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Juan José Padilla: «España no merece la situación en Cataluña»

«El Pirata» hace balance de un año en el que se ha elevado hasta el primer lugar del escalafón de matadores tras lidiar 56 festejos

Juan José Padilla
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«El Pirata» hace balance de un año en el que se ha elevado hasta el primer lugar del escalafón de matadores tras lidiar 56 festejos.

El «Ciclón de Jerez» está con más fuerza que nunca. Tras 24 años sin descanso en los que ha vivido la dulzura y la tempestad de la vida, esta temporada ha arrasado en la mayoría de la geografía española, gala y lusa, superando fronteras que ni llegaba a imaginar. En plena preparación para su debut en la presente temporada americana, que tendrá lugar el 26 de diciembre en Cali (Colombia), Juan José Padilla asegura:

– Nunca me planteé ocupar lo más alto del escalafón como un objetivo para la temporada. Ha sido resultado de la competencia diaria con otros toreros como Roca Rey o Talavante, que te obligan a dar siempre el máximo nivel.

– Además de las cifras, ¿con qué se queda de esta temporada?

– Ha sido un sueño poder empezarla triunfando en Valencia y terminarla haciendo lo mismo en Zaragoza. En esta segunda etapa de mi vida profesional estoy disfrutando mucho de mis compañeros y los nuevos valores del circuito.

– ¿Tras 24 temporadas, sigue teniendo gasolina para rato?

– Claro, me sigo vistiendo de torero con la misma ilusión, cada temporada que afronto es un reto nuevo. Además me encuentro en una situación muy cómoda, en la que sólo tengo que preocuparme por torear y no en si voy a tener próximos contratos, como me ocurría hace no mucho tiempo.

– ¿Es consciente de que su ejemplo puede inspirar a más gente?

– Creo que las personas tenemos la obligación de levantarnos ante cualquier circunstancia y me enorgullece haber ayudado a gente a hacerlo. Pero la fuerza que transmito se la debo a todos aquellos, que en situaciones mucho peores que la mía, me han demostrado su compromiso con la vida.

– ¿Se siente figura?

– Para nada. Me siento un torero respetado y querido por la sociedad y mis compañeros.

– ¿Comprendió la retirada de Morante?

– Sí, entendí que José Antonio no había tenido suerte en la temporada con sus toros y su desesperación por la falta de colaboración de algunas ganaderías.

– ¿Cuándo se acuerda más de Dios, en el triunfo o en la derrota?

– En los momentos difíciles es cuando más le necesito, porque para mi salir cada día a la plaza ya es un triunfo. No le pido orejas ni puertas grandes, eso ya es un regalo extra.

– ¿Es necesario también un punto de locura?

–Sin duda. Como dice la famosa frase, los toreros somos unos «locos maravillosos», nos arriesgamos por encima de nuestras posibilidades aun sabiendo las consecuencias que puede traer. Somos unos locos pero con conocimiento y capacidad.

– ¿Pamplona ha sido la espina de la temporada?

– Sí. No tuve suerte con la corrida de Fuente Ymbro y no pude demostrar mi toreo. Me duele especialmente porque al público de Pamplona le considero mi afición.

– ¿Nada le hace perder su sentido del humor?

– Nada. Tras el percance de Zaragoza en 2011 y pasar un tiempo bastante hundido, rápidamente entendí que la vida hay que afrontarla como viene. No soporto ser autocompasivo.

– ¿Hay que decir siempre lo que se piensa sin importar las consecuencias?

– A veces es mejor morderse la lengua y contar hasta diez.

– ¿Le afectan las redes sociales?

– No me preocupan. Cada uno es libre de opinar lo que quiera, aunque lo haga para hacer daño.

– ¿Para qué aprovecha el invierno, además de entrenar?

– Hago lo que no me da tiempo en verano, como hacer rutas en bicicleta o llevar a mis hijos al colegio y al fútbol. Estas cosas sencillas son las que más me llenan.

– ¿Cómo ve el panorama que se está viviendo en Cataluña?

– Soy una persona optimista por naturaleza y que siempre he mantenido mi compromiso con España y toda su gente. Por ello mantengo la esperanza de que todo se resuelva pronto. España no se merece vivir esta situación tan lamentable.

– Un año negro...

– Ha sido muy duro. Aunque se suele decir que la muerte es ley de vida, la de Fandiño fue la más cruel. Me resulta imposible no desgarrarme por dentro cuando recuerdo todas las veces que coincidí con él y esa valentía y ansia por reconducir de nuevo su carrera. También recordaré para siempre los consejos que me regaló Dámaso González, y jamás cesaré de seguir las huellas que dejaron Palomo Linares o Victorino Martín.