Tecnología militar

Proyecto Pluto: cuando Estados Unidos quiso crear un misil de propulsión nuclear como el Burevestnik ruso y fracasó

Estados Unidos consiguió avances en el desarrollo de lo que en la década de los 50 llamó un misil SLAM, pero canceló el proyecto por razones medioambientales y retos técnicos

Prototipo Tory II-C.
Prototipo Tory II-C.Departamento de Energía de Estados Unidos.

Vladímir Putin anunció este domingo que Rusia había probado con éxito una nueva clase de misil de crucero que utiliza propulsión nuclear en lugar de convencional. Tras un lanzamiento realizado el pasado 21 de octubre, el 9M730 Burevestnik recorrió 14.000 kilómetros, pero, en lugar de seguir una trayectoria balística como otros capaces de alcanzar distancias comparables -el RS-28 Sarmat, también ruso, el DF-41 chino o el LGM-35 Sentinel estadounidense-, vuela a baja altitud, entre 50 y 100 metros, lo que complica enormemente su detección e intercepción por los sistemas de defensa aérea.

Otra característica es su rango y autonomía de vuelo gracias a la propulsión nuclear. El RS-28 Sarmat y el DF-41 igualan o superan los 14.000 kilómetros del Burevestnik (Petrel o paíño de tormenta, en español), catalogado como SSC-X-9 Skyfall por la OTAN, pero según Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, el nuevo misil de crucero puede ‘alcanzar objetivos altamente protegidos a cualquier distancia con precisión garantizada’ y tiene un alcance ilimitado. Esto se debe a que no depende de la cantidad de combustible con la que puede cargarse.

El Burevestnik fue anunciado en 2018, junto con los misiles hipersónicos Kinzhal y Avangard. Según Putin, los científicos rusos le dijeron en su momento que este tipo de arma difícilmente sería posible, pero ahora ha concluido ‘pruebas cruciales’ y podrá ser desplegado en el futuro. Aquellos ingenieros tenían razones para su escepticismo, dado que no existen otros misiles de propulsión nuclear.

Ni siquiera los tiene Estados Unidos, la mayor fuerza militar del planeta, que intentó desarrollarlo en las décadas de 1950 y 1960 y terminó por cancelarlo. Fue el Proyecto Pluto.

El Proyecto Pluto quería crear un nuevo tipo de misil SLAM

El Proyecto Pluto se inició el 1 de octubre de 1955 y estuvo dirigido por el doctor Theodore Merkle, líder de la división R del laboratorio Livermore, con el respaldo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, la Comisión de Energía Atómica y el Laboratorio de Radiación Lawrence. La investigación se llevó a cabo en unas instalaciones de unos 21 km² en el área de pruebas conocida como Área 401, en el estado de Nevada. La nueva categoría de misil se denominaría SLAM, siglas de Supersonic Low-Altitude Missile o Misil supersónico de baja altitud.

El objetivo básico era construir un motor ramjet nuclear. Es decir, que pudiera introducir aire frío por la parte frontal, hacerlo pasar sobre un reactor nuclear para calentarlo y expandirlo, y expulsarlo por la parte posterior para generar empuje. Era, aparentemente, el mismo principio que los rusos han adoptado para su versión moderna. La principal ventaja teórica de este sistema sería su enorme autonomía, dado que podría volar durante días o incluso semanas, muy por encima de las capacidades de un misil convencional.

Diseño del misil SLAM.
Diseño del misil SLAM. Dominio público / Wikipedia.

Los retos técnicos y los problemas medioambientales del misil SLAM que Estados Unidos no pudo resolver

Aunque el concepto funcionaba sobre el papel, implicaba una serie de desafíos técnicos que terminaron por hacerlo inviable. Merkle los describió en un informe de 1959 titulado ‘The Nuclear Ramjet Propulsion System’.

