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El único río de Europa que desemboca en una cascada se encuentra en España

El Ézaro, Xallas o Jallas se precipita sobre el océano Atlántico desde una altura de 40 metros

Cascada del Ézaro
Cascada del ÉzaroLa RazónLa Razón

No es el más largo, ni el más caudaloso, sin embargo puede presumir de ser el único río europeo que desemboca en el mar en forma de cascada. Este privilegiado es el río Ézaro, en A Costa de Morte (Galicia), que se precipita sobre el océano Atlántico desde 40 metros de altura en la Fervenza do Ézaro.

El río Ézaro, Jallas o Xallas (en gallego) nace en Monte Castelo, en Santa Comba (La Coruña) y recibe aguas de varios afluentes durante los 65 kilómetros de recorrido en los que atraviesa el Concejo de Dumbría. Esta aportación hídrica unida al desnivel por el que discurre, convierte a este río gallego en un importante generador de energía. Así, en el cauce del río hay cuatro embalses: A Fervenza, A Ponte Olveira, Castrelo y Santa Uxía, y cinco centrales hidroeléctricas. El represamiento hizo que su famoso salto de agua desapareciera durante algunas temporadas al año, pero la presión de los vecinos y de las organizaciones ecologistas consiguió que en 2011 se aprobara un caudal mínimo ecológico para el río Ézaro, por lo que actualmente la cascada discurre hacia el mar durante todo el año.

En su último tramo, el río Xallas tiene un desnivel de 155 metros y discurre por un cañón desde el monte Pindo hacia el océano Atlántico, donde cae en forma de cascada sobre una poza de más de 15 metros de profundidad. Es la llamada Fervenza do Ézaro, la única desembocadura de este tipo de Europa, frente al Cabo de Finisterre.

El Ézaro es un río mítico para Galicia que, a lo largo de los siglos, ha ido dando forma al paisaje que le rodea. Así, la erosión del agua ha excavado en el granito centenares de piscinas naturales llamadas pías, caldeiras o marmitas de gigante, cuyas aguas, según las leyendas, son mágicas y tienen propiedades curativas.

Hasta mediados del siglo XIX, el río Xallas era conocido como el río Ézaro o Lézaro. La primera referencia cartográfica con el nombre Ézaro, aparece ya en 1598 en la Descripción del Reino de Galicia, y en 1745 Martín Sarmiento escribía sobre la cascada del Ézaro que se precipitaba sobre el océano y el pozo “de inmensa profundidad y peligroso” que había formado la caída del agua. En la época también se describía la cascada como un “monte de espuma” que servía de faro a los marineros que navegaban por la peligrosa Costa da Morte.

La Fervenza do Ézaro es un importante punto de interés turístico por su espectacular paisaje y por las historias y leyendas que la rodean. El acceso a la cascada se realiza a través de una pasarela de madera en la central eléctrica de O Ézaro desde donde es posible apreciar la fuerza del agua que cae directamente sobre el océano desde el Monte Pindo. Durante los meses de verano, la cascada del Ézaro es protagonista de un espectáculo audiovisual en el que se combinan la luz con la música, el agua y la naturaleza.

El Monte Pindo desde el que cae el agua hasta el Atlántico es un “auténtico museo al aire libre” formado por unmacizo granítico de 627 metros de altura y uno de los lugares de geomorfología granítica más espectaculares de Galicia por su gran variedad de formas, según el Instituto Geológico y Minero de España. La constitución de granito del monte de los montes nos regala formaciones tan caprichosas como increíbles, como la Pedra do Brazal, un milagro de equilibrio natural.

A apenas dos kilómetros del mar, es conocido como el Olimpo Celta de Galicia, un bosque sagrado para este pueblo donde realizaban sus sacrificios, según la leyenda. Y es que estas tierras están llenas de historias, ya que fueron habitadas desde la antigüedad, como lo demuestran diversas huellas prehistóricas. Entre ellos destaca el dolmen de Pedra da Arca de Regoelle (ca. 3.500-2.700 a.c) que constituye uno de los mayores ejemplos de arquitectura megalítica de Galicia.

Desde la cima del Monte Pindo se puede observar la escapada costa gallega, desde Finisterre a Corcubión, Cee o la playa de Carnota, la playa de arena blanca más grande de Galicia.