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El desgarrador caso de Gabriel Fernández: el niño torturado hasta la muerte por sus padres

Un documental de Netflix, The Trials Of Gabriel Fernandez, recuerda su durísima y corta vida, entre golpes y humillaciones antes de morir a manos de su madre y su pareja

Netflix retrata el espeluznante asesinato del niño latino Gabriel Fernández
El espeluznante asesinato de Gabriel Fernández, un niño de solo ocho años, da pie a "The Trials of Gabriel Fernández", la nueva serie documental de NetflixNetflixAgencia EFE

Gabriel fue durante años víctima de terribles abusos tanto físicos como psicológicos: golpes, quemaduras, humillaciones e, incluso, disparos. Todo eso con tan solo ocho años. Finalmente, no pudo soportar más el dolor y moriría un 24 de mayo del año 2013. Un desenlace realmente cruel para un niño, cuya sentencia fue jugar con muñecas y cuya muerte podía haberse evitado. Pero empecemos por el principio.

A finales del pasado mes de febrero, la plataforma de Netflix lanzó a su parrilla un documental titulado “The Trials of Gabriel Fernandez”. Un relato verdaderamente duro y que puede herir tu sensibilidad. El documental narra la historia de Gabriel Fernández y todo lo que rodea a su vida y a su muerte, así como el gran impacto social que tuvo en la sociedad estadounidense, puesto que sus padres no fueron los únicos que se sentaron en el banquillo, también lo hicieron los trabajadores sociales que no vieron las señales que hacían presagiar este final.

La historia de Gabriel, no comenzó bien. La familia de la víctima, todos de origen latino, afirmaron desde el principio que su madre, Pearl Fernández, no quería tener el bebe aunque finalmente siguió adelante con el embarazo. Pearl de hecho lo abandonó en el hospital y fueron los familiares quienes fueron acogiendo al chico, pasando así por multitud de hogares. Era un niño normal, aparentaba felicidad y salud, nunca tuvo ningún problema con sus tíos o abuelos, así lo afirman ellos mismos en el documental.

Comienza la pesadilla

Todo cambió en el 2012, cuando Gabriel tenía siete años, ya que su madre decidió llevárselo a vivir con ella y su pareja para recibir ayudas sociales del estado. Quitaron el niño por la fuerza a sus abuelos. La llegada a su nueva casa sería el principio del fin. Allí, convivió con su madre, su padrastro y sus dos hermanos, menores de edad.

No solo cambió de casa, también de colegio. Es aquí donde conoce a Jennifer García, su profesora, a quien más adelante le preguntará: “¿Es normal que las madres golpeen a sus hijos?” “¿Es normal sangrar?”.

Un primer aviso que puso en alerta a Jennifer, quien inmediatamente avisó a una asistente social. Comenzaron las visitas, las inspecciones y las llamadas, pero no hubo cambios en la situación. De hecho, los abusos fueron agravándose. Llegó a presentarse en clase con moratones en la cara, sin pelo y costras por todo el cuerpo, fruto de los cortes y palizas que le daban.

Los testimonios de sus hermanos durante el juicio fueron clave para conocer las atrocidades que se cometían contra Gabriel. Describieron como le encerraban en una caja, con un calcetín en la boca y un pañuelo en la cara. Le rompieron los dientes con un bate y le dispararon con pistolas de aire comprimido, además de sufrir palizas, ser golpeado con un cinturón, hundido en agua congelada y obligado a comer arena para gatos. Supuestamente, el maltrato comenzó cuando descubrieron al niño jugando con muñecas, por lo que también le obligaron a vestirse con vestidos de niña.

Los familiares solicitaban cada vez más ayuda y contactaron con servicios sociales al pensar que algo no iba bien. Ante todo esto, los padres se vieron obligados a mentir a las autoridades, quienes tampoco hicieron un gran esfuerzo por conocer lo que realmente pasaba en esa casa. Una de estas visitas se produjo apenas unos días antes de la paliza que le arrebató la vida. Simplemente creyeron lo que decía la madre. Al resto de hijos los amenazaron con hacerles lo mismo sino mentían ante el asistente.

Fue el 22 de mayo del 2013 cuando Pearl llamó a urgencias afirmando que su hijo se había golpeado la cabeza en la ducha. Una vez en el hospital, Gabriel moriría a causa de las heridas dos días después. Tras las investigaciones y las declaraciones de sus hermanos y familiares se determinó que los culpables eran los padres.

El documental no solo sigue su historia, sino también la negligencia cometida por los trabajadores sociales, cuatro de ellos condenados por abuso infantil y falsificación de registros. Un caso que conmocionó al mundo y destapó una negligencia, estableciendo un precedente.

Tras años de juicio, el padrastro fue condenado a pena de muerte y la madre a cadena perpetua. Una historia que salpicó de lleno a la administración pública que se ocupa de estos casos, a menudo, desbordados, con asistentes que tienen a su cargo entre 20 y 30 niños. De cualquier forma, y por desgracia, Gabriel Fernandez supuso un punto de inflexión para mejorar estas ayudas.