Epidemiología
“La próxima pandemia será diez veces más mortífera que el COVID-19"
La advertencia llega de la mano de Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) de la Universidad de Minnesota.
Hasta hace unos años, mencionar el Big One tenía que ver con el terremoto que desencadenaría la separación de California del territorio continental de Estados Unidos. Pero hay un Big One que podría ser más extremo aún.
Esa es la conclusión de Michael Osterholm, director fundador del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas (CIDRAP) de la Universidad de Minnesota y autor del libro The Big One: How We Must Prepare for Future Deadly Pandemics (The Big One: cómo debemos prepararnos para futuras pandemias mortales), una obra que, pese a su título y según el autor, no busca asustar, sino despertar al mundo ante una amenaza inminente para la que estamos lejos de estar listos.
“La próxima pandemia no es una cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo – explica este experto -. Y cuando llegue podría ser diez veces más mortífera que el COVID-19. Nuestra preparación actual es insuficiente para lo que se avecina”.
La COVID-19, que paralizó el globo y se cobró millones de vidas, no fue la gran plaga definitiva, según el análisis de expertos en bioseguridad y virología citados en el libro: solo fue un “ensayo general”. El mundo tuvo una oportunidad única de aprender la lección y reforzar sus defensas sanitarias globales. Sin embargo, la sensación de que lo peor ya ha pasado ha llevado a una peligrosa complacencia para Osterholm.
¿Por qué "The Big One" sería tan devastador? El libro argumenta que la tormenta perfecta se compone de factores que ya están presentes. Por un lado, un patógeno más letal y contagioso, uno con la transmisibilidad del sarampión y la tasa de letalidad del Ébola. La confluencia de la urbanización masiva y los viajes globales lo convertiría en un incendio forestal imparable.
A eso hay que sumarle un colapso de los sistemas sanitarios. Si el COVID-19 saturó las UCIs, "The Big One" podría quebrarlas por completo, dejando sin atención no solo a los pacientes de la pandemia, sino a quienes sufran de cualquier otra enfermedad o accidente.
Otro factor a tener en cuenta es la desinformación y la fatiga pandémica. La próxima crisis de salud se desarrollaría en un terreno social ya erosionado por la desconfianza en las instituciones y la fatiga de la población, dificultando enormemente la aplicación de medidas efectivas.
Pese a ello, el mensaje central de "The Big One" no es la desesperanza, sino la urgencia de la acción. Osterholm subraya que aún estamos a tiempo de evitar lo peor, pero requiere una inversión masiva y coordinada a nivel mundial.
Es imprescindible contar con un sistema de vigilancia epidemiológica capaz de detectar nuevas amenazas en tiempo real en cualquier rincón del planeta. También hay que estimular la investigación y desarrollar plataformas tecnológicas para producir vacunas y tratamientos en cuestión de semanas, no de años. Y, finalmente, el fortalecimiento de los sistemas de salud pública para poder enfrentarse a nuevas pandemias, aun bajo presión.