hacer esas aportaciones después de 30 años y no ampliarlo 10 años más.

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