Cultura

Enrique Ponce

Enrique Ponce: amor a los toros

El torero de Chiva volvió a los ruedos en Osuna en el primero de sus compromisos justo el año que cumple 30 de alternativa y sumó dos trofeos, una puerta grande cerrada por la covid-19, al igual que Ventura; bochorno de Conde que se deja un toro vivo

El diestro Enrique Ponce durante la corrida mixta que se celebró anoche en Osuna
El diestro Enrique Ponce durante la corrida mixta que se celebró anoche en OsunaKiko HurtadoLa Razón

Ni la Covid-19 ni una mediática y sorprendente separación con Paloma Cuevas ni el romance del año con Ana Soria pudo con lo irremediable y pasados tres minutos de las nueve de la noche bajo una expectación fuera de serie Enrique Ponce hizo el primer paseíllo de este 2020. El maldito año capicua en el que cumplía sus 30 años de alternativa y una pandemia lanzó al mundo por los aires. No es el caso del torero valenciano que comenzaba su temporada en la plaza de toros de Osuna (Sevilla) con un calor aplastante y la prensa al acecho de la foto que ha copado portadas en las últimas semanas: ¿vendría la nueva novia a verle?

Ya lo sintió el empresario Antonio Osuna a la hora de dar cobertura a la expectación suscitada: «es increíble la repercusión de Enrique Ponce y la cantidad de prensa que está llamando», comentaba a este medio pocos días antes. Más si tenemos en cuenta que estamos en plena pandemia y todavía nos regimos por la mitad de aforo para la celebración de festejos.

No era este el plan previsto para la temporada, como no lo era para nadie. Enrique Ponce cumplía sus 30. De alternativa y tenía planteado celebrarlo en su Valencia. Allí se había doctorado tres décadas atrás un 16 de marzo de 1990 con Joselito como padrino y El Litri como testigo de ceremonia.

El mismo día 16 estaba prevista la celebración en plena Feria de Fallas en un mano a mano con el torero revelación y de los más atractivos del panorama taurino actual Pablo Aguado para lidiar un encierro de Juan Pedro Domecq. Era el regreso también a la plaza en la que un año antes sufrió una aparatosa cogida con una grave lesión que horas más tarde el doctor Villamor calificaría de «rodilla catastrófica».

Todavía en familia

Haría doblete en Valencia, pero no pudo ser. A pocas horas de la celebración de la mítica feria el galopantes coronavirus y sus consecuencias, aun embrionarias, forzaron la suspensión. Caerían después en efecto dominó el resto de ferias mientras nos confinaban en casa y al diestro de Chiva en su finca jiennense de Navas de San Juan, con la que hasta entonces era su mujer, Paloma, y sus hijas. No dejó de torear y prepararse durante ese tiempo, como manifestó a este medio tiempo después.

Tres décadas habían pasado para un torero que ha hecho pleno en los números. Récord en años de alternativa, número de corridas y sin visos de retirada. Ayer Enrique Ponce volvía a los ruedos en, sin duda, su temporada más mediática. Será, además, el torero que más paseíllos haga en este año raro y de pocos festejos. De hecho, copa toda la primera semana del mes de agosto hasta la puesta de largo del 6 de agosto en El Puerto de Santa María donde hace días que se agotaron las entradas para festejar los 140 años de la bella plaza gaditana.

Fue Enrique Ponce el primero que decidió dar el paso hacia adelante y anunciarse en estos tiempos convulsos de la covid-19. Eran los primeros días del mes de junio cuando anunció que torearía en el pueblo donde tiene su ganadería y donde pasó el confinamiento: «Voy a torear. Cuando se hablaba de torear sin público yo no lo veía claro, para mí hubiera sido de las últimas opciones, pero reducir el aforo me parece asumible dada la situación. Ya se volverá al esplendor, ahora toca esto y sacarlo para adelante, pero no debemos dejar pasar la temporada en blanco. Creo que es importante que los empresarios no se asusten, los toreros vamos a dar la cara y aquí estamos, hay que ser valientes. Y si luego llega agosto y no se puede, pues ya habrá momento para desmontar, pero si cancelamos lo tenemos todo perdido», admitía Enrique Ponce para LA RAZÓN.

Los días pasaron y la cita llegó con una corrida mixta en la que abrió plaza Diego Ventura con dos toros de su ganadería. Le fueron suficiente para abrirse la Puerta Grande, que no hay debido a la nueva normalidad impuesta por la Covid-19, pero sí los premios. Enrique Ponce y Javier Conde darían cuenta de una corrida de la ganadería de Julio de la Puerta.

Ponce, en un derechazo
Ponce, en un derechazoJose Manuel Vidal.EFE

Moneda al aire

Llegó el momento de echar de nuevo la moneda al aire más allá del rumor mediático que lo llena todo estos días, del miedo de la Covid-19 que nos obliga a la distancia social también en los tendidos de las plazas de toros, a la asfixia de la mascarilla a 43 grados de temperatura, y del furor de instagram. Ponce volvía a los ruedos con el revuelo de su vida personal más expuesta que nunca entre el torbellino de la juventud de su nueva novia Ana Soria. Se fue de Osuna con el reconocimiento del público y dos trofeos. Uno y uno. La Puerta Grande sería también, que no fue, como la esperada fotografía de la joven en el tendido. O Conde, que completaba la terna y resultó un visto y no visto. Las miradas furtivas se perdían de vez en cuando por el tendido, y los mensajes, ¿ha ido o no? La noticia estaba en el ruedo y por arriba, tras alguna mascarilla. La nueva normalidad de Ponce se centraba de nuevo en el «amor» por el toro. 30 años no son nada. Y toda una vida.