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Funerarias

La docuserie más fúnebre de la televisión llega en solo unos días a Max

El respeto a los muertos es algo que no todo el mundo tiene, aunque seas el dueño de una funeraria

Cuando la codicia puede al duelo HBO

Las historias reales más perturbadoras suelen esconderse tras fachadas de normalidad. En el caso de la familia Lamb, esa fachada era una funeraria de Pasadena, California, que durante décadas ofreció servicios aparentemente respetables a familias en duelo. Sin embargo, bajo esa superficie se ocultaba una de las tramas más macabras de la historia reciente del negocio funerario estadounidense.

La docuserie La funeraria (título original: The Mortician), dirigida por Joshua Rofé y producida por HBO Documentary Films junto a la productora de Jonah Hill, Strong Baby, se adentra en los crímenes de David Sconce, heredero del negocio familiar.

Ilegal e inmoral

A principios de los años 80, Sconce tomó las riendas de la funeraria Lamb y transformó el negocio en una maquinaria de explotación sin escrúpulos, priorizando el beneficio económico sobre el respeto a los difuntos y sus familias.

La serie, compuesta por tres episodios, se estrena el 6 de junioen Max. A través de entrevistas con periodistas, antiguos empleados, víctimas y el propio Sconce, La funeraria reconstruye una historia de codicia, violencia y profanación. Sconce fue condenado en 1989 por mutilar cadáveres, realizar cremaciones masivas ilegales y contratar a matones para agredir a competidores.

Aunque fue liberado tras cumplir parte de su condena, volvió a prisión en 2012 por violar su libertad condicional. En esa ocasión fue sentenciado a una larga pena de hasta 25 años, aunque fue liberado en 2023.

Sin remordimientos

El documental no solo detalla las atrocidades cometidas, como la cremación simultánea de múltiples cuerpos para ahorrar costes, sino que también muestra la falta de remordimiento de Sconce, quien afirma: "No le doy ningún valor a nadie después de que muere. Como tampoco deberían dármelo a mí cuando muera". Estas declaraciones, junto con testimonios de familiares de víctimas que denuncian la profanación de sus seres queridos, conforman un retrato escalofriante de cómo la avaricia puede corromper incluso los servicios más sagrados.