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El futuro del IFA, la feria tecnológica de Berlín, ante los nuevos retos

La gran feria tecnológica europea celebrará el año que viene su 90 aniversario pero, ¿cuánto tiempo más le queda para seguir con el mismo modelo de exposición?

Visitantes llegan a la Feria de Tecnología IFA de Berlín (Alemania). EFE/ Clemens Bilan
Visitantes llegan a la Feria de Tecnología IFA de Berlín (Alemania). EFE/ Clemens Bilanlarazon

La gran feria tecnológica europea celebrará el año que viene su 90 aniversario pero, ¿cuánto tiempo más le queda para seguir con el mismo modelo de exposición?

Cuando en 1929 se llevó a cabo la primera edición de la Internationale Funkausstellung Berlin, IFA, todo estaba centrado en la radio, aún faltaba poco más de una década para que la firma Loewe desarrollara el primer televisor y los portátiles, smartphones, tablet y el hogar conectado era algo que solo algunos visionarios retrataban en la ciencia ficción. Obviamente la inteligencia artificial no existía como concepto siquiera. Y la palabra robot, que había hecho su entrada en el vocabulario a través de la obra R.U.R. (Robots Universales Rossum) del dramaturgo checo Karel Čapek, apenas llevaba 9 años en el diccionario y no calaba del todo.

En esta edición hay presentes más de 1.800 empresas en un espacio equivalente a unos 30 campos de fútbol. A lo lago del último lustro, las cifras de visitantes ha crecido de forma estable: en 2013 fueron 240.000, en 2015 se alcanzó los 245.000 y en 2017 llegaron a los 253.000. Esta cifra incluye los periodistas, que están cerca de los 7.500 y casi un 60% (en 2013 fueron 142.000), que son representantes de firmas que van allí a hacer negocios. De hecho, según el último informe de IFA, de 2017, se discutieron volúmenes de ventas de 4.700 millones de euros durante los seis días.

¿Cuál es el problema? El año pasado la empresa de análisis Plimsoll, llevó a cabo un estudio (por cuarto año consecutivo) sobre IFA. Y analizó la solvencia económica de las empresas que se presentaron en los últimos años, en total 2.100. Los resultados mostraron que 1.193 eran solventes en términos financieros, 158 recibieron una calificación de “buenas”, 152 “mediocres”, sobre 270 se aconsejó “precaución” y 327 estaban en peligro de colapso. Vale la pena apuntar que 9 de cada 10 empresas que estaban incluidas en el último apartado en 2016 y 2017, cerraron.

Los resultados también sugieren que cada vez son más las grandes empresas que dominan el mercado: entre 20 de ellas se reparten el 70% del pastel de los negocios que se cierran en Berlín.

En suma, cada vez son menos las empresas dominantes y más las que se juegan su “salud” para estar aquí, sobre todo teniendo en cuenta que no se aseguran repercusión, ya sea porque ningún periodista o representante pasa por su stand o porque no puede contratar los servicios de IFA (una presentación, según los precios de la organización, puede costar unos € 9.100: 15 minutos más 5 minutos de preguntas y respuestas, mientras que alquilar un stand de 2x3 m incluyendo hotel para un representante, sin el viaje, llega a los €10.100, más impuestos).

Y a esto se le unen otros dos hechos. Primero, IFA se propone como la feria de las grandes innovaciones, pero excepto por Sony, que presentó su nuevo teléfono, el XZ3 y Asus que trajo su gama ZenBook, el resto de las grandes marcas no hicieron grandes anuncios de cara al consumidor final. Samsung ya había presentado en las semanas anteriores sus móviles, LG mostró versiones asequibles de sus mejores teléfonos, Huawei anunció la llegada del nuevo Kirin 980, que parece una bestia pero hasta el 16 de octubre, cuando se presente en Londres el Mate 20, no lo podremos ver y Apple que va por libre y en 10 días abrirá el telón al nuevo iPhone...

Y el segundo factor es que, de acuerdo con Dirk Koslowski, director global de marca de IFA, este año más de un tercio de las compañías presentes, 680, son chinas.

Conclusión: cada vez menos grandes anuncios exclusivos, cada año más presencia china, cada vez más difícil para las empresas pequeñas que quieren innovar... Si la feria berlinesa es un escenario de avances, pero las grandes marcas se llevan una parte sustancial del pastel sin hacer anuncios importantes de cara al consumidor, el interés puede comenzar a decaer (está ocurriendo en el Mobile World Congress, MWC, que ha comenzado a ver cómo se reduce el número de visitantes)

Todo esto puede hacer que IFA deba adaptarse a nuevos tiempos. O que las marcas comiencen a hacerlo acudiendo a “otras ferias”.

Aquí hay dos estrategias para Berlín. La primera es aceptar que se trata de una feria de negocios y que no se harán grandes anuncios, lo que comenzará a reducir notablemente el número de periodistas y su repercusión. Otra posibilidad es, como intenta hacer el MWC, llevar el evento del recinto ferial a las calles de la ciudad y mostrar al público el impacto de sus avances con iniciativas diferentes: una carrera de robots aspiradores, Google o Alexa instalados en las paradas de autobús, cabinas para escuchar música en las esquinas (cortesía de Bose, Bang&Olufsen o Audio-Techinca) y campeonatos de videojuegos, en la calle, donde Razer, Microsoft o Sony muestren su potencial.

Y luego están las marcas que deberán adaptarse a los tiempos si los periodistas cada vez somos menos. Las chinas ya están pensando en crear su propio evento a gran escala, obviamente como locales y el resto deberá encontrar alternativas para suplir la falta de repercusión en los medios, acudiendo a las “otras ferias” que mencionábamos antes. Los campeonatos de videojuegos son perfectos para aquellas empresas vinculadas al sector que podrían extender el evento durante días, mientras presentan sus innovaciones a “su” público mediante talleres, sorteos, etc. Lo mismo con las especializadas en audio y los festivales de música.

Los tiempos están cambiando y quienes antes apostaban por IFA ahora lo hacen por ellos mismos. Las consecuencias de esto es adaptarse o caer.