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¿Por qué se está secando el Mar de Aral?

El que fuera el lago más grande del planeta, ahora apenas puede distinguirse en los mapas. Turistas de todo el globo, especialmente rusos, gustaban de ir a bañarse en sus cálidas aguas. ¿Qué ocurrió para que un mar de millones de años se secara en menos de cincuenta? Aquí te lo explico.

El mar de Aral en a principios del siglo XX (izquierda) y a finales (derecha)
El mar de Aral en a principios del siglo XX (izquierda) y a finales (derecha)NASA

¿Qué es el Mar de Aral?

Hace pocos años tuve una pareja que vivía en la calle Mar de Aral, en Madrid. ¿Mar de Aral? ¿Y eso qué es? Ella me confió, susurrando, como temiendo que alguien rompiera nuestra burbuja y nos escuchara, que era un mar en Asia Central. Un inmenso lago, en realidad, que llegó a ser el más grande del mundo. Pero es triste, añadió, porque se está secando y no queda demasiado hasta que desaparezca completamente. De la faz de la tierra. Y donde antes hubo agua, vida, ya no quedará más que otro desierto de arena y sal. En aquél momento me pareció apocalíptico el concepto de que se secara un mar. Un mar no puede secarse así como así, no debe secarse. Su obligación es estar lleno de agua y peces. Comencé entonces dos viajes para descubrir el misterio que encierra la lenta agonía de todo un mar, primero a través de las palabras y más tarde viajando por Asia Central. En un principio imaginé que era producto de una terrible sequía, o que la propia tierra sedienta se había tragado el agua para calmar su sed. Porque es aterrador comprobar cómo lo que fue el lago más grande del planeta, ahora no llega ni al 10% de su tamaño original.

El Mar de Aral en la actualidad, visto desde un satélite.
El Mar de Aral en la actualidad, visto desde un satélite.Patrick Schneider

El Mar de Aral se encuentra en el núcleo de ese gran desierto que es Asia Central, en la frontera de las actuales Uzbekistán y Turkmenistán. Lo alimentan dos ríos: el Syr Daria y el Amu Daria, dos ríos largos, de 2.212 kilómetros y 1.450 kilómetros, respectivamente. Dos ríos anchos y caudalosos que nacen de las montañas de Afganistán y Kirguistán, que según los textos antiguos formaban parte de los cuatro ríos del paraíso. Su caudal y el de sus afluentes han permitido la creación de inmensas ciudades a lo largo de la Historia, incluyendo las míticas Samarcanda y Bujará. Porque sin estos ríos, Asia Central no sería más que arena, sal y polvo. Ellos trajeron la riqueza a los asentamientos claves en la famosa Ruta de la Seda. Semejantes al Nilo en Egipto, sus aguas han regado campos de sandías, algodón y arroz a lo largo de generaciones, desde que los kanes de Kokand iniciaran en el siglo XVIII un complejo sistema de canales que permitía distribuir las aguas más allá de su cauce. Desde antes incluso. El agua en el desierto es oro líquido, fuente de violentas discusiones y guerras ancestrales.

La Historia fluyó como un único río y llegó el siglo XIX. Tropas zaristas de la Rusia imperial tomaron el territorio al servicio de su bandera y comenzó la colonización rusa. No se produjeron cambios demasiado significativos - los turcomanos son un pueblo pacífico y por lo general indiferentes a los conflictos internacionales - hasta que, como una gran avalancha, llegó atronadora la revolución bolchevique de 1917. Se producen cambios en el gobierno, purgas, militarización de territorios. El antiguo Turquestán se divide en cinco repúblicas para facilitar su administración y aparecen en el mapa Turkmenia, Tayikistán, Uzbekistán, Kirguizia y Kazajistán. Poco después sube Stalin al poder y decide barrer a los musulmanes e intelectuales del territorio, ya sea a través de ejecuciones o deportaciones a la cárcel helada de Siberia. Promueve la repoblación del territorio por ciudadanos rusos, para así mantener un control total sobre la población local, su plan funciona y pocos años después, el dictador más sanguinario de la Historia muere por una apoplejía.

