Nieve

Pirineo de Gerona, diversión asegurada

Si Filomena le ha sabido a poco y sigue con ganas de más nieve, el Pirineo de Gerona está en su mejor momento para disfrutarlo a tope

Pirineo de Gerona
Pirineo de GeronaJulio CastroJulio Castro

Hasta la primavera de 1931, llegar a las pistas de esquí que rodean el santuario del Valle de Nuria, en la comarca gerundense del Ripollés, era una auténtica aventura. Quince años antes, el santuario ya había decidido abrir sus puertas durante el duro invierno para dar cobijo no solo a sus fieles peregrinos sino también a un pequeño grupo de locos entusiastas capaces de soportar cualquier esfuerzo a cambio de poder disfrutar de los deportes en la nieve.

Aquellos animosos esquiadores llegaban a Nuria unas pocas horas antes del amanecer, las justas para reponer fuerzas antes de calzarse los esquís; atrás quedaba una durísima caminata desde Queralbs (unas tres horas) cargados con mochilas, esquís y bastones, y habiendo sorteado empinados caminos helados bajo la luz de la luna. Eso, cuando el cielo estaba despejado; si no, tenía que ser con la ayuda de rudimentarios farolillos y, algunas veces, soportando temperaturas entre ocho y diez grados bajo cero. Una aventura que, afortunadamente, vio su fin el 22 de marzo de aquel 1931, el mismo día que fue inaugurado el tren de cremallera más largo de España hasta la fecha, que partía desde Ribes de Freser hasta los pies del mismo santuario, después de superar más de 1.000 metros de desnivel en 12,5 kilómetros de recorrido.

Pirineo de Gerona
Pirineo de GeronaJulio CastroJulio Castro

Desde entonces y hasta ahora, el tren de cremallera es la única forma de llegar hasta Nuria; no hay carreteras ni coches, algo que contribuye notablemente a conservar todo su encanto. La otra manera de llegar es aventurarse a recorrer aquellos senderos panorámicos que hasta 1931 fueron la única puerta de entrada a la estación. En 1947, con la entrada en funcionamiento de su primer remonte, Valle de Nuria se convirtió oficialmente en estación de esquí. Con apenas ocho kilómetros esquiables, y pese a tener varias pistas ideales para principiantes, la estación ha ganado merecida fama por la gran dificultad de sus pistas rojas y negras, con pendientes muy pronunciadas y estrechas, solo aptas para esquiadores hábiles y con mucha experiencia. De hecho, los que aquí vienen a esquiar tienen un lema que no se cansan de repetir: el que sabe esquiar en Nuria, esquía en cualquier pista del mundo.

Para los que no quieran emociones tan fuertes, existe la posibilidad de disfrutar de la nieve y del paisaje pirenaico simplemente con calzarse unas raquetas, agarrar los bastones y disponernos a recorrer, de forma fácil y segura, cualquiera de las rutas perfectamente señalizadas, con distancias para todos los gustos, entre dos y ocho horas. Una de estas rutas nos lleva directamente hasta el Mirador del Lago, una perfecta atalaya desde la que se obtiene una maravillosa vista panorámica de toda la estación presidida por el santuario y rodeada de picos que rondan los 3.000 metros.

A unos 27 Km. de Ribas de Freser, el soleado valle de la Cerdanya –con más de 3.000 horas de sol al año– dispone de cinco estaciones de esquí, dos de ellas alpinas: Masella (74 Km. esquiables repartidos en 65 pistas) es la auténtica capital del esquí nocturno pirenaico. Gracias a la perfecta iluminación artificial de alguna de sus pistas, se consigue que las jornadas de nieve se puedan «estirar» algunas horas más que en otras estaciones de la zona. Y la Molina, con 67 Km. de pistas, que luce con orgullo el título de estación decana de los deportes de invierno en España; su primer remonte se inauguró en 1943. Desde la misma base de su estación, y usando su recién estrenado telecabina Cadí Moixeró, en apenas 20 minutos ascenderemos hasta la cima Tossa d’Alp, el punto más alto de la Molina con sus 2.510 metros de altura, desde donde, en días despejados se puede llegar a ver la montaña de Montserrat.

Si se siente con fuerza, y quiere vivir una experiencia única, también puede optar por bajar del telecabina a medio camino y completar la ascensión con raquetas de nieve hasta llegar al refugio Niu de L’aliga, acompañados por un guía de la compañía Altitud Extrem. Es muy recomendable llegar al refugio –el más alto de todo el Pirineo oriental– a última hora de la tarde para ser uno de los afortunados espectadores de una puesta de sol inolvidable. La jornada se completa con una cena a base de embutidos locales y una deliciosa fondue de quesos. Ya con el estómago lleno y repuestas las fuerzas, decidiremos si regresamos a la estación en el telecabina o nos quedamos a dormir en una de las 27 camas del refugio y, nada más amanecer, bajar esquiando abriendo pistas con nieve virgen; una experiencia que los grandes amantes del esquí jamás olvidarán.

A vista de pájaro

Las características orográficas de la Cerdanya, uno de los valles más anchos de toda Europa, hacen que éste sea uno de los puntos ideales para disfrutar de una actividad difícilmente realizable en otros lugares: el vuelo en globos aerostáticos. A casi mil metros de altura, sin más ruido que la llamarada que nos hará ganar altura, y sin apenas percibir que nos movemos, Xavi Aguilera de «Camins de Vent» nos hará sentir como auténticos Phileas Fogg y desear que el viaje dure, por lo menos, ochenta días.

Dónde dormir:

Hotel-Spa Resguard dels Vents. www.hotelresguard.com

Precioso hotel rural situado a 1.000 metros de altitud en las montañas de Ribes de Freser, muy cerca de la estación del tren de cremallera que lleva a Nuria. Todas las habitaciones tienen terraza con vistas al valle.