Estreno
«La pasión turca» de Maggie Civantos
La actriz protagoniza la serie original de atresplayer de seis episodios que hoy estrena Antena 3 en abierto y en prime time
Dos cuerpos se entregan a la pasión sobre unas sábanas hartas de molestar, mientras al fondo se vislumbra el perfil de Santa Sofía y las casas de Estambul. Cada día esas mismas vistas son las que intenta reproducir la joven Olivia en sus cuadros, pero su mente la abandona para volver a llenarla de deseo hacia Yamán. Lo que parecía amor por un desconocido le arrebata a Olivia su independencia, su familia y hasta su propia libertad. Pues uno de esos cuerpos es el del actor turco Ilker Kaleli, y el otro el de la española Maggie Civantos. Ambos vivirán «La pasión turca», una serie original de atresplayer que esta noche llega en abierto a Antena 3, y en prime time.
«Fue un flechazo», nos dice la actriz sobre la serie desde el otro lado del teléfono tras el rodaje de un nuevo proyecto en Galicia. Hace hincapié en que tuvo que hacer la prueba y la llamaron mientras rodaba «Express», y sin tiempo no pudo evitar sumarse a la serie: «Quería hacer este personaje por ese salto al vacío y esa incertidumbre que tiene el personaje, que me parecía un reto». Reconoce que profesionalmente «no había hecho nada tan extremo en cuanto a la intimidad de esas emociones que vive el personaje», y matiza que «más allá de las escenas de intimidad», la actriz decidió hacer el viaje con Olivia. «La pasión turca» demuestra en pantalla que hay mucho trabajo detrás con dos meses de rodaje en Estambul y uno en Madrid, para los momentos que Olivia pasa a ver a su familia y amigos.
La pasión como droga
Civantos desgrana la experiencia, que resultó agotadora puesto que la actriz aparece «en el 96% de las secuencias. Requería esfuerzo físico, y es un viaje bestial el que vive el personaje por todo tipo de emociones, desde las más bonitas a las más horrorosas. De hecho el primer capítulo arranca en el hospital». Allí comprobamos que no todo con Yamán era idílico, y Olivia se despierta de un coma causado por su intento de suicidio. Desde la cama tendrá que explicar a una inspectora cuál es su relación con una red de contrabando de obras de arte en el que también está implicado su amante turco. Civantos representa a la perfección el papel de estudiante de Historia del Arte, y como todo en ficción, no tiene truco: «Mi objetivo era hacerlo creíble; mimetizarme con los personajes. El viaje, para mí, es una cuestión de intentar ser profesional, pero también hay algo muy personal: sacar toda la experiencia y hacer el viaje con los personajes para vivirlo yo también intensamente». Confiesa que se metió tanto que tuvo que desconectar durante algún fin de semana «porque no podía sufrir más. Hay algo de tener que poner distancia cada vez que podía». Y se preparó a conciencia, como cuenta ella misma y comenzó a leer libros de Historia del Arte. Pero para la parte más emocional no hay libros y junto al director, Iñaki Peñafiel, decidieron convertir a Olivia en una adicta a los sentimientos; enganchada a sentir. Ella encuentra en la pasión una droga. Cuando lo trabajé desde ahí pueden comprender que no tenía que entender y que el deseo de sentir era un poco la adicción de este hombre». El espectador verá en directo como «esta historia no es una historia de amor, si no una historia de pasión, de deseo; es una historia de esa adicción por sentir y luego yo creo que al final pasa por el amor hacia sí misma». La actriz, sin spoilers, confía en que el público entrevea la trama «como ese tipo de relaciones tóxicas llevadas al extremo, donde al final eso no es amor». Y Olivia tendrá que entender «que el amor pasa por respetarse a sí misma».
No nos olvidemos que la pasión es cosa de dos, y nos interesamos por su trabajo con el actor Ilker Kaleli. «Es un actor muy exigente con su trabajo, y con lo demás, y como yo también lo soy, en ese sentido buscábamos hacernos el trabajo lo mejor posible», dice Civantos de su compañero de reparto, y además admite que «es un actor que admiro muchísimo porque él no hablaba español, y tuvo que aprender español cuando estábamos ensayando, aprender las escenas y trabajó muchísimo». Describe la actriz el personaje conseguido por Kaleli, como «un Yamán que tiene una cosa muy misteriosa, pero aparte también profundo. Ahí no lo ha trabajado desde una superficialidad, sino que hace un trabajo profundo de personaje». Para el delicado trabajo que suponen las escenas íntimas entre las sábanas, la actriz confió «mucho en el director. Ya había trabajado con Iñaki y confiaba mucho en él. Y al final el director de fotografía venía de su mano, por lo que había como un trabajo en equipo y de confiar en que todas las escenas se van a trabajar con elegancia. Luego al final tuvimos coordinadores de intimidad en Madrid».
Sin ánimo de imitar al libro o a la película
►Nadie espera que la serie sea como leer el libro o ver la película protagonizada por Ana Belén, pero Maggie se adelanta: «Les pediría a los espectadores que no vayan buscando exactamente lo que he encontrado ni en la película, ni en adaptaciones que se han hecho después, ni en la novela. Sí tiene la esencia, pero es un personaje mucho más contemporáneo. De hecho ahí el último capítulo es un capítulo totalmente que se hizo para la serie, entonces creo que hay que verla con una mirada nueva».
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