Enoturismo

El amor por el vino y la pasión por los caballos se fusionan en Virtus

Esta bodega ofrece una experiencia enoturística personalizada que conecta al visitante con la más profunda esencia del vino

Esta gran escultura que refleja el amor de Virtus por los caballos da la bienvenida a los visitantes y forma ya parte del paisaje de la Ribera del Duero
Esta gran escultura que refleja el amor de Virtus por los caballos da la bienvenida a los visitantes y forma ya parte del paisaje de la Ribera del Duero Archivo de Virtus

A cinco minutos de Peñafiel y a menos de dos horas de Madrid se alza Virtus. Su ubicación, la Milla de Oro de la Ribera del Duero, y su entorno excepcional, sumado a que nació de la unión de la pasión por el vino y por la doma de los caballos, hacen que Virtus tenga una personalidad propia y con mucho carácter, algo que define la excelencia de sus vinos.

Cuando se trata de vivir la experiencia del vino, el equipo de Virtus sabe que la visita a una bodega se erige como una actividad sublime. Existe, por ejemplo, algo mágico en probar un vino directamente de la barrica, un ritual conocido como «cata de barrica» que sumerge al visitante en un diálogo íntimo con los creadores del vino y su arte. Esta es una tradición venerada en Virtus y es tan solo una de las muestras de que en esta bodega se añade una dimensión emocional a la visita.

Pero antes de continuar con la experiencia enoturística que ofrece, y con el fin de presentar en toda su idiosincrasia a Virtus, hay que contar brevemente su interesante historia. Los orígenes de Virtus se remontan a 1986 cuando Paloma Escribano, encarnando la pasión por el vino y la tierra, fundó la bodega en la prestigiosa región de la Ribera del Duero. De esta forma nació una de las primeras bodegas boutique regentadas por una mujer. La otra alma primigenia de esta bodega, la que ama a los caballos, proviene de su padre, Don Mariano Escribano de la Torre, un militar de caballería cuyo amor por los equinos se plasma en la esencia y filosofía de Virtus.

La «cata de barrica» en Virtus es un momento emocionante en la visita a Virtus
La «cata de barrica» en Virtus es un momento emocionante en la visita a VirtusMaica Rivera

En 2012, el hijo de Paloma, Íñigo López de la Osa Escribano, y su esposa Francesca Franco tomaron las riendas de la bodega. Como dato interesante, Iñigo es un reconocido jinete de salto a caballo y su amor por los caballos se refleja en los vinos de la gama Virtus y en la gran escultura que da la bienvenida a los visitantes y que forma ya parte del paisaje de la zona.

Virtus, una bodega con personalidad propia

Unas pinceladas para describir físicamente a Virtus serían indicar que se encuentra a casi 800 metros de altitud y que el viñedo de Aldeyuso de uva tempranillo, donde se encuentra la bodega, cuenta con Certificación Europea de Viticultura Ecológica, sin olvidar decir que también trabajan con viticultores de Burgos y Soria y que cada una de esas parcelas aporta características únicas debido a la variación en el tipo de suelo y altitud.

Sin embargo, para definir cómo es Virtus es necesario hablar de su alma dejando de lado los terrenos donde nace la uva, el clima y literalmente todo aquello visible y tangible. Para mostrar la esencia de Virtus resulta obligado mencionar la fuerza y valentía de Paloma Escribano hace casi 40 años cuando era impensable para muchos que una mujer creara y dirigiera una bodega, la disciplina que de alguna manera aportó su padre Don Mariano Escribano, la innovación, visión de futuro y amor por el mundo ecuestre introducidos por Íñigo López y por último, aunque no menos decisivo en todo el conjunto, la elegancia innata de Francesca Franco.

Y ahora sí que se puede presentar a Virtus como lo que es, una bodega familiar que produce vinos complejos, distintivos y con personalidad propia. Una bodega fuerte, innovadora, protectora del medioambiente y con un toque de elegancia que la hace única.

Virtus se posiciona como una joya de la Ribera del Duero
Virtus se posiciona como una joya de la Ribera del DueroMaica Rivera

En este punto, ya se entiende lo extraordinarios que son sus dos gamas de vinos: el Premier Vin, sus vinos insignia, Virtus (su gran reserva y el muy prometedor blanco albillo mayor), y los Second Vin, los hermanos pequeños (sus crianzas), El Sueco.

Visita enoturística

Pero Virtus no solo ofrece vinos excepcionales, sino también una experiencia enoturística maravillosa y singular.

Los visitantes se encontrarán en primer lugar con el ya mencionado caballo, una imponente escultura que deja clara su vinculación con el mundo ecuestre y la doma de caballos. Con un sombrero de copa rojo y la mirada fija en el Castillo de Peñafiel, esta obra del artista Eduardo del Fraile representa el cambio de rumbo y el relevo generacional de Virtus, así como la armonía, el equilibrio y la expresión, valores que conectan tanto con el vino como con la doma de caballos. Cabe destacar que esta pieza equina está inspirada en Sultán de Beaufour, el caballo Silla Francés con el que Íñigo López celebró numerosas victorias en alta competición de salto.

En la visita se catan tres de sus excelentes vinos en un acogedor espacio con vistas a los viñedos
En la visita se catan tres de sus excelentes vinos en un acogedor espacio con vistas a los viñedosMaica Rivera

Pero más allá del espectacular caballo, se recorren los viñedos, cuyas uvas se recogen a mano (una fusión de lo tradicional con la innovación que ofrecen las modernas instalaciones de la bodega), se aprenden las técnicas de viticultura y vinificación, y se ve la sala donde los vinos reposan en barricas de roble francés, las cuales permiten una crianza pausada y equilibrada. Durante la visita, los vinos se catan directamente desde las barricas (la mencionada «cata de barrica»), una experiencia que culmina con una cata de tres de sus vinos —El Sueco Crianza, El Sueco Albillo Mayor y Virtus Gran Reserva— acompañados de una tapa que marida a la perfección.

Como dato, una curiosidad que hace palpable en la visita la singularidad de esta bodega y su protección al medioambiente es el uso de los denominados «hoteles de insecto». Estos reservorios sirven de refugio para insectos beneficiosos que actúan como depredadores naturales de plagas, contribuyendo así a un ecosistema saludable y equilibrado. Con el mismo fin, emplean técnicas de agricultura biodinámica, como la aplicación de infusiones de plantas naturales, como manzanilla y valeriana.

Sin duda, con su enfoque sostenible, su historia pionera y sus vinos de alta calidad, Virtus se posiciona como una joya que sobresale en la Ribera del Duero, ¡una visita obligada para los amantes del enoturismo!