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Llega el realme GT 8 Pro, el smartphone con otra mirada
La gran apuesta de este teléfono es la fotografía, pero no es la única: batería, potencia y diseño también se suman.

Durante años, los smartphones han competido por tener la cámara más potente: más sensores, más megapíxeles, más promesas de captación de luz. Pero con el realme GT 8 Pro, realme parece haber cambiado ligeramente la pregunta: no tanto qué cámara llevas en el bolsillo, sino cómo miras con ella.
El nuevo GT 8 Pro nace de una colaboración poco habitual en el sector: cuatro años de trabajo conjunto con RICOH, una referencia absoluta en fotografía callejera. El resultado no es solo una cámara potente, sino un teléfono que intenta reproducir la experiencia de salir a la calle con una reflex al hombro.
Lo primero que llama la atención es una decisión casi filosófica al centrarse en dos longitudes focales clásicas: 28 mm y 40 mm. No hay aquí exotismos ni cifras extravagantes; son ángulos que se aproximan a la percepción humana y que llevan décadas definiendo la fotografía urbana. Es la distancia a la que uno mira cuando observa.
El modo Snap Focus, apoyado en el algoritmo Super QPD Snap, permite disparos casi instantáneos: sacar el móvil, encuadrar y disparar antes de que la escena se esfume. A esto se suman cinco perfiles de color heredados directamente de la serie GR de Ricoh (Standard, Positive, Negative, Monotone y High-Contrast Black & White) que no buscan espectacularidad artificial, sino una estética consciente, casi analógica. La idea es clara: que el usuario tenga la sensación de llevar una cámara dedicada, no un teléfono “con muchas cámaras”.
Pero el GT 8 Pro no se queda solo en la calle. Su teleobjetivo Ultra Clarity de 200 MP (con un sensor de 1/1,56”) permite un zoom sin pérdidas de hasta 12x, algo poco común incluso en la gama alta. En retrato, la focal 3x proporciona una profundidad natural, sin artificios agresivos de software, manteniendo el detalle real de la imagen.
La cámara ultra gran angular de 50 MP amplía el campo hasta 116 grados, pensada para paisajes urbanos y escenas grupales, mientras que el apartado de vídeo apunta directamente a creadores avanzados: Dolby Vision 4K a 120 fps, grabación 8K a 30 fps y formato Log de 10 bits. No es solo potencia, es flexibilidad creativa.
A esto hay que sumarle el, valga la redundancia, inteligente uso de la IA. Buena parte del trabajo ocurre lejos del sensor. El GT 8 Pro integra el nuevo Snapdragon 8 Elite Gen 5, fabricado en 3 nanómetros, junto con un chip dedicado, Hyper Vision+ AI. Esta combinación permite que la inteligencia artificial no sea un “filtro mágico”, sino una capa constante de apoyo.
En fotografía, la IA optimiza el enfoque, el encuadre y la exposición en tiempo real. En el sistema, organiza información y reduce fricción: AI Notify Brief resume notificaciones, AI Framing Master ayuda a componer imágenes y AI Smart Reply agiliza la comunicación cotidiana. Es IA discreta, pensada para acompañar y no para imponerse.
En potencia bruta, realme no se guarda nada. Más de 4 millones de puntos en AnTuTu, renderizado paralelo de GPU e IA, frecuencia de refresco de hasta 144 Hz y una apuesta clara por el gaming intensivo. El sistema puede ejecutar juegos exigentes de forma simultánea durante una hora, sin caídas notables de rendimiento, incluso a altas temperaturas.
Para refrigerar todo ese músculo, el terminal incorpora un sistema de enfriamiento 7K Ultimate VC (cámara de vapor), unido a una experiencia audiovisual de primer nivel: pantalla 2K HyperGlow con un brillo máximo declarado de 7.000 nits, altavoces simétricos y respuesta háptica avanzada.
La batería Titan de 7.000 mAh es otro de los pilares del dispositivo y una de las señas de identidad de realme. No solo por su capacidad, sino por cómo se gestiona: más de 20 horas de reproducción continua de vídeo y más de 8 horas de juego intenso. Pero hay un detalle significativo: la carga inalámbrica de 50 W, todavía poco habitual incluso en la gama premium. La carga por cable alcanza los 120 W, pero la inalámbrica permite cambiar hábitos: dejar el teléfono sobre la mesa y olvidarse durante horas.
Quizás la apuesta más arriesgada sea el diseño intercambiable del módulo de cámara. El GT 8 Pro permite desenroscar y sustituir el anillo del módulo por otros estilos (circulares, cuadrados o con estética robótica), una rareza en un mercado dominado por diseños cerrados y uniformes. A esto se suma un enfoque sostenible en la versión Urban Blue, con cuero teñido con pigmentos naturales y materiales reciclados certificados que asemeja una cubierta de papel. No es solo un cambio estético: es una declaración de intenciones.
El realme GT 8 Pro no pretende ser “el más potente” o “el que más megapíxeles tiene”. Su discurso va por otro lado: recuperar el placer de mirar, de fotografiar sin pensar en exceso, de usar la tecnología como extensión del ojo y no como sustituto. En un momento en el que muchos móviles parecen querer hacerlo todo por nosotros, este apuesta por algo más sutil: darnos herramientas, (muy potentes) para volver a decidir cómo queremos contar el mundo que nos rodea.
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