Entrevista

María Lo: «Mi padre esperó a que saliera de ‘’MasterChef’' y se fue conociéndome al 100%»

La ganadora de la 10ª edición de «Masterchef» se sincera sobre su futuro

María Lo, la concursante que más ha exhibido su alto nivel a lo largo de todo el concurso, posa para la prensa tras ganar la décima edición de "MasterChef"
María Lo, la concursante que más ha exhibido su alto nivel a lo largo de todo el concurso, posa para la prensa tras ganar la décima edición de "MasterChef"Victor CasadoAgencia EFE

María Lo se convirtió este lunes en la vencedora de la décima edición de «MasterChef» venciendo a Verónica en una ajustadísima final. La ganadora de los 100.000 euros habla con LA RAZÓN de su pasado, cómo la ha marcado su padre, recientemente fallecido, y sus planes de futuro, con solo cuatro horas de sueño en el cuerpo tras el vendaval de su victoria.

¿De dónde saca toda esa energía y positividad?

Yo no me lo explico, pero creo que de mi madre: esa sonrisa eterna y ese nerviosismo. Todo es impaciencia en verdad.

Porque sus padres son muy distintos...

Yo se lo digo mucho a mi pareja, “quilla, yo para tener unos padres tan extremos, porque son polos opuestos, he salido muy bien”.  Tuve un padre exigente y muy metódico y mi mamá decía “Tú vive la vida”.

Desde que ganó, ¿qué ha hecho, aparte de morderse la lengua?

Eso me ha costado bastante, porque hay expertos en intentar sacarte lo que sea. Me he dedicado a las redes sociales, porque quería darme a conocer y que la gente siguiera disfrutando del tipo de cocina que hago, porque al fin y al cabo es lo que me apasiona. Sí que es verdad que al mismo tiempo, en paralelo, no he parado de darle vueltas a la cabeza y empezar a crear proyectos que tengo en mente.

¿Dedicará los 100.000 euros del premio a esos proyectos?

El dinero te juro que lo que no voy es a malgastarlo en comprarme un coche. Si lo gasto, lo haré invirtiendo en mis ideas y mi proyecto. Todo relacionado siempre con la gastronomía. Igual lo uso en un delivery en Barcelona con los platos míos que más me gustan. Más a largo plazo, montar mi restaurante chiquitillo donde pueda servir mis platos y emocionar a la gente.

El delivery en Barcelona, ¿el restaurante allí o en Cádiz?

Eso todavía no lo sé ni yo, pero tiraría más para una zona pequeñita. No sería en una ciudad grande. Igual será en Tarragona porque tenemos un terrenillo allí y mi pareja y yo también queremos hacer aceite de oliva. O abrirlo en Cádiz, que son mis raíces y me encantaría...

¿Y un viaje con su pareja?

A Malta me voy a llevar a mi madre, que es un premio que gané, pero igual sí que me gasto un poquito de dinero para irme a Japón con mi pareja. Nos encanta comer, y Japón tiene que ser una maravilla.

Para la edición de su libro de recetas, ¿qué lo hará suyo?

Voy a centrarlo en una cocina tradicional, donde se premia mucho el producto y los platos que se cocinan con tiempo. A día de hoy no tenemos mucho tiempo, pero creo que deberíamos parar y dedicar tiempo a cosas tan bonitas como la cocina. Le voy a dar la esencia esa mía también por el tipo de platos que son, tradición total, pero que irán mucho a platillos de Cádiz y platos andaluces.

Pepe le recordó en la final su preocupación por la ascendencia asiática...

No tanto preocupación, sino lo que me ha transmitido mi padre desde chiquitilla. Vino a España y de alguna manera creo que huía un poco de sus raíces. Me lo enseñó y siempre he tenido ese respeto a la parte asiática. Pero oye, me estoy dando cuenta de que en el postre que hice en la final, (que lo probabas y estaba de llorar), el meter esas partes asiáticas en los platos, a lo mejor más tradicionales...

