Viajes
Descubre un pueblo que nadie sabe si es realidad o cuento: Urueña
La única localidad de España catalogada como “Villa del Libro” muestra al visitante un mundo de fantasías tentadoras
Aunque ahora se hayan visto obligados a convocar una pausa forzada, nuestros viajes que veníamos disfrutando desde hace un puñado de años se veían envueltos con un desagradable sabor a irrealidad. Cada experiencia posible, incluso las más alocadas de puertas para afuera, venía acompañada del gustillo amargo de la aventura delimitada, industrializada, exenta de la posibilidad de correr riesgos porque fuimos el tercer turno del día y detrás de nosotros vendrán tres turnos más. Leíamos libros de viajeros que sorteaban innumerables peligros gracias a su astucia y quisimos ser como ellos, de alguna manera, y nos inscribimos en toda clase de rocambolescas aventuras cuyo guion ya venía escrito y del que no se nos permitía salir. Escalamos montañas con más cuerdas anudadas que un galeón español, nos lanzamos al vacío con paracaídas de repuesto, visitamos safaris africanos con las ventanillas del todoterreno subidas y la crema de protección en el bolsillo.
Así funciona el mundo ahora y no hay nada que hacer. Todos queremos experimentar el miedo a estamparnos contra el suelo pero nadie quiere estamparse al terminar. Todos queremos ver leones pero nadie quiere sentir su aliento fétido. Las experiencias veraces se han visto relegadas a un segundo plano para dar paso al mundo relativo de las sensaciones. Entonces digo yo que si nos vamos a entregar sin resistencia a este mundo artificiado y cargado de sensaciones prescritas y fantasías de cajón, lo mejor sería que empezásemos a hacerlo en Urueña. Tanta fantasía hay en este pueblo de Valladolid, tantas frases ya escritas sin que nadie se moleste a aparentar lo contrario, es tan natural la gracia con que aceptan su falta de naturalidad, que un extraño proceso barrunta en nuestro interior al entrar en sus magníficas murallas.
Villa del Libro
El mundo de la fantasía sigue un minucioso proceso para transformarse en realidad - o que nosotros queramos considerarlo como real -. En primer lugar deberá existir una mente creadora. Una mente creadora que tenga la capacidad de plasmar sus sueños en un papel para luego leerlo a un público, y que sea también capaz de introducir su sueño en el cerebelo del público hasta que ellos también lo hagan suyo. Una mente creadora y seductora, cuyos sueños cobran sustancia a través de las palabras que chorrean del papel. Una vez conseguimos que nuestro sueño haya infectado al número adecuado de seguidores, hará como un virus poderosísimo y saltará de mente en mente inundando los pensamientos de decenas, cientos, en ocasiones incluso millones de personas que un día se despertaron y decidieron luchar con toda la rabia posible para hacer realidad ese sueño viejo.
Y la fantasía (pueden ser los dioses de los mitos, una leyenda olvidada, un rumor que nadie se atrevía a gritar hasta ahora) transmuta lentamente en realidad. Hasta que la vieja realidad se transforma en fantasía, y el mundo entero da un vuelco asombroso.
El núcleo de este cambio impresionante lo encontramos en los libros. Cansados de atragantarnos con experiencias falsas buscamos el origen del engaño entre las páginas. Por qué no, en una de las once librerías que pululan por Urueña, el primer y único pueblo de España inscrito como “Villa del Libro”. Es increíble porque en este pueblo de menos de 200 habitantes, el único de nuestro país con más librerías que bares, palpitan miles de ficciones a la espera de transformarse. Aquí nadie niega lo evidente: un visitante que ande harto de que le vendan fantasías camufladas de verdad encontrará aquí multitud de engaños sin ocultar, puros, orgullosos de su falsedad. Desde la librería Alcaraván donde podríamos encontrar interesantes libros acerca de la cultura castellanoleonesa hasta la librería El Grifilm, especializada en música y cinematografía. Pasando por los libros descatalogados que protege con ternura El Rincón Escrito y los tomos antiquísimos que muestra la Librería Páramo.
Cualquier rama de la imaginación encontró una esquina donde acomodarse en este bellísimo rincón vallisoletano, que a su vez está catalogado como uno de los pueblos más bonitos de España. Igual que otros viajeros pueden coleccionar experiencias que hagan estallar su adrenalina, nosotros podemos visitar de una en una las librería de Urueña y coleccionar una fantasía en cada una de ellas.
La historia interminable
La presentación del casco antiguo de Urueña sería una similar a la que se daría en una novela de caballeros. Desde la llanura que rodea el pueblo sin montañas ni edificios complejos que entorpezcan el soplo del viento podemos observar la portada de nuestro cuento, la serie de imágenes y formas que nos empujarán a leer sus páginas. Esta portada se ve con claridad en los días soleados es su muralla. Construida entre los siglos XII y XIII, considerada a su vez como la mejor conservada de la provincia, es una muralla que nos llama desde su cerro: “eh, tú, viajero harto de los engaños, acércate y abre mi libro de piedra, zambúllete en mis historias de casitas y callejas; puedes creértelas o no te las creas, pero aquí estoy yo para enseñarte mis fantasías de librerías y leyendas”.
Entrar en Urueña a través de la Puerta del Azogue equivale a pasar la primera página de un cuento. Su castillo es el planteamiento, la Iglesia de Santa María del Azogue es el nudo, sus vistas inigualables desde la Puerta de la Villa es el brutal desenlace. Los 189 habitantes que la patean son los personajes. Sus secretos los detalles. Urueña no se visita, Urueña se lee. Cada paso recorrido supone una nueva palabra que cosechamos de su historia. Por ejemplo leeremos en la argamasa de su castillo la leyenda que nos cuenta las aventuras amorosas del conde Pedro Vélez, que dicen fue sorprendido en pleno tejemaneje carnal con la prima del rey Sancho III el Deseado. El castigo que ordenó el monarca castellano para Pedro Vélez fue fatal: cada cuatro meses le fue amputada una extremidad al pobrecito conde, hasta que este murió de dolor y desangrado.
Es extraño porque si leemos cualquier cuento de caballeros cerca de la laguna de Urueña - hoy artificial - situada junto al cementerio, y levantamos la vista por un momento, nos encontraremos con un instante de deliciosa confusión. Levantamos los ojos del papel para posarlos sobre el pueblo. Y es prodigioso porque nos ocurre como en las películas y comprobamos que seguimos inmersos en el cuento, nos hemos quedado atrapados en una sobredosis de fantasías. Salimos de una historia para entrar en otra, nuestro libro entre las manos es un cuento dentro de otro cuento que es el pueblo. Vemos Urueña y el cuento reflejado en ella, y en el cuento se descubre Urueña y en Urueña aparece otra vez el cuento. Así se transforma una fantasía en pura realidad, mientras nosotros soñamos despiertos.
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