Tabaquismo
Piden a la OMS revisar su política contra el tabaco
► Expertos en tabaquismo cuestionan la eficacia de estas medidas y las consideran anticuadas
Dejar de hablar de guerra y dejar de tratar el tabaquismo como una enfermedad.
Estas son algunas de las principales peticiones de algunos participantes del Global Forum of Nicotine, un evento internacional sobre el tabaco celebrado recientemente en el que varios expertos en salud pública, científicos y representantes de organizaciones de consumidores debatieron la política de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto a las nuevas alternativas libres de humo, como los cigarrillos electrónicos y los productos de nicotina de riesgo reducido.
Así, algunos participantes señalaron que, a diferencia de enfermedades infecciosas como la viruela (cuyo control y erradicación fue un hito histórico de la OMS), el tabaquismo es un comportamiento de consumo y no una enfermedad transmisible. Según estos expertos, la narrativa de «guerra» contra el tabaco, heredada de campañas sanitarias anteriores, podría resultar inapropiada para abordar una conducta individual tan arraigada en la sociedad. Es más, consideran que esta estrategia puede contribuir a la estigmatización de los fumadores y limitar el abanico de opciones disponibles para quienes buscan dejar de fumar, especialmente si se prioriza la erradicación sobre el control y la reducción de daños.
Durante el panel «Evaluating WHO tobacco harm reduction science», voces como Clive Bates, Roberto Sussman, Summer Hanna, Riccardo Polosa y Thomas Nahde se mostraron convencidos de que la OMS debería revisar sus criterios y ser más permisiva con los productos alternativos. Es más, criticaron que este organismo mantenga una postura rígida y poco receptiva, según ellos, a la innovación, lo que, insisten, dificulta la incorporación de nuevas herramientas que podrían ayudar a reducir el número de fumadores y las muertes asociadas al tabaco. En este sentido, se destacó que países como Reino Unido y Nueva Zelanda han avanzado en la regulación de alternativas como el vapeo, mientras que otras naciones siguen aplicando políticas más restrictivas, lo que, a juicio de estos expertos, no se corresponde con el ritmo de los cambios tecnológicos ni con las necesidades reales de los consumidores.
Qué dice la ciencia
Uno de los puntos recurrentes durante el debate fue la interpretación de la evidencia científica sobre los riesgos de los productos alternativos.
Algunos panelistas sostuvieron que la información disponible es, en ocasiones, utilizada de manera selectiva o fuera de contexto, lo que podría llevar a conclusiones erróneas sobre la seguridad relativa de estos productos frente al tabaco convencional. Por ejemplo, se mencionó que muchos estudios que asocian el vapeo con efectos negativos en la salud no distinguen entre usuarios que nunca han fumado y aquellos con historial previo de tabaquismo, lo que dificulta la valoración precisa de los riesgos absolutos.
En relación con la exposición pasiva, los expertos señalaron que las emisiones de los cigarrillos electrónicos contienen niveles significativamente más bajos de tóxicos en comparación con el humo del tabaco tradicional, y que su presencia en el ambiente es más breve e intermitente. Algunos consideran que comparar directamente ambos tipos de emisiones puede inducir a error y que sería más adecuado analizar los riesgos en términos cuantitativos y en relación con otras fuentes habituales de contaminación ambiental.
¿Prohibir o no?
Respecto a si se debe prohibir o no el fumar, algunos participantes pusieron en duda la eficacia de las prohibiciones totales sobre los cigarrillos electrónicos y productos similares, señalando que estas medidas pueden fomentar la aparición de mercados ilegales y dificultar el acceso de los adultos a alternativas menos dañinas. De hecho, se puso como ejemplo México, donde, pese a la prohibición constitucional, persiste un mercado ilegal de vapeo, lo que, según estos expertos, evidenciaría las limitaciones de las estrategias basadas exclusivamente en la restricción.
Asimismo, estas voces abogan por distinguir entre riesgo absoluto y riesgo relativo al evaluar los productos de nicotina. Mientras que la OMS suele advertir sobre los peligros potenciales de estos productos, algunos científicos subrayaron que, si bien ningún producto es completamente seguro, la evidencia disponible indica que los cigarrillos electrónicos y otros dispositivos presentan un perfil de toxicidad significativamente menor que el cigarrillo combustible. Para estos expertos, comunicar el riesgo relativo de forma clara y basada en datos podría contribuir a una toma de decisiones más informada por parte de los consumidores y los responsables políticos.
En el debate también se abordó la necesidad de fomentar políticas públicas más centradas en el consumidor y en el diálogo abierto entre todas las partes interesadas. Algunos participantes defendieron la inclusión de los usuarios en la elaboración de normativas, argumentando que sus experiencias y necesidades deben ser tenidas en cuenta para lograr avances efectivos en la reducción del daño asociado al tabaco. En este sentido, se destacó que la exclusión de los consumidores de los procesos de toma de decisiones puede limitar el impacto de las políticas y perpetuar enfoques que no responden a la realidad social y sanitaria actual.
Por último, se planteó la conveniencia de que la OMS y los países firmantes del Convenio Marco para el Control del Tabaco reconsideren sus estrategias, incorporando la innovación y los estudios más recientes sobre reducción de daños. Algunos expertos sugirieron que el mantenimiento de una postura exclusivamente prohibicionista podría estar obstaculizando el progreso en la lucha contra las enfermedades relacionadas con el tabaco, mientras que otros defendieron la necesidad de seguir evaluando los riesgos a largo plazo de las nuevas alternativas antes de modificar las políticas existentes.