Insiste en que tiene mucha autoexigencia

Desde pequeñita; también eso ha venido de mi padre, siempre me decía: «Oye tú, tienes que hacer las cosas bien para no destacar mucho». Porque él vivió ser del primer grupo de chinos en llegar a España y que la gente lo señalase, y ese miedo me lo pasó un poco a mí. Ha sido como un arma de doble filo total, porque toda la vida he llevado ese nivel de exigencia que cuando no lo controlas, pues eso mismo, te descontrola, y te acaba pesando. «MasterChef» realmente me ha dado las herramientas para regular eso. Ese ha sido para mí el aprendizaje más heavy y lo que me llevo a nivel personal. También el ser exigente ha hecho que yo tuviese un punto de inflexión y dijese «tía, María, espabila, date aire, quiérete, respétate y date cuenta de que de un error se aprende. Y cáete las veces que sea que es la única manera que tienes para aprender».

¿Qué es eso de que no le gustan los piropos?

Yo que sé. No sé, no sé, no sé, no sé. No sé por qué. Es algo automático que tengo, que de repente me dicen algo bonito y no sé dónde meterme. Mi chica siempre me lo dice: ”Tía, María, Gracias, y ya está. Dices gracias para aceptar un piropo que te está diciendo alguien”. Entonces es como que me da apuro. Pero sí que es cierto que “MasterChef” también me ha ayudado a decir “oye, encájalos”. Aparte, a nivel de redes, no sabes la de gente que me manda mensajes preciosos de admiración y de muchísimo apoyo y bueno, piropos por todos lados. Una al final se acaba acostumbrando, aunque sí que es verdad que a veces me vuelve a saltar la vergüenza.

¿Qué opinas de Verónica, tu compañera de la final?

Verónica es una persona que admiro un montón. O sea, yo me siento súper reflejada con ella porque nos parecemos muchísimo: ella también es muy exigente y muy perfeccionista, y cuando invierte toda la energía en algo que le apasiona, pues le sale esa parte. Es una tía con la que montaría cualquier cosa, pero con los ojos cerrados, y creo que eso dice mucho a nivel profesional. Y luego ya la parte personal, con ella he convivido seis meses y medio, la he conocido, y es una maravilla de persona. Me he reído con ella lo más grande y de hecho nos llevamos genial, que nos vemos cada vez que vengo a Madrid. O sea que muy guay.

¿Qué se lleva de cada uno de los jueces?

Samantha siempre está ahí; parece que es la que está más a un lado, pero es súper cercana en el trato, y tiene en esa parte del catering que que me apasiona. De Pepe me llevo esa generosidad que tiene y todo lo que se emociona y está todo el día llorando. Y de Jordi, que me siento muy identificada con él; para mí siempre ha sido un mentor.

Su padre pudo verla como ganadora antes de fallecer.

Fue algo que me pareció muy bonito y le agradezco a mi familia toda la templanza que han tenido durante todo el programa. Mi padre decidió no contarme que a la segunda semana de entrar en «MasterChef» tuvo un bajón porque le encontraron una infección. Estuvo dos meses y medio, casi tres, bastante malito, pero le dijo a mi madre: «Juana, lo último que quiero (y a mi pareja también se lo dijo) es que la niña se entere de mi estado. Quiero que viva su vida y que disfrute este momento porque es lo que siempre ha querido, y, por favor, protegedla». Me parece el acto más bondadoso y de amor que te puede dar un padre: olvidarse de él mismo y pensar solo en ti. Tuve la suerte de salir de «MasterChef» y pasar esa última semana con él. Tengo clarísimo que se hubiese ido antes, pero dijo «aquí me quedo yo hasta ver a mi hija». Me acuerdo de entrar en el hospital , abrir los ojos y verle el brillo y la cara de «ya está aquí mi niña»: de paz, de tranquilidad y encima de orgullo. Y lo más importante que me dio «MasterChef», fue decirle a mi padre quién era yo, que tenía novia y era feliz con ello. Se ha ido conociéndome al 100%, orgulloso y tranquilo y en paz.