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Crítica del final de «Homeland»: El extraño arte de sobrevivir

Con su octava y última temporada, desde hoy en Fox, la intriga política protagonizada por Carrie Mathison completa un camino lleno de altibajos pero generalmente admirable

A la izda., Mandy Patinkin, que da vida a Saul Berenson, mentor en la CIA de Carrie Mathison, a quien interpreta Claire Danes
A la izda., Mandy Patinkin, que da vida a Saul Berenson, mentor en la CIA de Carrie Mathison, a quien interpreta Claire DanesSifeddine ElamineSifeddine Elamine/SHOWTIME

La de «Homeland» es una de las trayectorias más curiosas seguidas por una teleserie en lo que va de siglo. Debutó entre aplausos inmediatos en 2011 –una época de pura transición para la industria televisiva–, en parte gracias a su capacidad para subvertir las convenciones de la llamada Edad De Oro del formato lo suficiente como para destacar entre el amplio abanico de títulos competidores. Le bastó un año para erigirse en triunfadora no solo en la gala de los Emmy sino también, sobre todo, en la cultura popular.

Sin embargo, tuvo poco tiempo para saborear esa victoria. A su irregular segunda temporada le siguió la tercera, que en general fue francamente desafortunada y además incluyó el final del trágico romance entre su protagonista, la oficial de operaciones de la CIA Carrie Mathison (Claire Danes) y el exsargento marine Nicholas Brody (Damien Lewis). Muchos consideraron que aquel era el momento para poner fin a la serie; al mismo tiempo, había muchas otras ficciones televisivas a las que prestar atención. Pero, a pesar de ello y de que tanto los premios como la atención de la crítica y el público desaparecieron, siguió adelante. Y hasta ahora. A lo largo de su periplo, «Homeland» ha sido sucesivamente muchas cosas –un misterio en la línea de «El mensajero del miedo», una tensa historia de amor, un austero thriller de espías, un drama político, un éxito, una decepción, un resurgir–, encarnando en el proceso aquello que mejor distingue a la ficción seriada de la mayoría de las otras formas de entretenimiento: la evolución en el tiempo. Sus guionistas han sabido capturar el «zeitgeist» y, en general –a pesar de, por ejemplo, la trama rusa que centró la temporada 7–, la serie ha envejecido mejor que la mayoría de títulos sometidos a un recorrido televisivo similar al suyo.

Variación de la trama

En los primeros episodios de la octava temporada, Carrie se recupera de los meses que pasó siendo torturada –de nuevo– en un gulag ruso cuando su mentor en la CIA, Saul Berenson (Mandy Patinkin) la pone en acción por última vez para que intervenga en las negociaciones entre los líderes afganos y los talibanes para poner fin a la eterna guerra en la región. El verdadero problema no es que la mujer quizá no esté preparada para cumplir la misión tras el reciente trauma que ha sufrido; el problema es que existe la posibilidad de que en el tiempo de su cautiverio, durante el que fue privada de la medicación contra su trastorno bipolar, revelara información secreta al enemigo.

Dicho de otro modo, en su temporada final «Homeland» cierra inteligentemente el círculo, ofreciendo una variación de la trama que vehiculó la serie en sus inicios y proponiendo así una necesaria reflexión histórica sobre los costes humanos y políticos de la guerra contra el terrorismo emprendida en su día por Estados Unidos, y aparentemente inacabable. Por supuesto, es impensable que a estas alturas la serie llegue a penetrar en el debate cultural como lo hizo a principios de la década, pero lo cierto es que sigue combinando lo político con lo íntimo y la intriga de espionaje con el estudio psicológico de forma inequívocamente sólida. Y, considerando que la mayoría de series de las que llegamos a hablar o bien triunfan a lo grande de inmediato y caen rápidamente en el olvido, o bien se toman su tiempo para convertirse en grandes fenómenos, la capacidad de «Homeland» para sobrevivir a su propio camino de ascenso y caída resulta extrañamente fascinante.

Por qué hay que verla, o por qué no: porque, en general, le ha sabido tomar el pulso a la política exterior estadounidense en materia de terrorismo.
El mayor acierto: sin duda la interpretación de Claire Danes, electrizante por su habilidad de combinar dureza y vulnerabilidad.
Si le gusta también puede ver... títulos como “24” -la serie de la que es sucesora-, “Rubicón”, “Jack Ryan”, “The Looming Tower”, “Person of Interest”, “Patriot” y “Counterpart”.
El dato: en su debut en Estados Unidos, la octava temporada obtuvo los peores datos de audiencia de la serie en toda su historia.