
Polémica
Eurovisión 2026: El canciller austríaco defiende la participación de Israel
El rol de Austria y las tensiones en torno a la participación israelí

La organización del Festival de Eurovisión 2026 en Viena se encuentra envuelta en una compleja controversia política que está poniendo en peligro la celebración del evento. La causa principal es el debate sobre la participación o posible exclusión de Israel, país ganador de la última edición y que debe defender su título como representante en la capital austriaca. Este tema ha generado presiones internas y amenazas de boicot que ponen en jaque el carácter apolítico y musical del certamen.
El canciller austríaco, Christian Stocker, se ha manifestado firmemente en defensa de Israel, rechazando rotundamente cualquier intento de prohibir la participación israelí. Stocker calificó como un "error fatal" excluir a Israel, aludiendo también a la responsabilidad histórica de Austria relacionada con el Holocausto, lo que añade un peso simbólico a esta defensa. En sus declaraciones recogidas en vísperas del día nacional austríaco, insistió que negar la presencia del representante israelí implicaría un signo de intolerancia inaceptable: "Es inaceptable que nosotros, precisamente, prohibamos a un artista judío venir a Viena".
No obstante, la presencia israelí ha sido cuestionada por varios países, entre ellos España, Irlanda y Países Bajos, quienes han amenazado con retirarse del concurso si Israel es autorizado a competir. Las críticas están vinculadas a la reciente ofensiva israelí en Gaza, provocada tras el ataque con secuestros y asesinatos perpetrados por Hamas el 7 de octubre de 2023. Algunos miembros de la Unión Europea de Radiodifusión (UER), organizadora del festival, enfrentan la difícil decisión de equilibrar la neutralidad política del evento con las tensiones internacionales y las posturas humanitarias y políticas de sus países.
La respuesta del gobierno austríaco ha ido más allá de declaraciones públicas. Según fuentes locales, Stocker y su secretario de Estado han presionado a la televisión pública austriaca (ORF) y al Ayuntamiento de Viena para que amenacen con cancelar la organización del festival si Israel es vetado. Esto ha puesto sobre la mesa la posibilidad de que Eurovisión no se realice en Viena debido a un boicot político, algo sin precedentes en la historia del evento. La no celebración en Austria supondría también un coste económico significativo para el país, incluyendo una multa de hasta 40 millones de euros por incumplimiento contractual.
Por su parte, el debate sobre la participación israelí se ha pospuesto oficialmente a diciembre, cuando la UER planea tomar una decisión definitiva en una votación secreta. El conflicto ha dividido a la comunidad eurovisiva y evidencia cómo Eurovisión, aunque concebido como un festival apolítico, no puede escapar a las realidades geopolíticas actuales.
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