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¿Por qué Miki sí representa a todos los españoles en Eurovisión?

El próximo domingo, intentará convencer al público de que su participación no es un mero trámite, sino la oportunidad de revalorizar el prestigio del país en el certamen

Miki posa durante la ceremonia de apertura en Tel Aviv | Efe
Miki posa durante la ceremonia de apertura en Tel Aviv | Efelarazon

El próximo domingo, intentará convencer al público de que su participación no es un mero trámite, sino la oportunidad de revalorizar el prestigio del país en el certamen.

El día que Karina se subió al escenario de Eurovisión, el silencio tuvo más peso que las palabras. Al iniciar su actuación, su primer verso no se escuchó. Ni un leve susurro ni un atisbo de aire. Para muchos, esta accidentada entradilla de “Un mundo nuevo” fue un lapsus de la propia intérprete, pero ella misma lo desmintió nada más bajarse de las tablas. Es cierto que hubo un fallo, pero lo que entonces no estaba confirmado es que quien lo motivó fue la cantante: apenas unas horas antes, durante el ensayo general, se quedó dormida en una silla, con la mala suerte de que salió apurada a cantar con la canción ya empezada. Los técnicos no fueron informados en ningún momento del error, de modo que, durante el directo, su micrófono no fue abierto hasta la segunda frase. Una anécdota que, si bien no le restó casi ningún voto, sí hizo entrever lo que buena parte de los espectadores del certamen hoy piensan sobre las candidaturas españolas: falta seriedad, falta de empeño y falta rigor. Y, en la mayor parte de los casos, como consecuencia de la ausencia de cualquier previsión. Algo que este año parece haberse desterrado casi al completo. La carta de presentación de Miki en el LXIV Festival no es sólo la suya propia, sino también la del buen trabajo, la del riesgo y la del compromiso. Se aprecia en su predisposición y en su actitud, dos variables que, por desgracia, rara vez brillan al unísono.

Ya ocurrió con la puesta en escena de Barei, con el tema de Edurne o con la aptitud de Manel Navarro. Por eso, si por algo se caracteriza “La venda” es por haber conseguido que la inmensa mayoría no sienta bochorno al escucharla. O, en este caso, verla. El joven barcelonés ha logrado que una canción que partía como segundona, se haya convertido en un himno integrador y desvergonzado. Por un lado, aúna el sonido característico de las fiestas populares y, por otro, transmite pasión por la diversidad. De hecho, su propuesta se aleja mucho de las que España ha mostrado en los últimos años, dejando de lado los ritmos latinos y las “power balads” que tanto ha explotado. Su ska rumbero marca la diferencia, la potencia y la presenta a través de un chico que derrocha carisma, alegría y profesionalidad a borbotones.

Hace unos meses, el intérprete asumió una responsabilidad que el resto de sus compañeros de Operación Triunfo 2018 intentó eludir con cierto descaro: levantar la moral (y el puesto, claro) del país en el certamen. El año pasado, Amaia y Alfred no lograron convencer ni al público ni al jurado. Se conformando con un decepcionante vigésimotercer puesto y un puñado de críticas poco constructivas. Eso sí, su aventura hizo las delicias de quienes bebieron las aguas por su idílico romance en la Academia. Su actuación fue desaliñada y aburrida, algo que Miki parece haber confinado. De cara al próximo 18 de mayo, intentará convencer al público de que su participación no es un mero trámite, sino la oportunidad de revalorizar el prestigio español en el concurso. Aquí no hay nada impostado. Durante los primeros ensayos, se le ha visto cómodo, integrado en el equipo y con el objetivo de dejar huella. Quizá ésta no vaya a ser lo suficientemente honda como para ganarlo, pero sí para recuperar el apoyo que en los últimos años se ha polarizado en torno a las propuestas nacionales. Miki es digno de Eurovisión y, por supuesto, del país: representa la tradición, la diversidad, el carácter y la calidad que siempre se han puesto en cuestión y que, ahora, cobran todo el sentido. Él ha sabido sacar punta a su diferencia y hacer de ella una lanza de lucha. Tanto es así que su canción ha conseguido distinguirse con facilidad en una edición poco competitiva.

Por supuesto, no tiene la mejor voz, pero sí mucho carisma. Y no hay que perder de vista que los grandes formatos sólo los gana quien es capaz de conectar de forma más intensa con el público. Ahí están, por ejemplo, los casos de Netta (Israel) y Eleni Foureira (Chipre) que no destacaron precisamente por tener la mejor calidad vocal, pero lideraron la tabla el año pasado. Además, sus ritmos folk y su festiva mensaje encajan a la perfección con el ideario que el sexto clasificado de OT 2018 ha defendido siempre: feminista, reivindicativo y consecuente. “Te compran porque te vendes, te vendes porque te sobras”, cantará el próximo domingo en Tel Aviv. Y lo bailará, pues su actuación final contará con coreografía, colores y efectos especiales. En total, un conglomerado de factores que han permitido a la canción estar a la vanguardia de lo que espera el viejo continente. ¿O hay que recordar que la mayoría de sus habitantes se quedaron traspuestos después de escuchar aquel “siento que bailó por primera vez” el año pasado?

Si bien es cierto que la letra no tiene demasiada enjundia, cabe señalar que su autor (Adrián Salas, del grupo La Pegatina) ha escogido expresiones que dejan entrever cierta vileza. Si Álvaro Soler ha conquistado el mercado internacional con su “porque mi cintura necesita tu ayuda. No lo tengo en las venas y no lo puedo controlar”, Miki lo intentará con “La venda ya cayó y sólo quedó la alegría”, un juego de palabras que pone el punto justo de pillería a su interpretación. Luego está el factor sorpresa: llevarle a Israel supone abrir una galleta de la suerte en pleno escenario que ninguno de sus compañeros de concurso quiso probar. Es cierto que este joven de 23 años no se ha manifestado a favor o en contra de representar a España en Tel Aviv, como hicieron María Villar o Alba Reche durante la preselección, pero también que ningún otro de sus compañeros se ha mojado tanto como el para abanderar la candidatura. Por lo que puestos a elegir, es preferible arriesgar con un tema tan descarado que volver a repetir la fórmula de Pastora Soler (“Quédate conmigo”), Soraya (“La noche es para mí”) o Ruth Lorenzo (“Dancing in the rain”). Con esa ambición acudieron Mocedades (“Eres tú”), Sergio Dalma (“Bailar pegados”) y Anabel Conde (“Vuelve conmigo”), los tres representantes con mayor puntuación recibida en la historia de España en el festival: 125, 119 y 119, respectivamente.

Es por ello que su principal cometido ya lo ha conseguido: demostrar que el trabajo bien hecho siempre va a contar con el respeto de la masa. Él es transparente y dice siempre lo que piensa. Esa incontinencia verbal que ha abanderado desde que irrumpió en la televisión el pasado septiembre le ha llevado a mantener una relación especial con su público y, por ende, con la mayoría de los espectadores. Tiene algo que le acompaña allá por donde va, sin necesidad de grandilocuencias. Su inminente paso por Eurovisión refleja que la naturalidad es un bien que hoy escasea. Y él ha conseguido mantenerla intacta. Es desaliñado, deslenguado, macarra, desvergonzado y valiente, unos valores que forman parte de la sociedad y que él ha querido explotar desde el primer segundo. El mismo que Karina dejó escapar en 1971 y que, 48 años después, Miki aprovechará sin ningún cortapisa.