Psicología

¿Por qué preferimos leer los libros en papel a en formato digital? La ciencia responde

La lectura tradicional sigue conquistando nuestras preferencias, y la neurociencia empieza a explicar por qué

Una persona leyendo un libro
¿Por qué preferimos leer los libros en papel a en formato digital? La ciencia respondeFreepik

Cada vez estamos más dominados por las pantallas y resulta llamativo que muchos lectores sigan optando por el papel cuando se trata de sumergirse en un buen libro. Aunque los ebooks han ganado terreno por su comodidad y capacidad de almacenamiento, los libros físicos siguen liderando las estadísticas de lectura en países como España. Pero, más allá de lo sentimental o lo estético, ¿hay motivos científicos para esta preferencia? La respuesta es sí, y la clave está en cómo nuestro cerebro procesa la información según el soporte.

El papel mejora la comprensión lectora

Distintos estudios apuntan a que el formato impreso favorece una mejor asimilación del contenido. Una investigación publicada en Frontiers in Psychology demostró que quienes leyeron en papel presentaron un rendimiento superior en tareas relacionadas con la comprensión global de un texto: recordar eventos, identificar su secuencia y reconstruir la trama de forma coherente.

En concreto, se observó que el soporte físico proporciona al lector una representación espacial más clara del contenido, lo que ayuda a organizar mejor la información en el tiempo. A diferencia del desplazamiento vertical continuo que caracteriza a las pantallas, el papel ofrece referencias físicas (como el grosor de las páginas leídas y las que quedan por leer) que favorecen la orientación y la memoria.

La experiencia lectora no sólo pasa por el cerebro, también involucra al cuerpo. El tacto, el olor del papel, el sonido al pasar la página: todos esos elementos generan una experiencia multisensorial que refuerza el vínculo con el contenido. Los expertos lo denominan procesamiento háptico, y se ha comprobado que tiene implicaciones en cómo se retiene y comprende lo leído.

Además, el libro impreso suele estar vinculado mentalmente a contextos de estudio y concentración, mientras que los dispositivos digitales, por su uso habitual para entretenimiento o comunicación, predisponen al cerebro a una atención más superficial. Esto no significa que no se pueda leer bien en pantalla, pero requiere un mayor esfuerzo y disciplina para evitar distracciones.

Activación cerebral más eficaz

Otro hallazgo relevante proviene de estudios neurológicos que han medido la actividad cerebral durante y después de la lectura en diferentes formatos. Investigaciones publicadas en revistas como Frontiers in Behavioral Neuroscience revelan que el cerebro activa regiones distintas, incluyendo el hipocampo, clave en la memoria, de forma más intensa cuando se interactúa con el papel. Esto ocurre no sólo al leer, sino también al escribir o tomar apuntes a mano.

Los lectores en papel muestran, en general, una mayor activación en áreas relacionadas con el lenguaje, la memoria y la atención sostenida. Esta mayor implicación neurológica se traduce en una mejor recuperación de la información incluso horas después de haber leído.

¿Y qué pasa con la lectura digital?

Los libros electrónicos tienen sus ventajas innegables: portabilidad, acceso inmediato a miles de títulos, posibilidad de ajustar el tamaño de letra o cambiar el brillo. También son una alternativa más sostenible en términos de impresión y transporte. Sin embargo, no están exentos de limitaciones.

Uno de los principales retos de la lectura digital es el entorno: las notificaciones, la hiperconectividad y el cansancio visual provocado por la luz azul de las pantallas pueden disminuir la concentración. Además, diversos estudios muestran que los lectores digitales tienden a interrumpir su lectura con mayor frecuencia, se estima que cada cuatro minutos en promedio, lo que afecta al flujo narrativo y a la profundidad con la que se procesa el texto.

No se trata de demonizar el formato digital ni de idealizar el papel. Como señalan los investigadores, la eficacia de uno u otro medio depende de muchos factores: el tipo de texto, el entorno de lectura, los hábitos del lector, e incluso su intención (leer por placer no es igual que estudiar).

Sin embargo, cuando se trata de comprender, retener y reflexionar con profundidad, el papel sigue teniendo una ventaja significativa. La lectura en formato físico implica al cerebro de una forma más completa, invita a una atención más plena y nos conecta con la historia de manera más íntima.

En un mundo en el que todo va cada vez más rápido, quizás parte del encanto de los libros impresos sea ese: nos obligan a detenernos, a pasar la página con calma y a leer, como antes, con todos los sentidos.