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Personalidades

Jeff Bezos y la lección de su abuelo que le marcó para siempre: "Un día entenderás que es más difícil ser amable que ser listo"

El discurso ofrecido durante la ceremonia de graduación de 2010 en la Universidad de Princeton sirvió al fundador de Amazon para mostrar su lado más personal

Jeff Bezos Patrick SemanskyAP

Existe una tendencia general que lleva a deshumanizar a las figuras más importantes del sector tecnológico internacional. El hecho de que se hayan convertido en referencia y en personajes con un éxito sin precedentes y que les ha aupado a lo más alto de las listas de personalidades más ricas del mundo hace que se les vea con cierta lejanía.

Sin embargo, se trata de personalidades cuyo éxito no les hace estar exentos de problemas y a los que, en ocasiones, la presión puede hacerles mella, como hemos visto de forma reciente con Elon Musk al que a los problemas con Donald Trump se le han sumado pérdidas millonarias en Tesla y fallos en las pruebas más recientes de SpaceX.

Cuando figuras del calado de Elon Musk reconocen aspectos más personales de su estado anímico presente o pasado, resulta llamativo, puesto que parecen impermeables a sentimientos cotidianos. Algo similar sucede con Jeff Bezos, el fundador de Amazon.

El aprendizaje de los abuelos

Tras haber celebrado hace escasos días su boda rodeada de lujo y boato, cuesta pensar en una imagen pública dócil del empresario. Esa misión aún resulta más complicada si se recuerdan declaraciones suyas como las que dedicaba a sus empleados y el modo en que quería que afrontaran su trabajo en la multinacional del comercio electrónico.

Para encontrar al Jeff Bezos más humano hay que echar la vista unos años más atrás, concretamente hasta el año 2010 durante el acto de graduación de aquella promoción en la Universidad de Princeton. Durante el solemne acto celebrado en la institución académica, Bezos pronunció un discurso en el que dejó una confesión familiar que, tal y como él mismo reconoció, le marcó para toda su vida.

Desde el púlpito destinado a declamar los discursos finales del acto, el fundador de Amazon recordó esa epata de la vida en que todos tenemos un recuerdo especial, un momento grabado con los abuelos y del que se extrae una de esas lecciones que guían el camino futuro. Jeff Bezos comenzó su discurso señalando a los asistentes que pasaba todos los veranos en el rancho que sus abuelos tenían en Texas. Allí, ayudaba cuanto podía en las labores hasta que llegaba el día en que los tres partían de viaje con la caravana de sus abuelos.

En uno de esos viajes veraniegos, el empresario, que señaló que contaría por aquel entonces con unos diez años, recuerda cómo iba sentado en la parte de atrás del coche mientras su abuelo conducía y su abuela estaba en el asiento del copiloto y pasaba el viaje fumando, algo que no gustaba nada al joven Bezos.

Desde su inocencia y con la inquietud de un niño al que le gustaban mucho las matemáticas y que había leído lo que puede afectar un cigarro a la longevidad de las personas (restando algunos minutos de vida por cada calada), realizó una cuenta que le permitió llegar a una estimación nada halagüeña para su abuela y que compartió con ella sin pensarlo: "Con 2 minutos por bocanada, ¡te has quitado 9 años de vida!", soltó Bezos provocando las lágrimas de su abuela.

Amabilidad sobre inteligencia

Su sorpresa, tal como reconoció durante el discurso, llegó acto seguido, cuando su abuelo hizo el coche y la caravana a un lado de la carretera y tras parar el coche abrió la puerta de su nieto en clara señal de que lo siguiera. Jeff Bezos interpretó la señal y fue tras su abuelo, que, desde una actitud calmada y sin dejarse llevar por las lágrimas de su esposa, hizo el siguiente comentario a su nieto, tal como él mismo reconoció en su discurso: “Jeff, algún día entenderás que es más difícil ser amable que inteligente”.

Esas palabras se quedaron grabadas a fuego en la memoria de Jeff Bezos, que desde entonces tiene muy marcada la diferencia entre dones y decisiones: “La inteligencia es un don. La amabilidad es una decisión. Los regalos son fáciles; después de todo, se dan. Elegir puede ser difícil. Puedes seducirte con tus regalos si no tienes cuidado. Y si lo haces, probablemente perjudicará tus decisiones”, dejó como reflexión al resto de alumnos de la Universidad de Princeton presentes tras llevar a cabo una de sus confesiones más personales durante aquel acto.