Los surcos vacían los ríos

Esta es, a grandes rasgos, la historia que rodea el territorio del Mar de Aral. Tras la muerte de Stalin se sucedieron nuevos gobiernos soviéticos, a cada cual más ineficaz para solucionar los problemas de su inmenso territorio, y cada uno de estos gobiernos decidió cumplir sus sueños en las tierras colindantes al Mar de Aral. Jruschov trajo máquinas excavadoras de cada rincón de su imperio y diseñó un intrincado sistema de surcos que ocupaban largos pedazos de Kazajistán, buscando, se supone, implantar un sistema de regadío fiable para toda su población - cuyos productos agrícolas serían posteriormente enviados a Rusia -. Brézhnev fue más allá. Él quería convertir el desierto de Uzbekistán en un esponjoso y pomposo campo de algodón. Algodón blanco y mullido, como en un sueño. Hizo más surcos y obligó a 20 millones de uzbekos a trabajar los campos. Una vez plantado el algodón, cientos de aviones soviéticos lanzaron a lo largo de treinta años toneladas de insecticida sobre los campos, envenenando a la tierra y a la población. Nubes de gas mortal impregnaron el territorio.

Campos de algodón
Campos de algodónJdblack

¡Un momento! ¿Y los surcos? ¿Dónde se hicieron, para qué sirvieron? Los surcos extraían el agua de los ríos Syr Daria y Amu Daria para regar el extenso desierto de Asia Central. Y aquí comenzó el final del Mar de Aral. El reportero polaco Ryszard Kapuściński lo explicó a la perfección en sus reportajes: “El agua es condición sine qua non para la vida, sobre todo en el desierto, donde es tan escasa. Si tengo agua solo para un campo, no puedo cultivar dos, si tengo agua solo para un árbol, no puedo plantar dos. Cada vaso de agua se bebe a costa de una planta (...). Todo el tiempo, entre hombres, plantas y animales, se libra aquí una batalla por la supervivencia, por esa gota de agua sin la cual ninguno podría existir”. El Mar de Aral también precisa de estas valiosas gotas de agua para mantenerse vivo, y a lo largo de su historia había transcurrido un delicado equilibrio entre el líquido que le arrebataban los humanos y el que llegaba a desembocar en su agua. Este equilibrio lo rompieron los surcos que provocaron un proceso inverso al que ocurre en cualquier río. En vez de acrecentar su caudal a medida que fluía, regado por afluentes de montes cercanos, decrecía a manos de los surcos hasta no ser más que riachuelos cuando desembocaban en el mar.

El mar comenzó a languidecer y la poca agua que llegaba de los ríos, venía contaminada por el uso masivo de insecticidas. Los pueblos pesqueros que durante generaciones habían paseado sus barcas en el mar se encontraron, en apenas dos décadas, en pleno desierto, a cien kilómetros de la costa. Los pueblos se vaciaron y los pescadores se incorporaron al cultivo de algodón. Y cada vez se plantaba más algodón, se usaban más insecticidas, fluía menos agua hasta el Mar de Aral, hasta que este se dividió en dos partes: el Mar de Aral Norte (en Kazajistán) y el Mar de Aral Sur (en Uzbekistán). Además, el nivel de salinidad había alcanzado niveles demasiado altos para esperar que ningún tipo de vida se recuperase.

Situación actual del Mar de Aral

El mar de Aral, uno de los que se está secando
El mar de Aral, uno de los que se está secandolarazon

Cayó el imperio soviético y el mundo descubrió el desastre medioambiental. Televisores y periódicos clamaron por hacer algo. ¿Pero qué hacer, si países enteros basaban su economía en esos surcos traicioneros? ¿Dónde podían buscar ahora la riqueza que les permitiera sobrevivir un año más? No. Era demasiado tarde para echarse atrás. Demasiado costoso y complicado. El lado uzbeko es ahora una charca, cada vez más esmirriada. En Kazajistán sí se ha llevado a cabo un proceso de recuperación, construyendo una enorme presa que contenga el agua y evite su filtración en el desierto, aunque las expectativas son muy lentas. Es más fácil vaciar una botella de agua, volcándola sobre el suelo, que esperar a que se llene, gota a gota y con largos periodos de espera entre cada una de las gotas. Pese a que se ha logrado acercar la orilla del mar a la antigua ciudad pesquera de Aral, que hace una década se encontraba a 100 km del mar y actualmente a apenas 20 km, y el sector pesquero está retomando su actividad con lentitud, todavía faltan grandes inversiones económicas por parte del Banco Mundial y el gobierno kazajo hasta alcanzar los niveles deseados.

El Mar de Aral Sur es un charco de agua rodeado por grandes llanuras de sal, enfriando los inviernos y tornando más cálidos los veranos. Es uno de los mayores desastres medioambientales provocados por la mano del hombre. El Mar de Aral Norte lucha encarnizadamente por recuperarse, a pasos cortos. Solo hace falta esperar a que el Sur se seque completamente y el Norte consiga ser una sombra de lo que un día fue. Con paciencia y con esfuerzo.