QWERTY

Por qué utilizas el teclado QWERTY: es un invento del siglo XIX para un problema irrelevante en 2025

Esta distribución de teclado de hace casi 160 años sigue pautando cómo le envías WhatsApp a tus amigos en 2025

Un teclado QWERTY
Un teclado QWERTYPablo Hernando

Por más de 150 años, el teclado QWERTY ha acompañado a escritores, oficinistas y, ahora, a usuarios de móviles y ordenadores. Su origen responde a un problema mecánico que ya no existe, pero aun así ha sobrevivido a todas las revoluciones tecnológicas.

Pese a que existen alternativas supuestamente más rápidas, como los teclados Dvorak o Colemak, la distribución QWERTY se mantiene intocable. La costumbre, compatibilidad universal e inercia cultural han convertido este diseño en insustituible.

Nacido de un problema ya irrelevante

El QWERTY no fue creado en 1868 pensando en la eficiencia. Christopher Latham Sholes, inventor de la primera máquina de escribir comercial exitosa, necesitaba evitar que los martillos de las letras se chocaran cuando se pulsaban letras seguidas con demasiada rapidez. Para evitarlo, reorganizó el teclado distribuyendo las letras más comunes a lo largo del teclado.

Máquina de escribir antigua con distribución QWERTY
Máquina de escribir antigua con distribución QWERTYRodrigo Alabart

Sin embargo, esa distribución terminó imponiéndose porque fue la primera en estandarizarse. Millones de mecanógrafos aprendieron a escribir con ella. Cuando llegaron los ordenadores personales, los fabricantes no tuvieron dudas: replicaron el mismo patrón, garantizando que cualquiera pudiera adaptarse sin reaprender.

Demasiado popular para sus rivales

Los intentos de reemplazarlo nunca prosperaron. El teclado Dvorak, presentado en 1936, prometía reducir el movimiento de los dedos y aumentar la velocidad de escritura. Buscaba optimizar la escritura al situar las letras más usadas en la fila central, separar vocales y consonantes para alternar entre ambas manos y reducir el movimiento de los dedos. Con ello se pretendía aumentar la velocidad y disminuir el cansancio. Algo parecido intentó el teclado Colemak.

Teclado Dovrak (versión EE.UU.)
Teclado Dovrak (versión EE.UU.)Dominio Público

Los estudios sobre ambos mostraban ventajas sobre QWERTY, pero la barrera psicológica y práctica de reaprender resultó demasiado grande, el cambio no compensaba. Una vez que una herramienta se populariza y se convierte en estándar, sustituirla exige un esfuerzo enorme, es lo que se conoce como inercia tecnológica. Cambiar de distribución implicaría modificar software, teclados físicos y, sobre todo, obligar a miles de millones de personas a romper un hábito adquirido desde la infancia.

La llegada de los móviles tampoco fue un punto de inflexión. Apple y Google adoptaron QWERTY en sus pantallas táctiles para no confundir a los usuarios. Incluso los teclados predictivos y los que permiten deslizar el dedo mantienen esa misma base. Al final, la comodidad de lo conocido venció de nuevo a cualquier intento de innovación.

Hoy, el QWERTY es más un fenómeno cultural que técnico. Hace décadas que no hay martillos que se atasquen, pero este teclado sigue siendo la herramienta con la que redactamos informes, chateamos o publicamos en redes sociales. Igual que el icono del disquete sigue representando “guardar” en la era de la nube, el QWERTY se ha convertido en un símbolo inmortal de la informática moderna.