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Neurociencia

El rasgo secreto de las personas más inteligentes como Bill Gates o Da Vinci (y no, no es su coeficiente intelectual), según un neurocientífico

Los estudios en materia cognitiva buscan obtener indicios que apunten a un tipo de comportamiento como canalizador de buenas ideas y potenciadores del intelecto

Ilustración libre de neuronas generada por IA Canva

Existe una tendencia que nos lleva a pensar en los rasgos que pueden tener en común las grandes personalidades de la historia. En ocasiones, lo hacemos como si buscáramos en nosotros mismos ese algo que nos acerque a esas figuras que han tenido un peso destacado en cualquier área, como si el hecho de compartir una característica fuera señal de alcanzar metas similares. Buscar la inteligencia orgánica resulta fundamental en tiempos en los que se apunta a los riesgos de la inteligencia artificial.

¿Qué movió a Bill Gates a desarrollar junto a Paul Allen un software que cincuenta años después seguiría formando parte del día a día de las personas? ¿Qué hizo a Da Vinci explorar y dominar tantas áreas técnicas y del conocimiento? Esas preguntas surgieron en la mente del neurocientífico británico especializado en la biología celular de las enfermedades neurodegenerativas Joseph Jebelli, quien no dudó en ahondar en una característica compartida entre Gates y Da Vinci para explorarla como camino a la genialidad.

La soledad como arma de reflexión

Jebelli, doctor en neurociencia en el University College de Londres y que tras ello trabajó como investigador postdoctoral en la Universidad de Washington publicó un artículo en el espacio Make It que el canal de televisión por suscripción estadounidense CNBC tiene en su página web en el que señalaba los ejemplos de esas dos grandes referencias de la historia y cómo compartieron un patrón: necesitaban momentos de soledad. Tras ellos, tanto Gates como Da Vinci obtuvieron logros notables a lo largo de sus trayectorias.

El experto en el ámbito de la cognición describe cómo comenzó a explorar la influencia del tiempo a solas y el descanso en la neurociencia y las capacidades del ser humano. Sus conclusiones apuntan al hecho de que a nivel cognitivo “la soledad puede impulsar la creatividad y hacer que las ideas florezcan y estar solo suele ser lo que el cerebro necesita para realizar actividades eficazmente”, reflejó en su escrito Jebelli.

El argumento que sustenta la idea del Joseph Jebelli, autor del libro El cerebro en reposo: Cómo el arte y la ciencia de no hacer nada pueden mejorar tu vida, se basa en el hecho de que es en los momentos de aislamiento cuando el cerebro construye nuevas conexiones sinápticas, “fortaleciendo nuestras habilidades y capacidad para absorber nueva información y nutriendo nuestra creatividad de manera más efectiva”, destacó.

Periodos sin compañía que dieron lugar a eventos históricos

Como respaldo a dicho argumento, tal como hemos apuntado al inicio, Jebelli cuenta con ejemplos como los de Bill Gates o Leonardo Da Vinci para reforzar su teoría. En el caso del primero, apunta a lo que Gates llamaba “semana de reflexión”, un periodo en el que el programador se retiraba a una cabaña sin más compañía que sus libros. Tras una de esas escapadas, y tal como recogió en su momento The Wall Street Journal, nació Internet Explorer en 1995.

El ejemplo con Da Vinci tiene como protagonista a una de sus obras más conocidas, “La última cena”. Se cuenta que el artista del Renacimiento estuvo contemplando durante horas su propia obra para, tras ese periodo de tiempo, añadir una única pincelada más y dejar la obra tal cual se conoce.

Dos ejemplos que hablan de la soledad y la capacidad de quien opta por ella de dar, tras ese periodo de introspección, con momentos de lucidez de los que nacen referencias que pasan a la historia. El neurocientífico Joseph Jebelli resume en cuatro puntos los beneficios que puede reportar la soledad a nuestro cerebro y por ende a la capacidad cognitiva del mismo:

  • Organizar un desplazamiento sin compañía, saliendo de ese modo de la zona de confort.
  • Comenzar ese tipo de experiencias con etapas breves en cuanto a su duración, para ir aumentando de forma paulatina la experiencia y las sensaciones que reporta.
  • Elegir de forma correcta cuánto tiempo de ocio disfrutamos y con quién lo hacemos.
  • Reflexionar y reevaluar para comprender mejor nuestras propias decisiones y emociones.
  • Tomar partido en actividades que estén diseñadas para hacerse en solitario o de forma individual. Ser consciente de los beneficios de la soledad solo se consigue a través de esa conexión con el presente de uno mismo.

Un nuevo modo de enfocar la capacidad creativa e intelectual de personalidades notables de la historia, cuya contribución en la parcela en la que destacaron pudo ser producto de momentos de inspiración vividos en soledad y silencio, con los pensamientos propios como único ayudante.