
Nuevo Papa
El primer reto de León XIV: «La misión es urgente»
Robert Prevost arranca su pontificado con una misa en la capilla con los cardenales, mientras se disparan las teorías sobre cómo se fraguó la mayoría para lograr el papado

«La misión es urgente». Es el mensaje que lanzó ayer el primer Papa estadounidense de la historia en la homilía de estreno que pronunció como máximo líder de la Iglesia católica. Robert Prevost presidió su primera eucaristía como Pontífice en la Capilla Sixtina, el mismo lugar donde tan solo diecisiete horas antes los cardenales le habían elegido como Sucesor de Pedro.
Diez minutos después de las once de la mañana, arrancaba la procesión de entrada de una misa en la que estaban presentes, tanto los purpurados electores como los mayores de 80 años que participaron en el precónclave. Si en su presentación al mundo en la logia de las bendiciones utilizó la muceta y el roquete que evocaban directamente a Benedicto XVI, en su regreso a la Sixtina la sencillez de su casilla y sus zapatos negros llevaban de nuevo a pensar en Francisco. Como sucediera en su primera alocución en la Plaza de San Pedro, en su homilía también tuvo como referente al fallecido Jorge Mario Bergoglio.
El primer llamamiento a la Iglesia católica para ponerse en marcha con urgencia tuvo como eje las principales preocupaciones de Francisco: «La falta de fe a menudo trae consigo tragedias como la pérdida del sentido de la vida, el olvido de la misericordia, la violación de la dignidad de la persona en sus formas más dramáticas, la crisis de la familia y tantas otras heridas que nuestra sociedad sufre y no poco».
Durante su alocución, reivindicó la importancia de creer, en medio de «ambientes en los que no es fácil testimoniar y proclamar el Evangelio y en los que los creyentes son objeto de burla, oposición, desprecio o, a lo sumo, soportado y lástima», apuntó, con la seguridad de que «se prefieren otras seguridades como la tecnología, el dinero, el éxito, el poder, el placer».
En esta misma línea, se detuvo en la figura de Cristo para clarificar que «hoy faltan los contextos en los que Jesús es reducido solamente a una especie de líder carismático o de superhombre». «Y esto no solo entre los no creyentes, sino también entre muchos bautizados, que terminan así viviendo en este ámbito un ateísmo de hecho», expuso el Pontífice agustino. De la misma manera, puntualizó que «el Nazareno no es un ‘charlatán’: es un hombre recto, que tiene valor, que habla bien y que dice las cosas justas». El nuevo Papa también criticó a quienes solo se dejan guiar por «exigencias morales».
Entre los detalles más significativos de su homilía, también destaca su referencia de los documentos clave del Concilio Vaticano II, esto es, la constitución dogmática «Lumen gentium» y la constitución pastoral «Gaudium et spes».
«Ustedes me han llamado a llevar esa cruz», bromeó con aquellos que le eligieron, para a reglón seguido mostrar su confianza en los purpurados: «Sé que puedo contar con todos y cada uno de ustedes para caminar conmigo».
Teorías de la elección
Y mientras León XIV arrancaba su Pontificado junto a los purpurados que lo escogieron, fuera se multiplicaban las teorías sobre cómo pudo configurarse la mayoría que permitió su victoria. Según ha podido confirmar «LA RAZÓN», Prevost habría logrado superar esos dos tercios con más rapidez de lo esperado. Prueba de ello es el extenso discurso que compartió al presentarse al mundo en la logia de las bendiciones. «Podría haber abrazado los ochenta votos antes del almuerzo con un ascenso imparable que se certificaría por la tarde», comenta una fuente que deja caer que es precisamente este respaldo en las primeras votaciones lo que le habría llevado a preparar el texto con algo de tiempo. «Sería prácticamente imposible que lo hubiera redactado entre el momento de la votación y su saludo en la Plaza de San Pedro», se ratifica un eclesiástico vaticano.
Superar esos 89 sufragios necesarios solo habría sido posible desde una mayoría «transversal», explica esta fuente, que detalla cómo habría contado como apoyos fundamentales de partida la veintena de votos procedentes de los purpurados de América Latina, a los que se habría sumado los españoles, así como gran parte de los norteamericanos. Junto a ellos, habría obtenido el respaldo de los cardenales de la Curia no italianos. Para rematar este grupo motor habría que sumar a los cardenales de diferentes continentes que pertenecen a congregaciones religiosas, como los salesianos y los jesuitas, que saben que apostar por un agustino es garantía de una Iglesia sinodal en línea con el Pontificado anterior.
Esta reconstrucción del cónclave dista de la versión que ayer ofrecieron los medios italianos. Así, «Il Messagger» señala que Parolin dio un «paso atrás (traicionado por los italianos)», e hizo que su bloque de votos convergieran en Prevost.
En la misma línea «Il Corriere della Sera» apunta que Parolin llevaba «ventaja» en el primer escrutinio pero que «en pocas horas» las votaciones dieron la vuelta, inclinándose hacia el estadounidense. Por su parte, «il Giornale» señala que Parolin se quedó sin los votos de África y Asia y señala el activismo del arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, al que apunta como «verdadero hacedor de reyes». Lo cierto es que cuesta creer que el cardenal Dolan, crítico con las reformas de Francisco, se convirtiera en un gran elector de Prevost.
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