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Albania, la sorpresa «caribeña» del este de Europa

Además de su ecléctica capital, el país agasaja al viajero con playas paradisíacas al más puro estilo del caribe

Albania
La playa de Himare es una de las más buscadas entre los viajerosDreamstime

Entre Oriente y Occidente, relativamente inexplorada y misteriosa, se encuentra una de las joyas escondidas de Europa que encandila a los viajeros más curiosos: Albania. Su riqueza natural y la suma de influencias culturales convierten a este pequeño país en un destino muy atractivo y sorprendente.

Lo cierto es que este pedacito de Europa posee auténticos tesoros que van desde cautivadores contrastes en forma de playas paradisíacas, impresionantes montañas y lagos de extraordinaria belleza hasta yacimientos arqueológicos fabulosos y encantadoras poblaciones como Berat, Gjirokastër y Korçë que parecen haber salido de los escenarios de un bonito cuento. Sin olvidar su multicultural capital, Tirana, emocionante y única.

Además, una razón de peso por la que Albania debe de estar en la lista de escapadas de esta primavera es que marzo se presenta como un magnífico momento para conocerla, ya que cada año, el 14 de marzo, el pueblo albanés celebra «Dita e Verës», traducido como «El día del verano», la fiesta pagana más grande del país. En este día, aparte de que las calles se llenan de alegría y dan la bienvenida a la temporada estival, se puede disfrutar de la rica gastronomía albanesa en todo su esplendor y probar, entre otras delicias, las galletas tradicionales albanesas de Ballokume y oriundas de Elbasan. Por otro lado, la Fiesta del Nevruz, el 21 de marzo, marca el inicio de la primavera y se festeja con bonitos e interesantes rituales tradicionales, como bailes, cantos y saltos sobre hogueras.

Tirana, su capital

Volviendo a la capital, hay que resaltar que sin estridencias ni grandes monumentos Tirana consigue dejar una huella imborrable en todos aquellos que la visitan, y es que en ella se siente la fuerza de la increíble transición que ha vivido el país para poder dejar atrás su pasado de ser un lugar hermético y convertirse en la tierra moderna, abierta y acogedora que es actualmente. Esa fuerza dota a la atmósfera de la ciudad de un misterio y poder de seducción irresistible. Hoy en día, Tirana se presenta como una urbe ecléctica en la que es posible encontrar mezquitas otomanas e iglesias ortodoxas a la vez que fachadas pintadas que ponen la nota de color para dejar atrás los barrios marcados por el gris de las construcciones realizadas durante la dictadura.

Para comenzar a conocer Tirana, nada mejor que hacerlo por su centro histórico, cuyo palpitante corazón se descubre en la plaza Skanderbeg. A su alrededor se hallan edificios importantes como el Museo Histórico Nacional, el Palacio de la Cultura (que alberga la Ópera y la Biblioteca Nacional), la Mezquita Eh’tm Bey (merece la pena descalzarse y entrar en su precioso interior) y el hotel de lujo Tirana International. A tan solo seis minutos de la mencionada plaza, se alza una de las iglesias ortodoxas orientales más grandes de los Balcanes, la Catedral Ortodoxa de la Resurrección de Cristo, y muy cerca de ella también se encuentra la bonita y emblemática Torre del Reloj.

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Otro punto de interés en Tirana es el Bunk’Art 1 y Bunk’Art 2, dos búnkeres antibombas convertidos en espacios culturales. Sobrecogen sus exposiciones recordando la dureza de la guerra y del régimen de la dictadura. En esta línea histórica se hace interesante recorrer el barrio de Blloku, la que fuera la zona residencial privada de los altos cargos de la dictadura. Hoy día es el barrio más cool de Tirana, lleno de vida, tiendas y restaurantes.

La Riviera Albanesa

Aunque la propia Tirana cuenta con algún espacio natural destacado, como el lago en el Gran Parque, ideal para pasear, para disfrutar de la naturaleza la Riviera Albanesa es el lugar idóneo.Playas kilométricas, paisajes vírgenes, atardeceres únicos y zonas arqueológicas. Y todo sin masificaciones.

De norte a sur por cercanía con Tirana, la primera parada en esta ruta son las ruinas de la antigua ciudad griega de Apolonia de Iliria. Además de diferentes restos con más de dos mil años de antigüedad, se puede visitar su interesante Museo Arqueológico.

Más al sur se encuentra Himare, con unos maravillosos restaurantes con vistas al mar. En esta zona sobresale, por encima de las demás cosas, el castillo de Porto Palermo, situado en una isla unida a la costa por un istmo. Esta solemne construcción rodeada de vegetación y de la indescriptible belleza del mar Jónico se atribuye a los venecianos y bien merece la pena visitarlo, regala unas vistas espectaculares. Y como playa impresionante la de Borsh, la más larga de todas las de la Riviera. En esta playa, además de su belleza, destaca su paseo marítimo, magnífico para pasear y detenerse en alguno de sus tentadores restaurantes.

Imprescindible también es Sarandë, la «capital no oficial» de la Riviera Albanesa. Es perfecta para descansar, relajarse al sol en sus playas (la mayoría privadas) y disfrutar en sus múltiples restaurantes de su gastronomía, que, aunque con influencias mediterráneas, de la cocina griega, italiana y turca, tiene su propia personalidad.

Siguiendo este itinerario por lo que es llamado el caribe europeo hay que visitar sí o sí Ksamil, el destino de playa más popular entre los albaneses. Sus playas de arena blanca, aunque en su mayoría privadas también, no tienen nada que envidiar a las del Caribe y ofrecen maravillosos atardeceres que se antojan como la perfecta postal de este paradisíaco lugar.

Como última parada, el Parque Nacional de Butrinto, donde se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes del país, tanto es así que está incluido en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. El teatro, el palacio trilobulado, el baptisterio con sus mosaicos y la gran basílica paleocristiana son las ruinas más destacadas.

Ni la belleza de estos parajes ni, entre otras cosas que ofrece Albania, la emotiva sobriedad de Tirana, dejan indiferente a ningún viajero. Albania sin duda es ideal para una escapada esta primavera, ¿no cree?