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Ferias taurinas

La elegancia social del regalo

Alejandro Adame pasea una muy generosa oreja en la penúltima de Algemesí.

La elegancia social del regalo
La elegancia social del regalolarazon

Alejandro Adame pasea una muy generosa oreja en la penúltima de Algemesí.

Algemesí, 28 de septiembre. Séptima de feria. Lleno.

Novillos de Fernando Peña, bien presentados y justos de uerza pero nobles y manejables en conjunto.

Rafael González (de purísima y oro), silencio y ovación con aviso.

Alejandro Adame (de blanco y plata), silencio tras aviso y oreja.

De las cuadrillas destacó José Luis Triviño.

Desgraciadamente, y van varios años en los que la tónica dominante en la Feria de las Novilladas es esta, el escalafón novilleril se evidencia muy bajo de forma y pese a triunfalismos bienintencionados o jaleados interesadamente, el panorama se descubre preocupante.

En la quinta de las novilladas picadas del abono de Algemesí volvió a quedar patente esa ausencia de diestros capaces, ilusionantes y dispuestos a subir aunque sea a dentelladas.

Tampoco puede aducirse que no hubiese material adecuado, ni que no hubo apoyo por parte del público -en esta plaza es constante y una de sus señas de identidad-, pero el bien presentado encierro de Fernando Peña, lustroso, cuajado y con volumen pero noble y muy manejable, se fue con tan sólo una oreja de menos. Un apéndice que, a fuer de sincero, también debió ir junto al cuerpo del novillo al desolladero, puesto que su matador, el mejicano Alejandro Adame no acumuló méritos suficientes para su consecución. Pero en esta plaza se sigue teniendo a gala el practicar la elegancia social del regalo.

Fue el cuarto de la tarde, serio y hecho, con el que se lució al veroniquear. Se empleó en el caballo y, tras el largo parlamento de Adame en el brindis que hizo a Santiago López, tuvo aire y buen son en la muleta, con fijeza y templanza, virtudes que no supo ver el de coleta, que se perdió en un trasteo sin quietud ni mucha confianza,con muletazos instrumentados sin unidad, ligazón ni medida del tiempo, matando, por si fuera poco, de un bajonazo muy trasero que, sin embargo, no fue óbice para que desde el palco asomase el pañuelo blanco. También fue excesivamente larga su primera faena -escuchó un aviso antes de tomar el estoque de verdad-, en la que mostró oficio y recursos, templando con la mano derecha pero sin acoplarse cuando toreó al natural.

Tampoco dejó huella el paso de Rafael González por Algemesí, siendo silenciada su primer quehacer,en el que hubo muchos muletazos pero deshilvanado, desestructurados y sin llegar al tendido en ningún momento. Por si fuera poco, mató muy mal. Se le dieron muchos capotazos al tercero en los primeros tercios pero llegó repetidor y franco al último tercio. El madrileño optó por rodillazos y efectismos que no surtieron efecto, sufriendo al final un puntazo en la pantorrilla izquierda y volviendo a matar tarde y ma.