El primer gran obstáculo era el reactor. Los reactores nucleares convencionales son grandes, pesados y están blindados por toneladas de hormigón. Este debía ser justo lo contrario: lo bastante ligero y compacto para volar, pero también capaz de resistir presiones extremas, variaciones térmicas brutales y las fuerzas derivadas de la aceleración o los giros del misil. Cada una de esas tensiones, por sí sola, podía generar presiones de varios miles de libras por pulgada cuadrada.

Los informes de Merkle no diferían demasiado de los que los científicos soviéticos habían redactado dos años antes. Ambos coincidían en que no existían materiales capaces de soportar las temperaturas del reactor, y el motor ramjet nuclear necesitaría un segundo sistema de propulsión para despegar, lo que añadía aún más complejidad al diseño.

La lista de obstáculos era tan extensa que Merkle identificó diez grandes áreas de investigación y desarrollo imprescindibles para hacer viable aquel motor.

Curiosamente, lo que menos parecía preocuparle era el impacto radiológico. En sus cálculos, un reactor de 490 megavatios generaría menos de 100 gramos de productos de fisión, y solo una pequeña parte de ellos acabaría en el aire.

Edwin Lyman, director interino del proyecto de seguridad nuclear de la Union of Concerned Scientists, puso esas cifras en su contexto en un correo al medio Defense One. Recordó que en los años cincuenta, cuando las potencias nucleares aún realizaban pruebas atmosféricas, ‘no había demasiada preocupación por liberar radiactividad adicional al medio ambiente’. Hoy la percepción es muy distinta. Lyman también advirtió que hablar de radiactividad en gramos resulta engañoso: ‘Chernóbil liberó apenas unos cientos de gramos de yodo-131 y provocó miles de cánceres de tiroides en niños’.

Y eso sin entrar en el efecto del propio vuelo. El misil del Proyecto Pluto, de haberse desplegado, habría volado a ras del suelo y a tres veces la velocidad del sonido, según explicó el historiador Gregg Herken en 1990 en la revista Air & Space Magazine. Aquel ‘Chernóbil volador’ produciría un rugido de 150 decibelios, una onda de choque letal y, probablemente, abrasaría el terreno bajo su estela con el reactor al rojo vivo.

Los prototipos Tory II-A y Tory II-C

Prototipo Tory II-A.
Prototipo Tory II-A.Departamento de Energía de Estados Unidos.

Pese a todo, el programa se mantuvo activo durante cerca de una década y se construyeron dos prototipos del reactor del misil. El primero, a escala y llamado Tory II-A, fue el prototipo de prueba y realizó un test el 14 de mayo de 1961 en el que funcionó durante unos segundos. Sirvió para verificar el diseño del núcleo y la integridad de los elementos combustibles bajo condiciones simuladas de ramjet.

El segundo, ya a tamaño real y llamado Tory II-C, fue probado el 20 de mayo de 1964. Funcionó a plena potencia - alrededor de 513 megavatios térmicos- durante 292 segundos y se verificó que el flujo de aire calentado generaba el empuje previsto para un ramjet nuclear operativo.

Pese al éxito de estas pruebas, el programa se canceló en mayo de 1964 por razones medioambientales, estratégicas y presupuestarias y la probabilidad de que acabara convirtiéndose en un problema político. Por ejemplo, ¿dónde se podía probar un reactor nuclear en vuelo? Un error en Nevada podría terminar arrasando una ciudad entera. Se llegó a plantear sujetar el misil con un cable o probarlo sobre el Pacífico y luego hundir el reactor, pero se consideraron planeas inviables.

También pesaba el riesgo de provocar una nueva carrera armamentística. Un misil capaz de volar durante días, arrojar bombas nucleares y esparcir radiación habría sido un poderosos incentivo para que Moscú desarrollara el suyo propio.

Y así llegamos al presente. Las dificultades técnicas y los riesgos siguen siendo los mismos. Por eso, muchos expertos dudan de que el actual proyecto ruso de propulsión nuclear sea realmente funcional y opinan que es más una herramienta de presión política que un avance tecnológico real.