Review

Ni todos los prostéticos encima de Glen Powell tapan que 'Chad Powers' es una comedia decepcionante

La nueva apuesta de Disney+ sobre una especie de Señora Doubtfire del fútbol americano desaprovecha el carisma de su actor protagonista con un humor descafeinado y una historia de redención algo forzada y previsible

Irreconocible bajo capas y capas de maquillaje, Glen Powell interpreta al excéntrico Chad Powers
Irreconocible bajo capas y capas de maquillaje, Glen Powell interpreta al excéntrico Chad PowersDisney+

En internet, en concreto en el lenguaje de los memes, un "chad" es un hombre atractivo, seguro de sí mismo, popular y con éxito en sus relaciones. Se suele contraponer, en un gesto que bordea lo incel, con el "virgin", el estereotipo de chico tímido, inseguro, con pocas habilidades sociales y constantes fracasos sexoafectivos. Quiero creer que los creadores de "Chad Powers", la comedia sobre fútbol americano que llega hoy a Disney+, lo sabían al elegir el nombre de su protagonista.

Si compramos esta retórica algo chunga, no hay duda de que Glen Powell se acerca más al lado "chad" del espectro: desde que saltó a la fama en "Top Gun: Maverick" (2022), es una de las caras que más al alza cotiza de Hollywood, gracias a su carisma y a esa imagen de yerno americano perfecto que le acompaña. Le hemos visto como galán de romcom en "Cualquiera menos tú", y como héroe de acción en el remake de "Twisters", pero también nos ha enseñado que sabe reírse de sí mismo, y ahí es donde entra "Chad Powers". La serie, producida por Peyton Manning —leyenda de la NFL­—, parte de un sketch que el propio Manning, junto a su hermano Eli, ideó para el programa de este. En él, Eli se infiltraba en las pruebas de un equipo caracterizado como Chad Powers, un supuesto quarterback universitario, con peluca y maquillaje prostético. Fue un éxito viral en EEUU, y de ahí surgió la idea de llevarlo a la ficción.

La historia, eso sí, tiene cambios: Powell interpreta a Russ Holiday, un jugador de cierto renombre que, tras un incidente en el partido por el título —el mejor gag, de lejos, de toda la serie—, queda repudiado y convertido en un meme andante. Incapaz de rehacer su vida sin el fútbol, aprovechará que su padre se dedica al maquillaje y la caracterización en cine para presentarse con este nuevo alter ego, Chad Powers, en las pruebas de un equipo de Georgia que no para de perder, en un guiño que la propia serie explicita a "La señora Doubtfire".

No es, sin embargo, la peli con Robin Williams el referente más cercano a "Chad Powers", y es que hace apenas un año Glen Powell ya escribió —también es coguionista de la serie junto a Michael Waldron— una comedia en la que nos demostraba sus dotes para disfrazarse a lo Mortadelo: "Hit Man. Asesino por casualidad". La diferencia está, claro, en que por aquel entonces su compañero de viaje era un tal Richard Linklater, y no hay más que ver ambos productos para apreciar la diferencia. El carisma de Powell está ahí, y su habilidad para cambiar de registro entre Russ, un chulo californiano que no mira más allá de sí mismo, y Chad, un extraterrestre de conductas erráticas pero buen corazón, también. ¿Qué falla entonces? Algo tan elemental como el tono.

"Chad Powers" aspira a captar la esencia de otra exitosa serie deportiva reciente: "Ted Lasso", que ha hecho de la comedia blanca y buenrollera su seña de identidad, pero no lo termina de conseguir. Vale que el deporte no ayuda —el fútbol americano fuera de EE UU es lo que es—, pero esto no sería excusa si los personajes y conflictos de la serie fuesen más frescos, menos arquetípicos y encorsetados en la típica historia de redención americana, que lleva el "fake it till you make it" a la enésima potencia con situaciones que uno puede imaginarse ya desde el primer capítulo.

Al menos, esta identidad secreta se aprovecha para generar cierta tensión con situaciones en las que nuestro protagonista está a punto de ser pillado en un renuncio. Eso es con respecto a Chad, la cara A de este Dr. Jekyll. Respecto a Russ, que concentra la parte más cómica, sólo puedo decir que ojalá haberla visto más, que ojalá ese prólogo del piloto no fuese algo aislado y esa mala leche, ese retrato de un auténtico despojo humano se viese más, y no estuviese condenada a vivir a la sombra de un arco más en el que el crápula descreído aprende el valor del compañerismo simplemente por hacer un "Celebrities" de Joaquín Reyes.